Esclavo 1: En las mazmorras del castillo (JONGKEY)


esclavo2

Categoria: Fanfic Yaoi

Personajes: SHINee (grupo Kpop)

Pairing: jongkey (Jonghyun x Key)

Rating:  + 18

Advertencias: lemmon e intento de sadomasoquismo… (digo intento por que no es muy bestia…)

Sentado en su trono dorado con piedras encastadas, en su almohada de plumas y con su manto de terciopelo, el joven rubio miraba aburrido a la fiesta que se llevaba a cabo en el salón.

Las mesas siempre estaban llenas de comida, las copas a rebosar del mejor vino.

Sonaba buena música y las jóvenes y lindas bailarinas danzaban de forma para nada inocente alrededor de los invitados. Sus súbditos disfrutaban de la fiesta, pero el joven rey parecía aburrido. Al igual que su amigo y consejero, que también parecía bastante decaído. Pero eso no era extraño, él siempre se mostraba igual, casi nunca sonreía.

Las muchachas se acercaban cada vez más al trono, intentando complacer a su señor que las observaba con indiferencia. Al fin decidió hacerle caso a una de ellas, al fin y al cabo debía aguantar eso al menos hasta que los invitados estuviesen lo suficientemente borrachos como para no darse cuenta de que abandonaba la sala.

Llamó a la que le pareció más atractiva y la invitó a sentarse junto a él. Esta no se hizo rogar, se sentó sobre sus piernas, mirándole de frente y empezó a frotarse contra él, besándole el cuello y acariciando su cuerpo con sus manos, intentando excitarle.

El rubio rápidamente se dio cuenta de que eso no funcionaba, ese “entretenimiento” no le entretenía lo suficiente. Hacía bastante tiempo que había perdido el gusto por las mujeres, si es que había llegado a tenerlo, aunque desde luego nadie iba a entender la razón de eso. A excepción, claro, de su amigo, que últimamente parecía compartir sus mismos gustos. Era difícil saberlo.

El joven rey retiró a la muchacha y la despidió con un gesto indolente. Sus caricias le molestaban más que excitarle.

– Minho – Llamó a su amigo mientras se inclinaba buscando una posición más cómoda sobre su sillón – me aburro.

– Y a mi que me cuentas – le respondió este con un resoplido – es tu fiesta Key, no la mía.

– Quiero salir de aquí, vámonos.

– Sabes que no puedes irte aún. Como su anfitrión debes acompañarles toda la noche, o si más no mientras están conscientes.

– Pues que les sirvan más vino a ver si se duermen – le respondió con aburrimiento – Como si nos faltara.

– ¿Por qué no llamas a Onew? por algo es el bufón, a lo mejor te entretiene un rato.

– No, ya me aburre también, además, ahora está ocupado – respondió señalando a un rincón en donde el juglar, vestido con sus mallas y cascabeles se encontraba besando apasionadamente a una de las mozas del servicio.

– ¿Y que ha sido de ese chaval que tenías prisionero? Era bailarín o algo así ¿no?
– ¿Esa nenita huérfana que me suplicó que la acogiera? – El moreno asintió – Si, creo que dijo que sabia bailar… además, era lindo, seguro que vale más como entretenimiento que limpiando las cocinas…

Key hizo un gesto a un sirviente cercano para que fuese a buscar al sirviente y este se presentó no mucho más tarde, habillado con una ligera túnica de gasa blanca con lentejuelas doradas que dejaba al descubierto la mayor parte de su pecho.

– ¿Lo ves? te dije que era lindo – le dijo el rey a su amigo.

Este ya no parecía hacerle caso, tenía la mirada fija en ese niño, una mirada que Key conocía muy bien, y que le impulsó a decidir que no iba a ser muy duro con ese niño, no cuando su amigo le había “escogido”.

El niño pelirrojo fue empujado hacia el centro de la sala, en donde quedaba a la lumbre de las lámparas de aceite, rodeado por todos los invitados que le observaban curiosos. No era frecuente ver a un “bailarín”, casi siempre eran muchachas así que la súbita aparición había causado una gran expectativa.

El joven se quedó allí, quieto, sin saber muy bien lo que se esperaba de él. Cabizbajo y casi tan rojo como su pelo esperaba una orden que parecía no llegar.

– Acércate pequeño – Le llamó finalmente el rey. – Dijiste que sabias bailar ¿verdad? – El pequeño asintió – No te oigo.

