Ámame Profe. 51: Novios en Sociedad

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Categoria: fanfic yaoi

Personajes: NU’EST (grupo kpop)

Pairing principal: BaekRen (Baekho x Ren)

 

Una disculpa, de nuevo, por el retraso. Espero que no os hayáis olvidado de estos niños (y no tan niños) preciosos míos, ¡aún tengo intención de escribir mucho sobre ellos! 

 

 

Les echaba de menos.

Había hecho amigos guays en la uni, le gustaba la carrera, pero eso no quitaba que JR, Hyuk y Tao eran casi sus hermanos.

Les había estado mandando cartas, pero le respondían una de cada diez.

“Venga, que solo les queda año y medio” se dijo Minhyun para animarse “Y luego te irás tu y dos años más”.

Si, era muy bueno animándose a si mismo.

Salió de la Uni masticando el bocadillo de la comida antes de ir a trabajar, pensando en las diez mil cosas que tendría que hacer cuando llegase a casa, y llegó ansioso de que aún no había hecho esas diez mil cosas. Ya no trabajaba en el cine, necesitaba unos horarios más estables. Había conseguido que le cogieran en la papelería de al lado del colegio, donde se había pasado años yendo a imprimir los trabajos a última hora. Se pasaba cuatro horas allí cada tarde, pero libraba fines de semana.

Los fines de semana eran para Aron. Y bueno, para estar en casa, de vez en cuando.

Sus padres se quejaban de que cada vez le veían menos. No podía negar que tenían toda la razón del mundo. Aunque por algún motivo que Minhyun no podía llegar a comprender eso no había hecho que se opusieran en absoluto a la idea de que se fuesen a vivir juntos. Muy lógico todo.

Suspiró y dejó a medias la ecuación que estaba tratando de resolver para ir atender a la chica que acababa de entrar.

– Es el único archivo que hay, a doble cara por favor.

– En seguida – le cogió el pen drive con su sonrisa más profesional y se fue a hacerlo. Su jefe le miró con aprobación mientras seguía en su butaca ahí en el fondo del local, viciando a ese jueguecito del móvil.

No era que hubiese mucho trabajo, pero si consiguió mantenerse ocupado toda la tarde. Cuando dieron las ocho, hora de salir, aún no había conseguido terminar los ejercicios que tenía de deberes. Recogió sus cosas y dejó a su jefe apagando las máquinas, pensando ya en el poco tiempo que tendría para cenar si quería terminar el trabajo antes de ir a dormir. E irse a dormir temprano. Y encontrar un ratito para llamar a Aron…

Pero al parecer no necesitaría llamar a Aron, porque estaba ahí fuera esperándole.

– ¡Oh! – exclamó sorprendido de verle allí.

– Hey – le sonrió. No fue a abrazarle ni besarle, no ahí frente el instituto, frente la copistería. – Me he quedado corrigiendo unos trabajos, y como eran casi las ocho pensé en pasar a verte.

Minhyun sonrió de oreja a oreja.

– ¿Quieres que venga a tu casa?

– Si puedes si.

– Un momento que llamo a mi madre pues.

Caminaron hasta su apartamento cogidos de la mano. Su compañero de piso ya ni se sorprendió de verles llegar juntos. En el último año Minhyun se había pasado la mitad de noches yendo a dormir allí.

“Un año ya casi…” pensó con admiración levantando la vista de sus apuntes.

Había esparcido sus deberes por sobre la cama de Aron mientras él, tumbado a su lado, buscaba apartamentos desde su portátil.

Mira, este es chulo – le interrumpió por enésima vez – el baño parece bastante nuevo y las habitaciones son espaciosas, aunque no está amueblado y… creo que está muy en las afueras…

Minhyun le miró con una sonrisa condescendiente, incorporándose para besarle.

Escoge los tres o cuatro que más te gusten y me los enseñas luego cuando termine – le dijo señalando sus deberes. Aron asintió y murmuró una disculpa por estar interrumpiéndole a cada momento y siguió a lo suyo. Minhyun le miró unos segundos, aprovechando que él no le miraba, ahí todo concentrado. Sonrió, y sacudió la cabeza volviendo a sus deberes, dispuesto a terminar cuanto antes mejor.

¿Te puedo ayudar con algo? – le preguntó Aron un rato más tarde. Minhyun aprovechó la distracción para decidir que llevaba demasiado rato peleándose con ese último ejercicio y que no pasaría nada si uno no le había salido. Le dijo que no y le pidió que le enseñara los apartamentos que había encontrado. Como tantas otras veces, ninguno les convenció. Aron apagó el ordenador algo alicaído, preparándose para ir a dormir ya, y después de ponerse el pijama, Minhyun se metió en la cama abrazándole juguetón para animarle. Estuvieron haciendo el tonto un rato, no mucho, pues ambos tenían que levantarse temprano.

– Oh, por cierto – le dijo Minhyun un rato más tarde – He quedado con Minki esta sábado. – Aron le miró, interrogativo – Me mandó un mensaje el domingo diciendo que tenía que explicarme algo SUPER SUPER importante osea que iré a que me explique que ha hecho Baekho ahora.

Aron se rió, abrazándole, le dijo que le mantuviera informado y apagó las luces para irse a dormir.

 

Fueron a merendar el sábado, con Minki. El pequeño le saludó con un abrazo y una sonrisa de oreja a oreja, pero no soltó prenda de ese algo tan tan tan alucinante que le tenía que explicar. Le preguntó a Minhyun sobre su vida, que había decidido sobre lo de irse a vivir con Aron, si tenían ya apartamento, si había estado hablando con su hermano.

– No responden muchas cartas ninguno de los tres – se quejaba Minhyun – y básicamente cuentan lo mismo, que es agotador pero mola, que se están poniendo muy cachas, que echan de menos a la gente de aquí…

Hyuk había sido muy específico, diciendo que echaba de menos ver mujeres. “Si ya no digo ni acostarme con ninguna, simplemente verlas”. Tao, por su parte, estaba encantado de que las instalaciones tuviesen duchas compartidas. JR había terminado en la misma compañía que él y corroboraba que se le iban los ojos que daba gusto, pero también había dicho que estaba consiguiendo disimularlo bastante bien.

Minki se reía y asentía.

– Le echo de menos – decía, aún sin perder esa sonrisa que tenía tan pegada ese día – Nosotros como le escribimos entre todos y cuando le llamamos también está mamá y tal pues no me entero de nada interesante. Ni puedo contarle nada.

– ¿Nada de que? – preguntó Minhyun, sabiendo que estaba a punto de caerle el notición.

– Bueno… – Minki se sonrojó hasta las orejas antes de responder, y por primera vez Minhyun pensó que tal vez si era algo importante y se sintió intrigado.

– Venga, suéltalo.

– Pues nada, que la semana pasada me quedé a dormir en casa de Baekho.

– Oh – “Pues vaya” pensó – Hacía mucho que no os veíais ¿no?

Minki asintió, sonriendo aun más.

– Y bueno, pues… lo hicimos. Ya en serio, del todo.

Se lo quedó mirando con ojos como platos. ¿Iba en serio? ¡Pero si era un crío aún!

“Bueno, no tan crío supongo…” Estaba a punto de cumplir los quince. “Si, es un crío”.

– Oh – murmuró ya más recuperado – Vaya… – No muy recuperado.

Minki no dejaba de reír como un tonto, obviamente orgulloso de ello.

– Fue bastante terrible en verdad – decía – porque dolió un montón, pero bueno, lo hemos hecho que es lo importante jejeje.

“Supongo…”

– Bueno, pues muy bien, me alegro mucho.

“Cuando JR se entere le da algo” pensó “¿Debería decírselo yo?”

– Y bueno, ahora somos novios – le dijo – ahora ya si, de verdad, me lo pidió.

– Oh wow – le dijo, ahora ya si alegrándose de verdad, aunque solo fuera por ver fin a tantos años de “si pero no” – ¡que bien!

Minki llevaba encima una sonrisa deslumbrante, y aunque solo fuera por lo feliz que se le veía a Minhyun le parecía una noticia maravillosa. Que si, que esos… ¿dieciocho? ¿diecinueve? años de diferencia eran muchos, que Baekho ya era un señor hecho y derecho y Minki aún era un niño, pero viendo a Minki tan feliz no parecían ser detalles tan importantes.

– Me alegro mucho – le sonrió antes de dejar que Minki empezara a explicarle los detalles de la noche, de su primera semana de novios llamándose a todas horas, de lo adorable que era Baekho cuando se lo proponía.

Después de separarse de Minki, volviendo ya para su casa, no pudo evitar buscar el contacto de Baekho en el móvil y mandarle un “Felicidades campeón, ya era hora”. Se arrepintió al segundo, no tenían tanta confianza, pero le había parecido necesario. Luego reparó en el hecho de que estando JR en el ejercito probablemente no se enteraría de eso hasta que regresase, y que con JR ausente nadie estaba controlando a Minki.

– “Cuidadín con el niño, que te tengo vigilado” – añadió.

 

 

El director Kim Kibum, también conocido como Key, miraba con cansancio la bandeja de entrada de su correo. Las navidades eran terribles. Más que las navidades el otoño, todos los meses anteriores, cuando todo el que no se había acordado antes empezaba a darse prisa en grabar los anuncios para la campaña de navidad.

Seop entró un momento, dejándole más ficheros sobre la mesa, recordándole que aún tenía más trabajo.

– Gracias – murmuró con desprecio. Él se rió, se acercó a darle un beso rápido y siguió trabajando. Volvió a los pocos minutos.

– Ha llegado Choi Ren.

“Cinco minutos antes” pensó Key mirando el reloj colgado en su despacho. Mejor, así tenía excusa para seguir dejando esa montaña de trabajo para más tarde.

– Dile que pase.

Sonrió para si mismo mientras esperaba que llegase. Tenía buenas noticias, y se moría por ver su cara cuando se lo dijera, más con lo deprimido que había estado últimamente.

Aún así, cuando le vio llegar se dio cuenta al instante de que ya no estaba deprimido.

– Bueno, me esperaba esa cara cuando salieras de aquí, no al entrar – le dijo mientras el pequeño se sentaba frente a su mesa, sonriendo como un idiota. Le saludó y apretó los labios para dejar de sonreír, formal y serio. – Bueno, tengo varias cosas a tratar contigo – le dijo – pero ¿hay algo que quieras contarme antes?

Minki se rió, subiendo los pies a la silla, Key no le dijo nada por ello, en vez de eso lo aprovechó para dejar su pose de trabajo y sentarse también con las piernas cruzadas.

– Si – le dijo Minki, con una mirada de suficiencia que consiguió picarle la curiosidad. – pero te lo puedo contar luego, ¿de que querías hablar?

Minki tenía esa desenvoltura natural, esa tendencia a olvidar las jerarquías y pasarse los formalismos un poco por donde le daba la gana. Más que eso conseguía que los demás también los olvidasen, que dejara de parecer importante que Key no era su colega si no su jefe. Suspiró y, una vez más, se lo permitió.

– Bueno, pues en primer lugar ya está montado el anuncio que fuiste a grabar la semana pasada. – Minki murmuro un “Oh”, poniéndose más recto sobre la silla, interesado – No empezarán a emitirlo hasta dentro de un par de semanas o así, pero he pensado que igual querrías verlo.

Quiso, obviamente. Aunque en un principio le había sorprendido la idea con la que le había ido el publicista luego había sido divertido de grabar, y el resultado no podía ser mejor.

Minki miraba embelesado como su yo de la pantalla le miraba fijamente, con esos arreglos y adornos de mujer. Key ya había visto el video unas diez veces y, si no fuera porque conocía a Minki, se hubiese creído que era una actriz quien le miraba desde la pantalla, quien le vendía esa nueva colonia, para después deshacerse el peinado, volverse salvaje y transformarse en hombre, un hombre aún más atractivo y seductor, que volvía a venderle esa colonia, ahora para hombre.

No sabía si venderían mucho, pero Minki se haría famoso con ese video. Él ya había empezado a utilízalo para encontrarle nuevos trabajos, y estaba funcionando.

Minki parecía algo avergonzado cuando terminó el anuncio, le miró dubitativo.

– ¿Ha quedado bien?

– Ha quedado perfecto – le dijo con una sonrisa. – ¿no crees?

– No se – murmuró – me lo pasé bien haciéndolo pero me veo algo ridículo…

– Te ves muy bien – le replicó – y no soy el único que opina eso. – Ahora si le miraba más interesado. – Te han invitado a desfilar en la próxima edición de la Seoul Faishon Week.

Minki abrió los ojos como platos.

– ¿Es en serio?

Key asintió. Sabía que terminaría allí, pero no tan pronto, no en su segundo año de carrera. De algún modo, mientras Minki se exclamaba alucinado él le sonreía, orgulloso de su niño.

– Oh, y lo último.

– ¿Es que hay más?

– Si, por supuesto. – se rió – este año si voy a colarte a las pasarelas de invierno, así que ves haciéndote la idea de que estarás ocupado.

Tenía un montón de peticiones para los anuncios de la campaña de navidad, y aunque había un par de huecos secundarios donde creía poder colar a Minki, después de que el pequeño tuviese un anuncio propio y le hubiesen invitado personalmente a la SFW le parecía que sería retroceder, y prefirió reservárselo.

– Oh, – terminó – y si da tiempo, que aún no estamos seguros, nos gustaría hacer un photoshoot aquí en la agencia, de temática navideña y tal, para hacernos un poco de publicidad a nosotros mismos. Si consigo encontrar un hueco ya te llamaré.

Minki le miraba con tal sonrisa que no estaba seguro de fuese a acordarse de todo, se aseguraría de llamar luego a su madre para aclarar fechas y contratos. De momento. Se interesaría más en saber el porque de esa enorme sonrisa con la que había llegado.

Cuando Minki al fin lo soltó casi no se lo creyó.

– Así que ya ves, tus consejos funcionan – se reía el pequeño.

Novios, de verdad, oficialmente, finalmente. “Ay” pensó “como crecen”. Si, aunque no tuviese nada que ver con el trabajo, Key se sentía orgulloso de su niño. Se sentía un poco mal por tenerle un trato tan preferente, al fin y al cabo no era más que uno de sus modelos, pero no podía evitarlo, tal vez porque era el más pequeño, tal vez porque tenía tanto talento, tal vez por esa manera de hacer las cosas tan suya y tan especial, se hacía de querer.

Despidió a Minki en la entrada, pasó junto a Seop, que le preguntó con la mirada a que venía tanto escándalo. Le respondió medio en broma que se pusiera a trabajar que no era de su incumbencia.

– Que fuerte… – murmuró para causarle más intriga mientras volvía a su despacho. Vio la pila de trabajo que aún tenía y decidió portarse un poco mal y dejarlo para más tarde. Se espachurró en su silla, con los pies sobre la mesa y sacó el móvil, rebuscando entre sus contactos antiguos. – ¿Wonsik? – preguntó cuando descolgaron – A que no sabes de que me acabo de enterar.

 

Minki no dejaba de mandarle mensajes, y él no dejaba de sonreír. Jaehwan, en el coro, le había dicho que hacia mejor cara, y él, sintiéndose generoso, le había dicho que “su novio”, ese chico ALGO más joven que él con quien estaba medio liado había ido a verle, que ahora volvían a hablarse, que habían hablado y ya si, ya era su novio.

Hacía muchos años que no tenía novio, hacía muchos años que no se sentía tan enamorado, si es que se había sentido así alguna vez.

Minki le llamó emocionado con las novedades en la agencia, y a él le saltó el corazón al ver que le llamaba, al oír su risa al otro lado. Mentalmente volvía a tener quince años. “O tres” se respondió a si mismo. Si pensaba en ello no se sentía orgulloso de su comportamiento, así que prefería no pensar en ello.

Colgó el teléfono, aun con una sonrisa en los labios, y si colgó fue porque Minki le decía que había llegado a casa ya y que tenía que saludar a sus padres y explicarles todo también, que le volvería a llamar luego, que le quería, que echaba de menos sus besos, que pensara en él y contara los segundos hasta que volviera a llamar.

Colgó y suspiró, sintiéndose algo idiota. “Pero un idiota feliz” se dijo.

Definitivamente idiota.

Había contado hasta tres cuando el teléfono volvió a sonar, era Wonsik. Mientras descolgaba se sintió culpable de no haberles dicho nada aún a los chicos. En parte no se atrevía, en parte no sabía como hacerlo, en parte prefería explicárselo en persona, y los días habían ido pasando.

– Hey – le dijo al descolgarle – que hay.

– ¿¿¿Que que hay??? ¡Tu dirás que hay! Jajajajaja ¿¿¿Cómo se te ocurre no decir nada???

“¿Eh?”

Lo primero que le pasó por la cabeza fue que, de algún modo, se habían enterado.

“¿Cómo iban a enterarse?” se respondió a si mismo.

– ¿Que pasa?

– ¡¿Cómo que que pasa?! ¡Que al fin te has tirao al crio pasa!!!

“Oh”

Pues si que lo sabían.

– ¿Cómo no lo cuentas? – oyó la voz de Hakyeon desde el otro lado del teléfono – que nos hemos tenido que enterar por… ¿un ex?

En su voz había un deje de reproche, no dirigido a él, y no pudo evitar reírse.

– ¡Fue hace muchos años! – oyó a Wonsik replicándole.

“Así que Minki se lo ha contado a Key…”

– Bueno – respondió él – no sabía como decirlo tampoco. Estaba pensando de deciros de salir a cenar un día.

– Pues si. Toca salir. Toca celebrarlo. ¡Dile que se venga también!

– Si, si, queremos detalles. Y vamos, aún necesita nuestra aprobación.

– ¿Que aprobación ni que leches??? – se rió.

Le exigieron detalles, aunque se negó a dárselos, consiguió que colgaran y el teléfono volvió a sonar. Era Hongbin, y luego fueron Jongin y Kyungsoo. Todos indignados de que no se lo hubiese dicho antes, todos felicitándole de que, al fin, hubiese sucedido.

Sabía que sus reacciones alegres no eran más que un paréntesis de realidad. Sabía que la relación que tenía con Minki no podía salir de su circulo de amigos más próximo, pues si a él le había costado años aceptarlo ¿que diría el resto del mundo? ¿Cómo reaccionaría su madre cuando lo supiera?

No quería ni pensarlo, pero de mientras quería permitirse esa inconsciencia, disfrutar de lo prohibido como Minki llevaba tantos años diciéndole que hiciera, como todos sus amigos parecían pensar que era lo correcto, saborear la palabra Novio mientras pensaba en Minki, mientras recordaba sus besos y sus gemidos, como había estado dentro de él.