– Si mi señor. – respondió este tímidamente.

El rey sonrió, satisfecho.

– Pues veamos que tal lo haces – y con un gesto indicó a los músicos que siguiesen tocando.

El pelirrojo dudó unos instantes, pero poco a poco empezó a moverse al ritmo de la música, lentamente y con los ojos cerrados, como si las mismas notas le llamaran a danzar con ellas.

La música fue aumentando de ritmo y el joven bailarín aceleró la danza también, haciendo que sus pies pareciesen invisibles, moviéndose a un ritmo casi frenético.

Los invitados le miraban expectantes, ese muchacho tenía un verdadero don, les había hipnotizado, nadie era capaz de apartar la mirada de ese niño alto y delgado, de no más de quince años pero que se movía mejor que la más aclamada bailarina.

El joven terminó la primera danza, pequeñas y brillantes gotas sudor recorrían ya todo su cuerpo, dándole un aspecto aún más sensual. En su rostro una enorme sonrisa delataba lo mucho que disfrutaba con el baile, y cuando la música sonó de nuevo, entonando ahora una melodía más lenta y suave, el pelirrojo no dudó en dejarse llevar de nuevo por las dulces notas.

Estuvo bailando una canción tras otra, moviéndose siempre de forma hipnótica, hasta que los invitados dejaron de prestarle atención y regresaron todos a sus propios asuntos. Muchos empezaban ya a caer dormidos, victimas del cansancio y del alcohol.

– Puedes quedártelo esta noche si quieres – le dijo el rey a su amigo. Este lo miró extrañado. – yo no voy a necesitarlo como mínimo hasta la próxima fiesta. Solo asegúrate de que pueda volver a bailar, no me gustaría perder a una joya como esta.

– Key… De verdad que no entiendo a que…

– Claro que sabes a que me refiero – le cortó el rubio – solo dame las gracias.

Su amigo desvió la mirada, sonrojado, para mirar de nuevo al lindo bailarín. Realmente se había obsesionado con él. Llevaba ya un buen rato imaginando lo que le haría si estuviesen a solas, inventando planes para conseguirlo.

– Ahora hazme un favor y si alguien pregunta por mi solo diles que estaba cansado y me retiré a dormir pronto ¿Si?

Ordenó el rubio a su amigo levantándose de su mullido sillón. El otro le miró por unos instantes, valorando si debería repetir una vez más sus obligaciones. Al final se rindió y asintió con un suspiro, al fin y al cabo sus súbditos ya no estaban muy conscientes y era perfectamente comprensible que el joven rey quisiese descansar en su alcoba.
– Supongo que ya no aguantas más ¿No?

– Ni un minuto. – respondió el rey.

Y era verdad, ver a su amigo comerse con los ojos al bailarín le había provocado hambre, un hambre que ni toda la comida que había en la gran sala podía saciar.

Avanzó por los pasillos del castillo, al principio con lentitud, luego cada vez más rápido a medida que se impacientaba, internándose cada vez más en el laberinto de corredores y habitaciones, hasta que llegó a su habitación.

Se detuvo allí un momento, y dejó sobre su cama el manto y la corona. No iba a necesitarlos allí donde iba.

Se dirigió a uno de los extremos de la habitación, donde un enorme espejo estaba pegado contra la pared, pero no se detuvo a observar su reflejo, ya sabía que era perfecto, si no que se puso a un lado y empujó el enorme espejo, moviéndole de su sitio y dejando al descubierto un agujero en la pared que daba a un pequeño y oscuro corredor, unas escaleras que bajaban hasta donde alcanzaba la vista.

Se detuvo solo un instante para coger una lámpara y algunas velas y se internó en el oscuro pasadizo.

El camino se le hizo largo, aunque supiera que en realidad era más bien corto sus ansias por llegar al otro lado hacían que siempre se le antojase eterno.

Al fin las escaleras terminaron y el corredor desembocó a una pequeña sala.

El rey encendió algunas de las velas, colocándolas de forma que iluminaran las zonas que antes quedaban en la penumbra, alcanzando así a ver lo que había ido a buscar, aquello que tanto anhelaba…

En el extremo más alejado de la habitación, sostenido por cadenas y correas de cuero negro se encontraba un joven semidesnudo, moreno, musculado.

Sus ojos estaban tapados por una venda, una vara de metal entre sus dientes y atada a su nuca le Impedía hablar. Las muñecas alzadas muy por encima de su cabeza le obligaban a mantener los brazos en alto, en su pecho desnudo cubierto de aceite brillaba la tenue luz de las velas.