“Fue un desastre” se reprochó, pero se lo reprochó con una sonrisa mientras, como el pequeño le había dicho, contaba los segundos hasta que le volviera a llamar.

Definitivamente era como tener quince años otra vez, solo que no recordaba haber sido tan feliz con quince años.

 

Fue el cumpleaños de Minki, y aunque cayó entre semana y ya había quedado en subir al fin de semana siguiente a celebrarlo se escapó por la tarde y subió a la ciudad a felicitarle en persona. El pequeño le recibió con un beso ansioso, en cuanto pudieron refugiarse solos a la intimidad de su cuarto. Era la primera vez que se veían desde que “estaban saliendo”, y le costó horrores separarse de él y volver a bajar, haciendo comentarios sobre los regalos que supuestamente había subido a ver.

Se fue más temprano de lo que hubiese querido, o más tarde, teniendo en cuenta que tenía que trabajar al día siguiente, pero volvió allí el sábado, directo cuando salió del coro.

Cuando llegó la fiesta hacía horas que duraba. Habían ido a merendar Taekwoon y Joori, y se encontró con Minhyun y Aron ahí también, aunque ellos solo se habían pasado un momento, a saludar y darle un regalo, y echarle una mirada burlona a Baekho cuando llegó, cuando ellos ya se iban.

No fueron los únicos a lanzarle miraditas. Ni Sunyoung ni Yixing sabían nada, obviamente, pero tanto Taekwoon como Joori, a quien, por cierto, no veía desde que iba a la guardería, no le quitaban la vista de encima.

Los críos subieron al piso de arriba, a jugar con la Play que, muy amablemente, Minki se había quedado en su cuarto cuando habían despejado el despacho del fondo para hacer el cuarto de Minyoung. Baekho, se quedó un rato con los mayores, abajo, observando a la pequeña que ya dormía en los brazos de su madre y hablando con Sunyoung y Yixing quien, a su manera, también había echado de menos.

– Menuda nochecita nos espera – murmuraba Sunyoung – no sé ni como montaremos las camas. Tu tranquilo que el cuarto de JR es tuyo, pero no me parece bien que duerman los tres juntos en la habitación de Minki…

– ¿Se quedan a dormir? – preguntó Baekho, sintiéndose sin querer algo decepcionado.

No es que hubiese esperado nada de esa noche, no en casa de sus padres pero… bueno.

– Eso dijo. – siguió ella – No es que me moleste pero siempre que se queda Joori a dormir tengo ese… no se que. Bueno, si sé el que, que estoy muy contenta de que tenga novia ya pero son muy pequeños aún para… hacer dios sabe que cosas.

“Espera, ¿Que?”

– ¿Joori es su novia? – Será de Taekwoon si acaso.

– Si – afirmó ella muy segura – bueno, él dice que no, pero son tan próximos… Pensaba que tal vez a ti se te había contado algo.

Se quedó en blanco unos segundos.

– No es su novia – respondió muy seguro, ignorando la seguridad que le daría frente a su madre que ella pensase que Minki salía con otra persona – estoy seguro.

– Oh. – se sorprendió ella – como van juntos a todas partes…

“¿Y acaso conmigo no?”

Intentó relajarse antes de terminar soltándole que estaba saliendo con su hijo la segunda semana de noviazgo. Se disculpó con ellos y subió al cuarto de Minki, a ver que hacían.

Estaban los tres tirados por el suelo, jugando a la play, charlando y riendo. Minki se puso en pie en cuanto le vio, pasándole el mando a Taekwoon que sonrió malicioso mientras Joori se quejaba de que no quería perder otra vez.

Saltó a sus brazos en cuanto cerró la puerta, abrazándole y buscando sus labios, al parecer sin importarle para nada la presencia de sus amigos, que, aún con las miradas fijas a la pantalla, se reían de ellos.

Se sentó en el suelo con ellos, y Minki entre sus piernas, muy arrebujadito contra su pecho. Se le hacía algo incómodo, estar ahí, tan pegados, con esos dos críos (de la edad de Minki), que le había quedado claro que sabían de su relación. Taekwoon tenía la mirada fija en la pantalla, muy concentrado, pero Joori, ya resignada a perder de nuevo, no dejaba de echarle miraditas.

– ¿Entonces os quedáis a dormir? – les preguntó un rato más tarde, para sacar tema de conversación más que otra cosa.

Para su sorpresa ambos negaron con la cabeza.

– Lo habíamos propuesto – le explicó Minki, echando la cabeza para atrás para alcanzar a mirarle – pero si te quedas tu… bueno, estaré ocupado.

Oyó a Joori reírse y a Taek resoplando con un “no hace falta ser tan explícito” y sintió como le subían los colores hasta las orejas. Cerró los ojos un momento para respirar con calma, cuando los abrió Minki seguía mirándole con esa sonrisilla viciosa.

– Pues alguien debería decírselo a tu madre – siguió como si nada – porque se está rompiendo la cabeza para distribuir camas y habitaciones.

– Aish – se quejó Minki, poniéndose en pie – si es que no me escucha…

Al dejarles en el cuarto Joori pausó el juego, mirando fijamente a Baekho. Taekwoon se giró a mirarle también, con menos intensidad que ella, pero mirándole al fin y al cabo.

De repente le sudaban las manos.

– Bueno – empezó ella. Él apartó la mirada, incómodo, y Joori volvió a reírse.

Cuando Minki regresó volvió a sentarse entre sus piernas, acomodándose contra su cuerpo.

– Todo arreglado – murmuró segundos antes de buscar sus labios.

Le besaba con ganas, y Baekho no pudo si no devolver el beso, muy consciente de las miradas fijas sobre ellos.

– Minki… – se quejó entre sus labios.

– Es mi cumpleaños – respondió él por toda justificación.

Joori volvió a reírse y les dijo que dejaran de meterse mano (y lengua), que eran unos indecentes, que se buscaran un hotel. Taekwoon, mucho más certero, se dirigió directamente a Baekho con un “te va a pillar la suegra”. Ahora si, apartó a Minki de golpe, alerta. Taek tenía en los labios una sonrisilla maliciosa que hizo que Joori se partiera de la risa y que Minki le lanzara una almohada a la cara, segundos antes de enzarzarse a rodar por el suelo en una apasionada pelea de almohadas.

 

No se fueron mucho más tarde. A Takewoon vinieron a buscarle sus padres, que aún vivían en esa inmensa casucha que tenían en las afueras. Aprovecharían para dejar a Joori en casa de sus abuelos de camino. Ambos se despidieron de Minki con abrazos efusivos, como si no fuesen a volver a verse en años, básicamente Joori. Taek se despidió de Baekho con un “Buenas noches hyung” que hubiese sido muy correcto de no ir acompañado de esa sonrisilla picarona que aún le duraba, y Joori le soltó directamente un “Descansa… si te dejan” que debió de parecerle lo más gracioso del mundo porque se fue partiéndose de la risa.

Sunyoung anunció su intención de irse a dormir enseguida que los pequeños se fueron, pero se detuvo a medio camino a su cuarto, impelida por sus responsabilidades como madre y anfitriona.

– ¿Has cenado? – le preguntó a Baekho mientras empezaba a despejar la mesa de los platos que habían quedado tirados ahí.

– Deja, lo hago yo – intentaba detenerla su marido.

– No – respondió Baekho mientras ellos se peleaban por quien desparaba la mesa – pero no te preocupes por mi, mujer, que me busco la vida sin problema.

– ¿Atracando la nevera despiadadamente? – se rió ella.

– Por ejemplo. – se rió abrazando a Minki, que se le había puesto delante, pegado a su pecho. Este se giró a mirarle de golpe, sin deshacer el abrazo.

– ¿Has probado el pastel? – le preguntó con ojos brillantes, más aún cuando Baekho respondió que no, y fue corriendo a sacar lo que había quedado de la nevera para cortarle un trozo.

Baekho se sirvió una porción, se sentó en la mesa a comer y Minki a su lado mientras Sunyoung inexplicablemente seguía encontrando cosas para hacer, y revoloteaba por ahí llevando platos y bandejas.

– Pues está bueno esto – murmuró llenándose la boca de bizcocho, nata y fresas. Había pensado que sería demasiado empalagoso, pero no. Tal vez era solo que tenía hambre.

– ¿A que si?

Minki alargó la mano a robarle un cachito de fresa que le había caído al plato, animado, y se lo llevó a los labios mirándole fijamente, lamiéndose la nata de los dedos mientras Baekho abría los ojos como platos, desviaba la mirada y le prestaba atención a Sunyoung y Yixing, que seguía dando vueltas por ahí.

– Pues si, ha sido una buena compra – murmuraba él – es de una pastelería que han abierto nueva, ¿sabes donde había la tienda esa de peces?

– ¿La tienda de peces cerró?

– ¡Hace un siglo ya de eso!

Minki le robó otro cachito de fresa, esta vez sin la innecesaria insinuación, su madre al fin se fue a dormir, igual que Yixing, subiendo antes a darle las buenas noches a Minyoung, que ya dormía arriba. Y Baekho se sirvió otro trozo de tarta, prometiéndose que iría al gimnasio el lunes, y se sentó a disfrutar de las insinuaciones de Minki.

– Me alegro de que te hayas podido quedar a dormir – le decía el pequeño, ya no tan pequeño, mirándole sonriendo como un tonto, como debía haber estado sonriendo él las últimas semanas.