El rubio se acercó a él, con una mirada lujuriosa en sus ojos y una sonrisa traviesa.

– Jonghyun…

El encadenado levantó la cabeza al oírle, intentó hablar, pero la mordaza solo dejó escapar un ligero gemido.

Key se arrodilló a su lado, acariciando su mejilla con sus dedos.

– ¿Me echaste de menos? ¿Echaste de menos a tu amo? – le preguntó mientras le agarraba por el cabello obligándole a echar atrás la cabeza. – mi lindo cachorrito… – acercó sus labios a su cuello para besarle – Yo si te echaba de menos ¿Sabes? Las fiestas ahí arriba son muy aburridas… Tenía ganas de jugar con mi cachorrito… – los besos se transformaron en mordidas mientras el moreno gemía y se debatía entre sus brazos.

El sonido de los gemidos y las cadenas consiguió excitar al joven rey más que las caricias de ninguna de sus bailarinas, y se apresuró a quitarle la mordaza a su esclavo para poder besarle en los labios, esos labios rojos y carnosos que había querido solo para él desde la primera vez que los probó.

El moreno correspondió el beso, y en pocos segundos era el rubio el que gemía de placer.

– Key… – suspiró el moreno al separarse.

– ¡Con más respeto chucho! – le ordenó este mientras tiraba de la correa de púas que este tenía alrededor de su cuello.

Un profundo gemido escapó de su pecho, lo que incitó al rubio a apretarlo aún más.
Las púas metálicas se clavaban en su piel, ya marcada de cicatrices, no todas cerradas. Sus gemidos eran ya gritos de dolor.

Key soltó el agarre de las púas solo para acercarse al moreno y empezar a lamer la sangre que brotaba ya abundante de los numerosos cortes.

El esclavo se debatía entre las cadenas que le sostenían, produciendo un sonido que excitaba aún más al rubio.

– No hagas eso – le ordenó este en cuanto vio que se mordía los labios para soportar el dolor- tendré que castigarte si estropeas uno de mis tesoros…

Lamió sus labios lentamente, como intentando recalcar que realmente eran de su propiedad, a lo que el encadenado respondió sacando la lengua a su vez para juntarla con la de su amo.

El rubio volvió a dirigir sus labios al cuello de su «juguete», cada vez mas teñido de rojo. Lamió sus heridas y succionó su sangre, ese sabor metálico, dulce y cálido le encantaba, y le ponía a cien.

El moreno dio un respingo al sentir las frías manos del otro tocando su piel. Aún con todas las heridas que tenía le molestaba más el frio.

Las gotas de sangre se iban deslizando por su pecho y el rubio, ávido de probar más de su sabor, siguió el recorrido de esas gotas rojas lamiendo cada centímetro de ese cuerpo escultural hasta llegar a sus pezones, en donde dos aros metálicos colgaban unidos por una cadena. El esclavo soltó un gemido al sentir como el rubio cerraba sus dientes alrededor de uno de ellos, tragándose el anillo y mordiendo la cadena a la vez que tiraba de ella.

Mientras su boca se entretenía en esos puntos rosados, sus manos se habían ido deslizando por su cuerpo, bajando cada vez mas hasta encontrarse con el ya creciente bulto entre sus piernas. Lo acarició lentamente por encima de la tela, acelerando las caricias hasta que consiguió arrebatarle al otro un gemido de placer.Estaba realmente duro. Siempre le sorprendía lo rápido que su cachorrito se excitaba con él, aunque, claro, él también notaba los efectos.

Se separó un poco del moreno y de un tirón le quitó su pantalón negro, para deleitarse con la visión de su cuerpo desnudo y excitado. Le ponía demasiado…

Sin poder esperar más acercó sus labios al erguido miembro de su amante y, de forma apasionada y algo brusca empezó a lamerlo ya a succionarlo como si lo quisiese devorar.

– Ah… Mmm…

Por más que lo intentase el encadenado no podía reprimirse los gemidos de placer por lo que el otro le hacía, y eróticos sonidos escapaban de sus labios.

– Déjalo Key, suéltame – este lo ignoró. – ¡suéltame, voy a correrme! – su voz sonó más parecida a un gruñido que a una voz humana.

El rey finalmente se separó unos centímetros y miró a su esclavo que aún no podía verle pues seguía llevando la venda sobre los ojos.

– ¿Cómo te he enseñado que se piden las cosas Jonghyun?

Este respiró varias veces hasta conseguir controlar sus jadeos para añadir con voz más calmada:

– Por favor alteza, soltadme de mis araduras para que pueda proporcionaros el mismo placer que sus manos me hacen sentir…

El rubio esbozó una sonrisa torcida y besó de nuevo a su amante.

– Aprendes rápido cuando te interesa ¿eh? – le susurró al oído mientras le mordía sin miramientos. – ¿y para que dices que quieres tus manos…? – siguió preguntando con voz seductora mientras sus manos volvían a su entrepierna para seguir masturbándole y sus labios se dirigían a la cadena de su pecho para seguir jugando con sus pezones.

– Quiero… Ah! – su voz volvía a salir entrecortada por los jadeos por lo que el rubio le hacía. – quiero darle placer…

El rubio rió mientras su lengua seguía jugueteando con el aro de metal.

– Aw… Pero como vas a hacer eso exactamente jonghyun?

– Ah… Yo… – el placer por lo que el otro le hacía era demasiado intenso para dejarle hablar. Sentía que estaba a punto de estallar pero se contuvo. No podía pasar muchas horas junto a su amante y no pensaba desperdiciar ni un segundo.

– Por favor Key… Suéltame ya…

Este finalmente accedió, divertido por la excitación que había conseguido causar al prisionero.

Sacó de debajo de los pliegues de su túnica una pequeña llave de hierro que llevaba atada al cuello con una fina cadena de plata. Cogió la llave y la acercó a la pieza de metal que sujetaba sus brazos unidos, introduciéndola en la pequeña ranura y haciéndola girar suavemente.

Al sentirse liberado el moreno sacudió sus manos y sus entumecidos brazos y, sin perder más tiempo, saltó sobre su amante cogiéndole las muñecas y apasionándolo con su cuerpo mientras se arrancaba de un tirón la venda de los ojos.

Levantó los párpados y el tiempo pareció detenerse. Ambos se quedaron mirando a los ojos, turbados, perdidos en la mirada del otro.

Permanecieron así durante segundos eternos, contemplándose mutuamente, acercándose lentamente hasta que el rubio cerró sus ojos y el otro se acercó aun más a su rostro para depositar sobre sus labios un beso. Un suave y dulce beso, no de pasión desenfrenada como los anteriores, simplemente un beso de amor.

Volvieron a mirarse a los ojos al separarse. Por algún motivo los del joven rey estaban ligeramente húmedos.

– Te amo Jonghyun. – le dijo casi en un susurro. – te amo…

El moreno esbozó una sonrisa torcida y volvió a besarle, más bien a devorarle, de nuevo con esa pasión de hacía solo unos instantes.

El rubio se maldijo a sí mismo en silencio. Por eso le vendaba los ojos, para no verlos. Eran su debilidad. Cada vez que veía esos oscuros y adorables ojos de cachorrito sus sentimientos se desbordaban y terminaba diciendo cosas estúpidas y quedando a merced de su «juguete». No soportaba sentirse tan débil ante él.

Abandonó sus pensamientos al sentir como el otro empezaba a colar sus manos por debajo de su ropa, acariciando su cuerpo, luchando por arrancársela.

– ¡Eh! ¡Cuidado con eso! – le regañó haciendo que dejase de tirar de la delicada tela. – como se rompa o se ensucie yo…

Se detuvo al sentir de nuevo los labios del esclavo en su cuello, trazando un camino de saliva des de la oreja hasta la clavícula.

– Yo… – Siguió el rubio intentando sobreponerse al placer para decir algo coherente.

– ¿Si…?

– ¡Te azotaré! – exclamó al final con voz divertida

– Me gusta que me azotes… – respondió el otro sin inmutarse, siguiendo con su trabajo en el cuello de su amante.

– Pues dejaré de traerte comida.

– Me basta con comerte a ti…

– Entonces dejaré de venir a verte. – sentenció al final ya molesto por como el otro se tomaba sus amenazas.

Por los ojos del moreno cruzó una mirada asustada. Pero enseguida se sobrepuso y se volvió a dibujar en su rostro su siniestra y sensual media sonrisa.

– No aguantarías… – le susurró al oído en respuesta. – me necesitas.

Volvió a sus labios, besándole apasionadamente para acallar sus amenazas, mientras le quitaba la túnica, esta vez con movimientos delicados tratando de que la suave seda no se arañase contra el duro suelo de piedra.