– Bueno, faltaría más. – respondió riéndose. Se terminó el segundo trozo de tarta, apartando la fresa que quedaba entera para dársela a Minki. La pinchó con el tenedor y se la ofreció. Minki, su novio, se estiró sobre la mesa para cogerla, mirándole fijamente.

En algún rincón en el fondo de su consciencia una vocecita le recordó que era demasiado joven, para él, demasiado perfecto. Y con una sonrisa de oreja a oreja le replicó a esa insignificante vocecita que esa perfección le había escogido a él.

Recogió el plato, apagó las luces y ambos subieron al piso de arriba. Se metió en el cuarto de JR, donde había dejado las cosas, mientras Minki iba a su habitación. No se despidieron, tenía intención de meterse en su cuarto en cuanto se hubiese cambiado. Sabía que no estaba bien, no en casa de sus padres, con su madre durmiendo en el piso de abajo, pero tampoco tenía intención de hacer nada, solo tenerle entre sus brazos y dormir abrazados…

Ya en chándal y sin camiseta deshizo un poco las sábanas, por si acaso, y se puso la alarma en el móvil a una hora lo suficientemente intempestiva para asegurarse de que se levantaría antes que Sunyoung, y justo cuando salía para ir a buscar a Minki fue él quien se asomó por la puerta del cuarto. La abrió con sigilo y se deslizó dentro y entre sus brazos.

– Justo iba a venir – le dijo Baekho, sintiéndose algo culpable de que, una vez más, hubiese tenido que ser el pequeño quien le buscaba. Minki sonrió, buscando sus labios.

– Tardabas mucho.

– Estaba poniendo la alarma – se disculpó, murmurando entre sus labios, pasándole los brazos por la cintura, acariciando su espalda. – para asegurarnos que nos despertamos antes que ellos y que no nos pillen.

Minki hizo una mueca y murmuró algo que sonó a un “buena idea” mientras se perdía en sus labios, y Baekho le abrazó con mas fuerza, saciándose de lo mucho que le había echado de menos.

Le separó para mirarle a los ojos, aún sin acostumbrarse a que fuese tan alto como él. Le apartó los largos cabellos rubios de la cara y le sonrió.

Perdiéndose en sus ojos volvió a preguntarse las mismas dudas de siempre. ¿Por qué Minki le quería? ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía él mismo necesitarle tanto?

Le acarició el rostro con las yemas de los dedos, muy suave, y mientras el pequeño cerraba los ojos lentamente, abandonándose a la caricia, se recordó que se había prometido dejar de dudar. Se inclinó a besarle de nuevo, solo un instante, y tiró de él hasta la cama, tumbándose él primero y haciéndole un hueco a su lado, entre sus brazos.

Tumbados el uno junto al otro, bajo las mantas, apagaron las luces y empezaron a charlar.

Minki jugueteaba con sus dedos mientras le explicaba los nuevos trabajos que le había ofrecido Key. Baekho le acariciaba el pelo mientras le explicaba los cotilleos de su coro y del nuevo colegio donde trabajaba. Minki removía los pies para enlazar sus piernas con las suyas mientras le comentaba que Minhyun y Aron habían decidido irse a vivir juntos y le explicaba el último libro que se había leído. Baekho paseaba los dedos por su tripa mientras admitía que hacía mucho que no leía, y le pedía que le prestase ese libro. Minki se arrebujaba de espaldas a él, pegándose a su pecho en cucharita, comentando como si no fuese importante que la próxima semana estrenaban su película.

– Le he dicho a Joori que iré a verla con ella.

– ¿No irás conmigo entonces? – le preguntó estrechándole contra su cuerpo, más juguetón que preocupado realmente. Ya suponía que Minki iría a verla más de una vez.

– Claro que no iré contigo – murmuró sorprendiéndole. – Ni siquiera quiero que la veas, es horrible.

“¿Cómo?”

– Minki, sales tu. Claro que voy a verla.

– Es una bazofia de película, no quiero que me veas en ella.

– A ver, si la echan en el cine y todo no será tan mala.

– Que te digo yo que si. Que es un horror.

Desistió de la discusión, teniendo claro que no importaba lo que el chiquillo dijese, que iría a verla igualmente. Y decidió saltarse un poco sus propias normas, estirándose sobre su cuerpo para buscar sus labios.

Los dedos de Minki le buscaron ansiosos, resiguiendo su pecho desnudo, y él bajó las suyas hasta su cadera, hasta su cintura. Subía las manos por dentro de su ropa, sintiendo su piel cálida contra sus manos, suave. Sus labios se abrían y sus lenguas se buscaban. Jugueteaba con sus cabellos entre sus dedos, con su muslo entre las piernas del pequeño. Minki cruzaba los brazos tras su nuca, clavándole los dedos en los hombros desnudos.

Tuvo que hacer un terrible esfuerzo por no desnudarle y contentarse en besarle. Y él le respondió respetando ese esfuerzo, manteniendo los besos calmados, las caricias lentas. Pero la lentitud de sus besos, de sus manos sobre su piel eran una agonía y sentía su piel arder. Se mordían los labios el uno al otro, con ansia contenida, sus cuerpos tensos, pegados, duros.

Se separaron, ambos con la respiración entrecortada. Más bien se obligaron a ello.

– Deberíamos dormir… – murmuró Baekho aún sobre sus labios. Minki asintió, dándole la razón, y se acurrucó en el huequito entre sus brazos. Luego se levantó de golpe, mirándole con ojos brillantes aún a oscuras.

– Tengo condones.

Le lanzó una mirada de reprimenda, pero no pudo evitar reírse, sintiéndose avergonzado también.

– Y yo. – Minki le miraba divertido – no porque tuviera intención de hacer nada – se justificó, el pequeño seguía mirándole, murmuró un “ajá” jugueteando con los dedos sobre su pecho – es decir… es mejor estar preparado. Aunque no vaya a pasar nada. Por si acaso. Y, bueno, la otra vez me sentí como un imbécil.

– Mi imbécil. – murmuró Minki con un tono excesivamente empalagoso estirándose a besarle. Baekho no pudo evitar reírse.

– Que tonto.

– Tu tonto.

Ambos estallaron a reír, tapándose la boca con las manos para ahogar las carcajadas.

– Debería ser ilegal ser tan feliz. – murmuró Minki, ahí entre sus brazos, con la espalda contra su pecho y sus dedos entre los suyos.

– Bueno, en nuestro caso es muy probable que lo sea.

Eso le hizo reír otra vez, y Baekho se rió con él, y volvieron a besarse.

Besarle era como respirar. Tan sencillo y tan necesario. Tan imposible intentar negarse a ello.

Caía entre sus brazos, sus suspiros. Intentaba alejarse pero no podía dejar de besarle. Colaba las manos por dentro su ropa, por su camiseta, por sus pantalones.

Fue tan inmediato que le pareció una alarma, por imposible que fuese, ese grito agudo, en medio del silencio de la noche, casi como un llanto.

Tardó unos cuantos segundos a ubicarlo. Minyoung, en el cuarto de al lado, se había despertado y lloraba, reclamando atención.

– Joder, – murmuró Minki con fastidio. – ya está otra vez.

Baekho se detuvo un momento a visualizar su situación, en la cama con Minki, sin camiseta, el pequeño aún vestido pero con la ropa revuelta, el cabello despeinado y los labios rojos, y su madre subiendo por las escaleras. Si no hubiese sido imposible juraría que la oía subiendo los escalones.

Se levantó de un salto, buscó el jersey que tenía sobre la silla y se lo puso corriendo, y salió del cuarto cerrando la puerta.

Efectivamente, la bebé se agitaba en la cuna, berreando. Fue hasta ahí y la cogió en brazos. Se calmó, pero no consiguió callarla, siguió con ese quejido lastimero, agarrándose con las pequeñas manitas al jersey que, se acababa de dar cuenta, se había puesto del revés.

“Bueno…”

No era Sunyoung quien estaba subiendo, sino Yixing, con los ojos pegados de sueño y el pelo alborotado.

– Lo siento – se disculpó – te ha despertado.

No era una pregunta, así que Baekho no se molestó en responder, sólo se encogió de hombros, quitándole importancia.

– No hay manera que duerma esta niña – murmuró en voz baja mientras se agachaba y buscaba entre las mantitas de la cuna. – apenas habíamos conseguido que durmiese la noche entera de tirón y empiezan a salirle los dientes. – sacó un mordedor de entre los pliegues y se lo dio a la niña, que lo cogió con ansias y se lo llevó a la boca, callando finalmente. – venga, ya sólo falta que se duerma – dijo Yixing con una sonrisa cansada. Le hizo un gesto a Baekho, que aún la sujetaba en brazos, invitándole a que se la pasara – puede tardar – añadió con una disculpa en la mirada. Baekho dudó unos segundos.

– Si es así cada noche estarás agotado, si quieres ya me quedo yo.

Yixing le miró unos segundos. Abrió la boca para decirle que no era necesario, per vaciló y se encogió de hombros, admitiendo que tenía razón.

Minki salió de su cuarto y apareció en el pasillo. Del suyo propio, no del de JR. No le había visto cruzar el pasillo. Yixing le miró, Minki les miró a ellos, murmuró un “hey” y se metió en el cuarto de baño.

Minyoung le miraba con los ojos muy abiertos, sin parecer cansada en absoluto, y Baekho empezó a acunarla a ver si el movimiento le hacía venir sueño. Yixing volvió a mirarle.