No tardó en tenerle completamente desnudo ante él. Sus manos acariciaban su cuerpo con movimientos expertos, conocía perfectamente el cuerpo de su amante, sus zonas más sensibles, la clase de caricias que le hacían gritar de placer.

A Key le encantaba la sensación de sentirse prisionero de su amante. Sentir sus fuertes brazos rodeándole, su cuerpo moreno sobre el suyo, sus labios devorándole, el calor, los gemidos, los jadeos de ambos mezclándose…

Sentía como los labios de Jonghyun se deslizaban por su cuello, mordiendo sus orejas, su blanca piel, mientras sus manos habían ido bajando por su cuerpo, sin dejar ni un centímetro de su piel sin reseguir.

Por su lado el rubio enredaba sus dedos en el pelo moreno de su esclavo mientras le rodeaba con sus piernas y se movía pegando su cuerpo con el de su amante, haciendo que sus pieles se rozasen, gimiendo de placer cada vez que sus hombrías entraban en contacto. Se sentía a punto de explotar. Pero se negaba, la noche apenas acababa de empezar…

Empezaba a desesperarse, sentirle tan cerca, tan excitado, tan caliente… le daban ganas de más, quería sentirle dentro suyo…

– Hazlo ya Jjong… – Le pedía entre jadeos, moviéndose cada vez más cerca de él, frotándose con más fuerza contra su piel desnuda – vamos…

– ¿Eso es una súplica mi amo todopoderoso?

– ¡ES UNA ORDEN!

Jonghyun se reía de las ansias del joven rey, pero no tardó en obedecerle, él también lo necesitaba…

Le giró, haciéndole quedar boca abajo, y resiguió con su lengua toda su columna, dejando un reguero de saliva en la blanca piel del menor.

Pasó su brazo por detrás de su cintura haciendo que su trasero quedase más elevado, y le separó las piernas para acariciar con sus dedos su entrada…

Introdujo un dedo, a lo que el rubio respondió con un gemido y un provocativo movimiento de caderas, pidiéndole más. Introdujo otro dedo y el menor gimió más fuerte.

– Ya Jjong… Todo…

– Pídemelo… – Le susurró al oído.

– Por que… Tendría… ah… Que pedirte… ammm…

– Lo estás deseando Keyssi…

– ¡METELA DE UNA VEZ MALDITO PERRO!!!

– Me encanta cuando me dices esas cosas…- le dijo mientras le penetraba entero de un golpe. Duro, directo.

Al sentir la intromisión el rubio soltó un fuerte gemido, ahora no solo de placer. Los brazos le fallaron y cayó, quedándose con la frente pegada al frio suelo mientras se acostumbraba.

– Keyssi… – le susurraba el otro inclinándose sobre él y acariciándole el pecho – ¿duele?

– ¡Claro que duele idiota! Eres demasiado grande…

– Y eso te encanta ¿a que si…?

– Babo – su voz no sonaba para nada enfadado.

El esclavo bajó sus manos hasta la entrepierna de su amo y empezó a masturbarme lentamente, al mismo tiempo que empezaba a embestirle suave, acelerando el ritmo poco a poco.

– Mas… – Oyó que pedía el rubio entre jadeos.

Jonghyun no se hizo de rogar. Sentía como las paredes del menor le apretaban, le volvía loco. Todo él le volvía loco. Sus gemidos de placer, su cuerpo, su aroma embriagador, su cuerpo moviéndose bajo el suyo…

Ambos se movían ya a un ritmo frenético. El placer y la lujuria les dominaban, era imposible parar.

Jonghyun se inclinó sobre el cuerpo de su amo, lamiendo la blanca piel de sus espalda, resiguiendo la columna con su lengua mientras sus manos seguían jugando con su pecho y entrepierna, dándole placer, haciendo que el otro se estremeciera en sus brazos y arrancándole profundos gemidos. El rey no era el único cuya voz inundaba la sala. Lo sabía.

– Ah… Como… Como me encanta tu voz… – soltó el rubio entre gemidos.

El esclavo cogió al rostro de su amante, echándolo hacia atrás, juntando sus labios con los de él, necesitado de sus caricias.

Key se dio la vuelta, haciendo que Jonghyun saliese de su interior solo para volver a entrar con suma facilidad en cuando este estuvo posicionado de nuevo bajo su cuerpo, con la espalda sobre las frías baldosas, para poder rodear con brazos y piernas ese cuerpo cálido que le estaba poseyendo de forma brutal.