– Me sabe mal – le decía – que tengas que quedarte.

– Para nada – le respondió – lo estoy disfrutando. – él seguía mirándole, pensativo.

– ¿Te gustaría tener hijos?

Baekho se encogió de hombros.

– Supongo, intento no pensar en ello.

– Pero te gustaría.

– ¿Y a ti te gustaría tener alas? ¿hablar todos los idiomas del mundo? ¿ser millonario? Simplemente no puede ser. – no lo decía con fastidio, incluso sonreía, mirando al bebé entre sus brazos que, finalmente, parecía dispuesta a intentar cerrar los ojos. O igual no – Intento no pensarlo y hago un poco de parásito cuidando a los hijos de los demás.

Le sonrió, y Yixing se encogió de hombros y le devolvió la sonrisa, y volvió a bostezar. Al final bajó y le dejó con la niña. Minki salió del baño un rato más tarde. Bostezando. Baekho le miraba burlón, con una ceja levantada, él desvió la mirada. Se acercó hasta él y se colgó de su hombro. Minyoung empezaba a cerrar los ojos, y Baekho canturreaba mientras la mecía.

– ¿Vienes a la cama? – le preguntó abrazándole por la espalda.

– En seguida, en cuanto se duerma.

– Entonces no será enseguida. Esta niña es un monstruo. – dijo mientras alargaba los dedos a juguetear con ella, pellizcándole la narizilla con cariño.

– Si, no sé a quién me recuerda.

Minki le sacó la lengua, y le dio un beso. Se quedó un rato ahí colgado, abrazado a él, pero al final se fue también, diciéndole que le esperaba en la cama.

Cuando al fin se durmió y pudo volver a dejarla en su cuna regresó al cuarto de JR, donde Minki ya dormía.

Le contempló unos instantes. Ahí dormido, tan plácido, tan perfecto. “Mi novio”. Dormido parecía aún más joven, pero intentó no pensar en ello. Se quitó de nuevo el jersey y se tumbó a su lado, abrazándole.

– Buenas noches mi amor.

Le besó en la frente y se durmió con una sonrisa.

 

Ámame Profe. 50: Soledad

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Categoria: fanfic yaoi

Personajes: NU’EST (grupo kpop)

Pairing principal: BaekRen (Baekho x Ren)

 

Y con este, AP llega a los ¡50 capítulos!!! No se vosotros, pero a mi aún me alucina haver llegado hasta aquí, aunque me haya tirado más de dos año en ello xd
Si, lo se, una vez al mes no es suficiente (e incluso creo que me he alargado más…) ¡me esforzaré más! De momento espero que el capítulo valga la espera. Ha quedado muy diferente de como lo imaginaba, pero me gusta bastante, ¡espero que a vosotros también!

 

 

Baekho se despertó al sonar la alarma. Abrió los ojos con pesadez, parándola de un manotazo, y se incorporó, bajando los pies hasta el suelo, buscando las zapatillas a tientas.

Las paredes seguían blancas, vacías, como ese primer día en que Minki, Sunyoung, JR y la recién nacida Minyoung le habían acompañado a llevar las cajas e instalarse. Le había prometido a Minki que iría a visitarle, pero no le había visto desde ese día.

Las cajas seguían amontonadas detrás del sofá, tapando parte de la luz que hubiese entrado por la ventana de estar subidas las persianas.

El aire en la calle era denso, pesado, ruidoso. Había sido así toda la primavera, todo el verano. Los días pasaban lentos, las horas, ahí en la escuela, alargando cada vez más el tic tac del reloj, las mañanas agotadoras, las tardes interminables. Pero a la vez, mirando atrás, no podía decir a donde había ido ese tiempo, como si no hubiese pasado.

Sentado en el sofá, tirado, frente a la tele, cambió de canal otra vez, y volvió a ahogar un suspiro.

De nuevo comía, de nuevo se levantaba, de nuevo se vestía.

Los sábados eran algo mejores. Los miércoles, los viernes. Perdía el tiempo en el gimnasio en vez de perderlo en casa, sudando todo lo que podía, porque cuando levantaba pesas no pensaba en nada más. Pero los sábados iba a cantar con el coro.

– Coged el Jesu, Mine Freud, compás ciento-cuarentaidós, solo tenores, os doy la entrada.

Nunca se había imaginado cantando, nunca habría imaginado que le gustaría cantar, pero así era. O algo así.

La gente también era maja, más o menos.

– ¿Haces algo este finde? – le decía Hyeri, esa simpática compañera, unos años menor que él, con esa exagerada sonrisa coqueta. De nuevo.

Tuvo que decirle que sí, y resultó no ser una mentira.

-“A ver cuando subes a vernos”- le había mandado un mensaje Jongin. – “Que cuando estabas aquí porque estabas con el crio y ahora que no estás porque no estás”.

El crío. No había vuelto a ver a ese crío. Aún no sabía si podía vivir sin él, de momento no le parecía que estuviese viviendo.

Pero lo intentaba, se esforzaba para conseguirlo, para seguir “viviendo”. Estar con sus amigos ya no era lo mismo que antes. Hacía meses que no iban a Pantheon, hacía meses que ni siquiera iban a cenar.

– “Solo tengo hasta las cinco que luego vamos a buscar a las niñas a casa de su madre” – comentaba Hongbin, ya no tan recientemente convertido en madrastra.

– “Podéis veniros a casa” – sugería Kyungsoo, invitándoles al apartamento recién adquirido que ahora compartía con Jongin. – “Así nos ayudáis a decidir lo del color de las paredes porque no nos ponemos de acuerdo. Y que cada uno se vaya cuando tenga que irse.”

La pandilla descontrolada de adolescentes hormonados se había convertido en un grupo familiar, un grupo de parejas que se reunían para tomar el te antes de tener que ir a buscar a las niñas. No era que no le gustase el nuevo ambiente, es que lo odiaba. De repente era el único del grupo sin pareja en un ambiente de parejas y para parejas.

“Minki”.

Le llamaba en sueños, pero estaba decidido a no volver.

Cada vez que Minki le llamaba descolgaba el teléfono con una sonrisa, cerraba los ojos al oír de nuevo su voz. Luego era imposible colgar. E incluso a veces, cuando se había permitido llamarle el mismo, darse una prohibida bocanada de vida, luego dolía mucho más la soledad.

No era solo Minki, eran los chicos, Jongin, Hongbin, Wonsik, Kyungsoo, Hakyeon, Hyoshin, poder pasar horas con ellos, de cualquier manera, enterarse de todas las locuras en sus vidas. Era Sunyoung, vital pero responsable, que siempre estaba ahí con una sonrisa y una palmadita en la espalda, o una buena bronca a tiempo, con su bebé recién nacida a la que casi no había podido conocer. Era JR, tan serio, tan responsable y tan hetero pero capaz de tener unos desfases en Pantheon que ni él en sus mejores tiempos. Era Yixing, al que de algún modo consideraba su cuñado, aportando calma a la alocada familia. Era la vecina del cuarto, que había intentado ligar con él y luego se había entestado a presentarle a todos sus amigos al enterarse de que era gay. Era la profesora de la clase de al lado, la cotilla señora de la limpieza, el entrenador del gimnasio al que siempre iba.

Pero sobretodo, por encima de todas las cosas, era Minki.

Sus sonrisas, sus abrazos, sus besos, esas miradas socarronas cuando se salía con la suya, esos pucheritos cuando no, ese convencimiento con el que hablaba, con el que se movía, con el que le había seducido.

Había tenido que dejarle, porque Minki era adictivo como una droga, y estaba sufriendo la abstinencia.

Se levantaba, iba a trabajar, volvía. No insistía a Minki hasta que hiciese los deberes, no cocinaba sus platos favoritos, no le llevaba “de cita”, había dejado de leer.

Minki decía que le echaba de menos, y a Baekho cada vez le estaba costando más resistir la tentación de volver a su lado, de dejarlo todo y presentarse ahí, en su casa, para no irse nunca. El tiempo no lo había hecho más llevadero, solo hacía que ansiara cada día más volver a tenerle a su lado, a abrazarle, besarle, tocarle, hacerlo suyo.

Porque si, que más daba ya, si no podía tener nada de él tenía derecho por lo menos a desearlo todo. Estando lejos tampoco podía hacerle ningún daño.

 

Se estaba forzando a no pensar en todo ello, a seguir como si nada, a hacer las cosas que había hecho siempre. Subir a la cuidad el fin de semana para cenar con sus amigos y oír de sus perfectas y familiares vidas. Irse a la isla con sus padres, a oír una vez más como a su hermano las cosas le iban mucho mejor que a él. A seguir trabajando, cada día, con esos críos que ya le parecían más ruidosos que tiernos, que le recordaban a ese bebé de enormes ojos tristes que ya no era un bebé y que había desmontado su mundo.

Pero a veces era imposible. Cuando los del coro le habían dicho de ir a cenar, el grupito con el que más se juntaba, había tenido que decirles que no, aunque no había encontrado excusa alguna. Hyeri le había puesto un pucherito, insistiendo, pero él no había dado su brazo a torcer. Ni siquiera se había sentido mal por ello.

– ¿Por qué no vienes? – le decía Jaehwan, que siempre se sentaba a su lado, cuando ya recogían las cosas para irse.

– No me apetece mucho – respondió.

– Nunca te apetece.

Lo dijo tan tranquilo, mientras recogía las partituras y las metía en la cartera. No supo que responder, así que siguió guardándolo él también.