Habían vuelto a juntar sus labios, pero ambos estaban demasiado absortos por el placer como para ser capaces de besar al otro, simplemente dejaban que sus lenguas se rozaran con el movimiento de sus cuerpos.

El tiempo perdió su significado en ese torbellino de caricias y besos, entre la excitación y la lujuria se les escapaban los minutos, las horas…

Jonghyun seguía embistiendo el pálido y delgado cuerpo de Key, quien reaccionaba a cada movimiento pidiendo más, siempre más…

– Aw … Jjong… Ya… – gemía el rubio entre jadeos- que me vengo…

– Espérame… – le rogó el esclavo con un gruñido mientras aumentaba aun más el ritmo.

– Aaaaah… – gimió el joven rey al sucumbir al placer mientras se dejaba llevar por los espasmos propios de la excitación. Disfrutando la sensación y sintiendo como su amante seguía embistiéndole salvajemente.

– Ya… – murmuró el otro contra la piel de su espalda al mismo tiempo que el rubio sintió el cálido fluido en su interior.

Salió de él y se dejó caer a su lado, exhausto. El más joven se acurrucó junto a su pecho, abrazándole con fuerza.

Pasaron un rato así, abrazados, callados, sin hacer nada, simplemente disfrutando la compañía del otro.

– ¿Que hora crees que debe ser? – preguntó finalmente el joven rey a su esclavo.

Este dirigió la mirada al pequeño tragaluz de la pared, minúsculo y completamente inaccesible, por el que se adivinaba un hermoso cielo estrellado.

– No sé, tarde, pero aún no amanece.

– Mmm… – ronroneó Key – en ese caso dormiré un poco. Despiértame cuando amanezca.

– A sus ordenes mi señor.

– Así me gusta, trata con respeto a tu rey.

– Si lo prefieres la próxima vez te follo con más respeto… – replicó burlón – aunque en el fondo sé que te encanta así… – añadió antes de dejarle responder.

El rubio se quejó, sonrojado, y le dio una cachetada sin hacerle daño.

– Estúpido perro… Si no fuese porque te quiero… – murmuraba medio adormilado- ¿Tú me quieres Jonghyun?

El esclavo no respondió, se quedó mirando como el menor bostezaba y se acomodaba en su pecho.

– Duérmete Key. – dijo al fin – te despertaré cuando salga el sol.

Aunque no lo quisiera el rubio, estaba agotado, y en segundos sus párpados se cerraron, su respiración se acompasó y se internó en el mundo de los sueños.
El moreno, tumbado a su lado, le acunaba contra su pecho y le acariciaba el pelo suavemente, sin apartar de él la mirada.

– Por supuesto que te amo Key – murmuró cuando se aseguró de que el otro dormía. – solo mira en lo que me he convertido por ti. Y ni siquiera echo de menos el aire o el sol, no si te tengo conmigo.

Acercó su rostro al de él y con cuidado de no despertarle besó suavemente su frente, su nariz, sus párpados, sus labios.

Se separó con un suspiro y siguió acariciando su suave cabello rubio, contemplando su rostro a la suave luz de las velas. Tan dulce, tan hermoso, tan perfecto.

Definitivamente no podría amarlo más…

Acerca de ShirokoToKuroko Fanfics

Somos... Otakus, k-popers, fujoshis, y... bueno, no vamos a poner el resto aquí! XD vale, vale... nos encanta leer y escribir, mirar animes y doramas, dibujar, escuchar música y fangirlear a tope!!!! y si, estamos locas! ^^

Publicado el May 19, 2012 en Esclavo Fanfic y etiquetado en , , , , , . Guarda el enlace permanente. 7 comentarios.

  1. WOAH!, genial, dongsaengs, me ha gustado mucho, qué adorables son JongKey… Y qué obsesión tenemos con encadenarlos, jeje. ¡Culpa de la SM!

  2. Me encanto está super me encanto escribe más fanfics sips por favor

  3. Eso es todo? D: sería lindo si fuera con más capítulos :3 ❤

    • Estuvimos pensando en una continuación pero nada parecía factible u.u una pena. De todos modos nunca descartamos posibles proyectos futuros, quien sabe, igual algún día llega una continuación jejeje
      nos alegramos mucho de que te haya gustado ¡gracias por el coment!

  4. Soy nueva en esto pero aun así me encanta no podrían subir mas del jongkey >///<

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