– Ven – volvió a insistirle – igual no hoy, pero ven un día. Necesitas alegrarte un poco.

¿Que sabía él? ¿Acaso le había contado algo de su vida? ¿Tan triste parecía?

Jaehwan le sonreía, esperándole para irse juntos. Caminó a su lado y ya fuera, con todo el mundo despidiéndose y ese grupito juntándose para irse a cenar cambió de idea y se fue con ellos.

Caminaba al lado de Jaehwan, que hablaba con Minah y Hyojin. Eran un grupo bastante grande, siempre demasiado ruidoso, pero simpáticos. Unos cuantos cantaban, caminando delante, una canción de misa a todo pulmón, con ese deje de canción de taberna que le ponían a todo fuera de los conciertos. Detrás el resto reían, o charlaban, o les seguían con las manos en los bolsillos, como hacía Baekho.

Hyeri se retrasó hasta ponerse a su lado, caminando sin decir nada.

– Me alegro de que hayas venido – le dijo al fin.

No supo que responder, y no lo hizo. Eso no hizo que ella dejara de hablar.

No le caía mal, solo se le hacía raro que una chica tan mona como ella estuviese desperdiciando el tiempo intentando ligar con él. También le cohibía un poco, nunca sabía que decirle. Por suerte, o por desgracia, ella no tenía ningún problema en hablar por los dos.

Unos pasos más adelante, Jaehwan le miraba con una sonrisilla de suficiencia, le guiñó un ojo y siguió andando.

Un guiño que, dicho fuera de paso, era mucho más sexy que todas las sonrisillas coquetas de Hyeri.

Suspiró y siguió andando, asintiendo a lo que ella decía de vez en cuando, por cortesía más que nada.

Terminó sentada con ella a la hora de cenar, como ya se esperaba. No fue un problema, no era pesada hasta este punto, pero sus obvios coqueteos habían hecho que el resto del grupo empezara a mirarles con esos ojitos de “¿pero se van a liar ya o que?”.

Dejando eso de lado, tuvo que admitir que disfrutó. Cuando Jaehwan empezó a explicar chistes no pudo evitar reírse, de repente fue consciente del tiempo que llevaba sin soltar una buena carcajada, una de verdad. El resto del grupo se le unió, de los chistes se pasó a las imitaciones, de las imitaciones a las canciones. Las copas de más ayudaron, y la cena pasó más rápido de lo que esperaba. Se divirtió mucho más de lo que esperaba. Se distrajo.

Ya tarde dejaron el restaurante y pasaron a un karaoke, allí no tuvieron que insistirle en que se quedara.

Jaehwan fue con él todo el camino, librándole de Hyeri, pasándole el brazo por los hombros y sonriéndole.

– Un placer oírte reír amigo – le decía – empezaba a pensar que era una leyenda urbana que sabías divertirte.

No pudo evitar sonreírle de vuelta, y, ya en el Karaoke cantó a un par de canciones con él, un par él solo, un par con el resto y se le pasó la noche volando.

Las copas de más empezaban a hacer estragos. La parejita que tenían en el grupo perdió todo el pudor y empezó a morrearse en una esquina, un par de chicos de repente llevaban las corbatas de bandanas en la cabeza y las chicas ya reían histéricas por cualquier cosa. Bueno, todos en realidad. Hasta que Hyeri fue a sentársele encima y ya perdió toda la gracia todo.

“A ver, lo de tirar los tejos vale, ¡pero esto es acoso!”

Le pasaba los brazos por los hombros, murmurando algo sobre si no tenía calor, tan tapado como iba, y mientras Baekho retrocedía, con el corazón a cien de puro pánico, ella acercaba los labios cada vez más a los suyos.

Por suerte, una vez más, Jaehwan le rescató. Apareció de la nada allí al lado, cortándoles totalmente el rollo, ganándose silbidos y reproches del resto del grupo. Cuando Hyeri, ofendida a más no poder, bajó de sobre sus piernas y volvió con el resto a seguir cantando con toda la dignidad (toda la que se puede tener borracha como iba y balanceándose sobre los taconazos que llevaba), Jaehwan le cogió del hombro y se lo llevó de allí, sacándole de la sala y del local hasta el exterior.

“Hace frío” pensó al salir, echando de menos el abrigo que había dejado dentro. Aun era octubre a penas, pero a esas horas el aire estaba helado. “¿Que hora debe ser?”

– Bueno – le decía Jaehwan, apoyado contra el muro del local, mirándole con su sonrisa picarona – ¿Entonces… eres gay o tienes novia?

– ¿Eh?

¿Se había dado cuenta? ¿Le estaba tirando los trastos?

– Hyeri es mona – le decía, al parecer cambiando de tema, aunque no – Dejando de lado que habla por los codos es simpática, y es tan obvia…

– Ya, bueno… no se, no estoy interesado.

– Ya, eso también es obvio. – se rió – la cara de susto que has puesto ahí dentro casi parecía que iba a besarte un dementor y no una mujer.

No pudo evitar reírse, y tuvo que admitir que tenía razón.

– Entonces – le repitió él – ¿eres gay o tienes novia?

– Bueno… – Que era gay si, eso lo tenía claro, pero no estaba seguro de su situación sentimental. – Supongo que un poco de los dos.

– Oh, novio entonces.

“Bueno, tanto como novio…” “ni siquiera nos hablamos”. Debió ser por el alcohol, pero estuvo a punto de echarse a llorar. “Más quisiera”.

– Algo así. – le respondió, sin querer entrar más en el tema. Pero él siguió preguntando.

– ¿Un ligue?

– … Algo así…

– A ver tío, desembucha. – se había sentado sobre el banquillo de la entrada, mirándole fijamente, con una pose que decía claramente “tengo todo el tiempo del mundo así que dale”.

Suspiró y se sentó a su lado, con las manos en los bolsillos.

– … Bueno… – empezó “¿Y por donde empiezas? Sin asustarle y tal…” – es bastante más joven que yo… – “ALGO” – conozco a su familia… no creo que lo vean con muy buenos ojos.

Dicho así ni siquiera le parecía tan grave. A Jaehwan tampoco debió parecérselo, porque le pasó un brazo por los hombros y se rió.

– Ay pobrete jajajaja ¿Cuánto os lleváis? ¿Cómo diez años?

“Más como veinte” se dijo.

– Algo así… – respondió.

Consiguió no contarle mucho más, pues no quería causarle tan mala impresión el primer día. No el primer día de conocerle, pero el primer día de llevarse tan bien con él, de esa complicidad que estaba surgiendo.

Volver a dentro tampoco pareció muy terrible. Hyeri estaba decentemente avergonzada de lo que había intentado, aunque la borrachera no se le había pasado lo suficiente como para que la situación fuese embarazosa, y el resto no sacaron el tema, riendo y divirtiéndose cada uno a su rollo sin darle más importancia.

Ya no tardaron mucho en irse, por más que al día siguiente no tuvieran nada que hacer había horas a las que simplemente era indecente seguir por la calle, y el cansancio empezaba a ser demasiado demoledor.

Jaehwan se despidió de él con una palmadita y una sonrisa cómplice. Él le sonrió, a él y al resto del grupo, al final se lo había pasado bien, pero mientras caminaba hacia casa, hacía ese apartamento blanco y vacío se le fue pasando el subidón. Porque estaba solo, porque echaba de menos a Minki y porque, con un poco de suerte, no volvería a verle nunca.

No tuvo suerte, cuando llegó a su apartamento, Minki estaba allí.

 

Se le paró el corazón al verle, ahí sentado frente a su puerta, con las piernas recogidas sobre el pecho, la cabeza bajada sobre las rodillas, el cabello rubio tapándole la cara, pero indudablemente él.

“Lo estaré imaginando” pensó. Minki levantó la cabeza, le miró, con esos ojos tan enormes, tan inexpresivos pero que lo decían todo. “Claro que no le estás imaginando, ni que pudieras imaginar a alguien tan perfecto como él”.

Y ahí seguía, de pie al final de las escaleras, con una pierna aún en el escalón de abajo mientras Minki se ponía en pie lentamente, estirándose hasta ser casi tan alto como él.

Y de repente, no supo como, estaba entre sus brazos.

– Minki… – murmuró sobre su oído – Minki…

Le apretaba con fuerza, nunca le dejaría ir. El pequeño murmuró un “au” entre sus brazos, pero no pudo soltarle más que para asegurarse de que podía respirar, luego volvió a estrujarlo contra su pecho.

“Está enorme” pensaba mientras le abrazaba, sintiéndole tan alto, sus hombros finos a la altura de los suyos. “Y está guapísimo”. Aunque no le estuviese viendo, lo sabía, siempre había sido hermoso.

Sentía su cabello largo contra su mejilla, rubio, como si se hubiese acostumbrado a llevarlo siempre de ese color. Sentía su olor, el mismo de cuando era un bebé, suave y dulce. Sentía su respiración contra su cuello, algo entrecortada, haciéndole cosquillas en la nuca. Habían sido solo unos meses, pero parecía que hacía una eternidad que no le veía, que no podía abrazarle, sentirle entre sus brazos.

– Pensaba que ibas a echarme. – murmuraba Minki contra su hombro, con los brazos alrededor de su cintura, los cuerpos muy juntos.

– ¿Echarte? – respondió él incrédulo, moviendo con su aliento los mechones de pelo rubio. ¿Cómo podría echarle? Si le había necesitado cada día de su vida desde que se había ido. – fuiste tu quien me pediste que me alejara.

Minki murmuró un “ya” no muy convencido, y se removió entre sus brazos para enterrar la cabeza en su pecho, como cuando era un bebé.

Le había echado tanto de menos, tantísimo, que ya le daba igual si no debía abrazarle, si no debía besarle, si no debía mimarle tanto. Le necesitaba en su vida, como habían demostrado esos meses sin él. No podía vivir sin ese niño exigente y caprichoso. Era su niño, entre sus brazos, donde debía estar.

– Baek… – murmuraba Minki, con voz ahogada contra su pecho – ¿estas llorando?

Baekho parpadeó, dándose cuenta de que tenía razón. Se secó las lágrimas de los ojos y respondió que no. Y Minki le abrazó con fuerza, mucha fuerza, la misma con la que él le abrazaba.

– Pensaba que no volvería a verte. – le dijo. Era verdad, lo había pensado, lo había intentado con todas sus fuerzas, mantenerse alejado, el tiempo suficiente para que Minki se olvidase de él, para que pudiera enamorarse de otro, o otra, de alguien más adecuado. Pero no quería que fuese de nadie más.

Minki le abrazó, aún más fuerte si es que era posible suspirando con un “jo…”. Luego le soltó, también para mirarle a la cara. Tenía lágrimas en los ojos y Baekho corrió a secárselas con los pulgares.

– No llores… – murmuraba, cada vez más cerca de sus labios.

– Quien fue a hablar – se rió el pequeño, apartándose para secarse la cara él mismo con el dorso de las manos. – qué estás moqueando casi.

Baekho parpadeó y se secó sus propias lágrimas, riéndose, perdida ya toda la dignidad. “Ni que importase”.

Minki estaba allí, había ido a buscarle, tan perfecto como siempre había sido, si no más.

– Te quiero – le dijo sin siquiera pensar.

Minki le miraba, ahí junto a la puerta, con sus ojos enormes. Alargó sus manos hacia él, manos que ya no eran de niño, pero tampoco eran de hombre. Dejó que le pasara los brazos pero el cuello, y le abrazó por la cintura, tan delgada, pegándole de nuevo a él, pero no mucho. Seguía mirándole a los ojos, perdiéndose en ellos. Ojos que le reprochaban esos meses de ausencia, esos años de tira y aflojas interminables, ojos que ya no eran tristes.

– Lamento haberme ido – le dijo Baekho, de nuevo sin pensar. Minki se merecía una disculpa. O cien. – me pediste distancia pero he lamentado irme cada día desde que me fui. Te he echado tanto de menos…

Minki sonreía sobre sus labios, sus frentes pegadas, sus manos sobre su nuca.

Él no dijo nada, solo le besó.

También había echado de menos sus labios, prohibidos y tan deseados. Sus besos sabían a esperanza y a promesas sin cumplir, a alivio y desesperación.

Presionaba sus labios contra los de él, tan simple y tan intenso. Mover sus labios contra los del pequeño, morderlos, lamerlos, encontrar su lengua y acariciarla con la suya. Era embriagador hasta el punto que sus manos empezaban a moverse sobre su cuerpo, buscándole, buscando más.

– Oh – recordó de repente, separándose, alejándose de sus labios, pero sin alejar las manos de él, manteniéndole pegado a su cuerpo. – lo siento, pasa. – Sacaba las llaves del piso con manos temblorosas, sudadas. De repente volvía a ser un adolescente que subía al chico que le gustaba a un apartamento nuevo y vacío, sufriendo de que no estuviera ordenado – esta bastante desordenado pero…

Pero, a diferencia de cuando tenía veinte años, con espinillas en la cara y recién fugado para ir a la universidad, el chico que entraba ahora no era un guaperas cualquiera, era Minki, su pequeño y tierno Minki, a quien ya estaba convencido de que amaba con toda su alma.

«Tiene catorce años» le recordó una vocecita, ahí en el fondo de su consciencia.

«Así es la vida» le respondió sin más a esa voz, mientras Minki cerraba la puerta, echaba un vistazo al piso y cruzaba los tres pasos que le separaban de él, refugiándose de nuevo entre sus brazos, entre sus labios.

– También te he echado de menos – le dijo – mucho.

Quería besarle, quería perderse entre sus labios, sus abrazos, quería oír de él, de su vida, que le hablase, que le explicase su día a día, las cosas más triviales, las que no lo eran tanto. Que había hecho ese día, el anterior, los últimos meses, que hacía ahí.

– ¿Que haces aquí?

Al pronunciarlo le sonó a un reproche, y sus manos instintivamente le buscaron, impidiendo que se alejara, pero Minki sonrió, con los brazos alrededor de su cuello, sus labios muy juntos a los de él.

– Venir a buscarte – le respondió sin más. Y hubiese sido una respuesta suficiente si no fuera por que eran las cuatro de la madrugada, si no las cinco ya, o a saber, a dos horas de su casa, después de meses sin verse.

– ¿Pero porque? – preguntó de nuevo, rompiendo el beso.

Minki le miró, con ojos cansados pero divertidos. Suspiró y se alejó, escurriéndose de entre sus manos.

“No”. Pensó Baekho, cerrando los puños en el aire en un momento de pánico. El pequeño se rió, se quitó el abrigo y se dejó caer sobre el sofá, a un lado, dejándole un hueco e invitándole a sentarse con él.

– Tuve que venir el viernes – empezó, sentado ya Baekho a su lado – para grabar un anuncio, de una colonia, para la campaña de navidad…

Le habló sobre el anuncio, que Baek inmediatamente se murió de ganas de ver, le habló de Taekwoon, de cómo había hecho ver que perdía el último tren para quedarse, le habló de lo solo que estaba sin él, sin JR, sin Taekwoon, le habló de Joori y de Minhyun, de su hermanita Minyoung. Le preguntó por él, que que era eso de llegar a casa a esas horas, y Baekho le habló de los del coro, de cómo Hyeri le tiraba los trastos, de cómo le había echado de menos cada día desde que se había mudado.

Para cuando se dio cuenta, ahí charlando, en el sofá de ese apartamento que de repente rebosaba de vida, empezaba a salir el sol. Minki bostezaba, y él también.

– ¿A que hora tienes que irte? – le preguntó, doliéndole solo de decirlo. Sus manos le buscaron y sus dedos se enredaron mientras Minki se encogía de hombros y respondía un “aún no” que era más que suficiente. – Entonces, por tarde que sea ya… ¿quieres que vayamos a dormir?

Minki sonrió, y le siguió hasta la cama con una sonrisita pícara que no auguraba nada bueno.

Sacó una camiseta para dársela a Minki de pijama. Él respondió que ya se había traído un pijama, pero la cogió igual. Cogió otra camiseta para él, aunque nunca las usaba, y terminó tirándola de nuevo al armario ignorando a esa diminuta vocecita de razón en el fondo de su mente que le decía que era demasiado dormir en calzoncillos con ese niño a su lado, que se le iría de las manos, que si pasaba algo se arrepentiría.

Pero no pensaba arrepentirse de nada más, que pasara lo que tuviese que pasar.

Se tumbó en la cama y el pequeño enseguida se hizo un hueco a su lado, con un suspiro de alivio que Baekho casi soltó también. La cabeza sobre su hombro, un brazo sobre su pecho, una pierna sobre su cadera. Su hueco de siempre, su posición de siempre. Como debía ser.

Sus cuerpos encajaban a la perfección, la calidez de su piel parecía el mayor de los placeres, y a la vez lo más natural del mundo. Volvió a abrazarle, necesitando sentirle más para compensar todo ese tiempo alejados.

– Pensaba que no volvería a verte – le decía una vez más, acariciando su cabello cada vez más largo.

Minki sonrió y enterró la cabeza contra su hombro.

– Baekho… – murmuró un rato más tarde – creo que soy mala persona. – Baekho no respondió, acariciando su cabello medio adormilado – estoy demasiado feliz de que me hayas echado de menos…

Ahora si sonrió, apretando aún más a ese niño adorable contra su costado.

– Es verdad, eres una persona cruel y despiadada – le dijo suave en la oreja, su pelo haciéndole cosquillas en la nariz. Minki se rió, se removió sobre su cuerpo, pasando una pierna por entre las suyas.

– Yo también te he echado de menos – siguió diciendo el pequeño, con los dedos jugueteando por el pecho del mayor, acariciando su piel, sus músculos.

“Creo que está aún más cachas que cuando se fue” pensaba con asombro, ahí toqueteando pectoral en ese momento tan dramático de su vida.

– Eso espero – respondió Baekho también divertido, con esa voz lenta que se le quedaba cuando tenía sueño.

“¡No te duermas!” pensó Minki removiéndose contra su cuerpo, sintiendo los músculos también de sus piernas contra las suyas.

Sabía que le había echado de menos, se lo había dicho, había podido verlo en sus ojos. Le quería, también sabía eso, aunque hubiese necesitado años para arrancárselo y a veces aún lo dudase. Pero necesitaba que le desease también, y no lo estaba consiguiendo.

“Yo con este calentón y él va y se duerme”.

No quería que se durmiese, no aún.

Volvió a removerse contra su cuerpo, intentando llamar su atención, se estiraba a besar su mentón, su mejilla, sus labios. Baekho seguía quieto.

“Vamos, tiene que notar lo que quiero. La empalmada se me nota.”

Luego se dio cuenta, con las manos de Baekho crispadas sobre su hombro, que no estaba quieto, si no tenso. Hubiese podido deducirlo por su erección también, la suya propia no tenía nada en comparación.

“Joder” se dijo, frotando el muslo contra su entrepierna, bajando la mano lentamente por su pecho sin atreverse a llegar. “Bueno Minki, tu estás creciendo aún”.

No llegó, Baekho le paró antes, cogiéndole la muñeca con los dedos tensos, aguantando la respiración. Y Minki esperó.

“¿Me dirá que no? ¿Me soltará el discurso de siempre de que soy demasiado joven?”

No lo hizo. Le soltó la mano y se giró lentamente para quedar sobre suyo, le acarició el pelo y la oreja, dejando la mano sobre su nuca, y le besó lentamente, con pasión contenida, insistente.

Se escuchó gemir a si mismo, sintió a Baekho pegarse aún más a él en respuesta. Minki se abrazó a él, clavando los dedos en su espalda, amoldándose a su cuerpo fuerte.

Suspiraba, abrumado, sintiendo la lengua de Baekho contra la suya, sus manos bajando por su cuerpo, volviendo a subir por debajo de esa fina camiseta prestada, resiguiendo su cuerpo, acariciando su piel. Las manos de Baekho sobre su pecho. Se abrió de piernas, abrazándole la cadera con ellas, sintiéndole contra su cuerpo con todo su esplendor.

“OH JODER” le mordisqueaba la oreja, el cuello, el hombro, volvía a sus labios y se perdía en ellos, intenso pero calmado, consciente. No era uno de esos arranques desatados de los que se arrepentía al día siguiente, o eso esperaba Minki, que se mordía los labios incrédulo de que fuera cierto, de que, al fin, fuese cierto.

Y de nuevo los miedos, las preocupaciones “¿Hasta donde llegaremos? ¿Estaré preparado?”. Estaba harto de negativas, de sentirse un crío, de no estar a la altura . Ya se preocuparía al día siguiente, o en otra vida. En ese momento quería disfrutar sus besos, las manos de Baekho sobre su cintura, sus suspiros entre sus labios, el tacto de los músculos de su espalda, la presión sobre su entrepierna hinchada de su…

“¿Cómo puede ser tan enorme?”

Sería la impresión, seguro, la excitación del momento que lo hacía parecer todo mayor y más intenso, pero se imaginaba eso dentro y se le ponía el corazón a cien, no sabía si de miedo o de ansias.

“Tiene que a doler” “pero estará bien ¿no?” “Es Baekho, no importa mucho si duele” “La gente va loca por el sexo, será por algo” “pero en serio que tiene que doler” “en las pelis siempre parece gustarles” “Pero” “Quiero hacerlo”.

Quería tocarlo, comprobar si era tan grande como parecía. Pero mientras bajaba las manos por su espalda, temblorosas, dudando, fue Baekho quien bajó a acariciarle, colando los dedos traviesos en sus calzoncillos, poco a poco, tentándole, dejándole espacio para que se negara.

“Ni que fuera a hacerlo” pensó, con los ojos cerrados con fuerza, los puños apretados, el corazón martilleándole a tal punto que parecía estar a punto de ahogarle.

Buscó sus labios de nuevo, perdiéndose en ellos. Él se separó para desnudarle, bajando poco a poco sus calzoncillos por sus largas piernas. Volviendo a subir, con la cabeza a la altura de su tripa, se detuvo, repartiendo besos por su pecho, su estómago, su costado. Le mordisqueó el pezón y Minki ahogó un suspiro que terminó siendo un gemido en toda regla.

Le tomaba entre sus manos, acariciándole arriba y abajo con el pulgar. La otra mano sobre su muslo, impidiendo que cerrase las piernas, los labios sobre el hueso de su cadera, mordisqueando su piel.

Los latidos de su corazón parecían querer llenar el silencio de la habitación a oscuras, sus suspiros y, más lejos, los de Baekho, el sonido de sus labios al despegarse de su piel, del roce de sus manos mientras su boca bajaba poco a poco a devorarle.

“Me está haciendo una mamada” pensó alucinado “otra vez”.

Lo había querido repetir desde que se lo había hecho por su cumpleaños. Lo recordaba alucinante, pero lo era más aun.

“Ohdiosmio”.

Se mordía los labios y cerraba los ojos, y al segundo se entestaba en abrirlos, intentando acostumbrarse a la oscuridad del cuarto, rota por las cuatro franjas de luz que entraban por la persiana mal cerrada. Podía ver a Baekho, ahí abajo, sobre su cuerpo, desnudo, los fuertes músculos marcándose a cada movimiento.

“Quiero tocarle…” pensó. Y el deseo era incluso más fuerte que todo ese placer que le estaba dando ahí abajo, tanto que alargó los brazos, enredando los dedos entre su pelo, ahora negro, con alguna punta rubia aún, más largo de lo que lo había llevado desde que se habían conocido. Tiró de él con más voluntad de la que esperaba y buscó sus labios. Consiguió besarle, aunque Baekho le rehuyó, limpiándose con el dorso de la mano primero.

Le daba igual el extraño sabor de su boca, por perturbador que fuese, volvía a hundir los dedos en sus músculos, su cadera, su culo.

“¿Por qué todo su cuerpo es tan duro?”

A su lado él no era más que un saco de huesos, no se sentía atractivo para nada, pero Baekho seguía acariciándole con devoción, masturbándole.

Se estaba ahogando de intentar callarse los suspiros, Baekho le besaba pero no podía prestarle atención a eso. En cuanto se apartó de sus labios buscó su hombro y le clavó los dientes, jadeando contra su piel.

Baekho seguía acariciándole, insistente, pero no quería que se terminase con sólo eso. Hizo un esfuerzo por apartarle, ganando unos preciados segundos para respirar. Suspiraba contra su oído, ahí bajo su cuerpo, intentando incorporarse para estar aún más pegados. Se enredaba en él, paseaba las manos por su piel, acariciando su cuerpo, hundiendo los dedos en sus músculos, bajando hasta acariciar sus nalgas, sus muslos.

Baekho estaba tenso. Los músculos marcados, los dientes pegados, los puños cerrados.

“Se está conteniendo” pensó Minki. Volvió a besarle en un intento de relajarle, de que se soltara. Sus lenguas se encontraban y se enredaban. Le empujó para girar y quedar él encima, sentado a horcajadas sobre su cadera, sintiendo su cuerpo bajo sus piernas.

Le abrazaba con brazos tensos, los músculos hinchados, besaba lento. Le acariciaba con los puños cerrados, y cada roce era una descarga para Minki.

Se encontraba mal, mareado incluso, la presión era terrible, la tentación de hacerse una paja él mismo y terminar era enorme, pero quería hacer tantas cosas aún…

“Hacerlo, para empezar…”

Seguía llevando la camiseta de Baekho, que tiró hecha una bola a algún en rincón del cuarto. Él aún llevaba los calzoncillos puestos, y quitárselos parecía una excusa maravillosa para tocarle.

Podía escuchar las respiraciones de Baekho mientras agarraba la goma de sus calzoncillos, profundas, forzadas. Tenía miedo de que en cualquier momento le parase, de que no lo hiciera. Él no le ayudó, pero le dejó hacer, el aire pasando forzado a través de sus dientes apretados.

“Le estoy tocando el pene a Baekho” sonaban alarmas en su mente. “Esto esta pasando”.

Le notaba tensarse, su pecho amplio subiendo y bajando, las piernas tensas, los dedos clavados como garras en su cadera, el sudor cayendo de sus sienes.

No tenía puñetera idea de que hacer con eso.

“Pues como cuando te tocas tu”. Pero no, no era lo mismo. La técnica, el gesto, lo que fuera. Estaba siendo un desastre en toda regla. “No me dejará que vuelva a tocarle…”

Pero por algún motivo parecía estar gustándole. O eso quiso pensar Minki cuando se incorporó de golpe a besarle, a comerle los labios con ansias, a manosearle el trasero.

Paró de golpe, justo cuando iba a meterle los dedos.

“Jopetas…”

– Basta – susurraba Baekho contra su oído, jadeando, sudado, ambos desnudos. – Si seguimos no podré parar.

“¿QUIÉN TE HA PEDIDO QUE PARES CAGUEN LA…!!”

– No quiero que pares. – le dijo muy serio, cogiéndole la cabeza para llegar a besarle.

Se iba soltando, poco a poco, Minki lo notaba, pero no tenía tiempo para ir poco a poco.

“Quiero hacerlo ya”.

– Hazme el amor Baekho – susurró junto a su oído, con la voz más sensual que pudo poner. Se sintió ridículo al instante. Que Baekho empezara a reírse no ayudó.

– ¿Y que te crees que estamos haciendo?

– ¡Ay! – se quejó, molesto, enterrando la cabeza en su hombro – ya me entiendes…

Se ayudó de un movimiento de caderas para hacerlo aún más entendedor. Podía notarle, tieso bajo su cuerpo. Tan cerca.

– Minki… – suspiraba Baekho, respirando contra su piel, poniéndole los pelos de punta. Le acariciaba, le abrazaba, le besaba. – Te vas a reír de mi – le dijo – pero no tengo condones.

“Oh” fue tan surrealista que si, le entraron ganas de reírse. Pero no le pareció la mejor opción.

– Yo si. – le dijo sin más mientras Baekho le miraba con ojos como platos – Pero da igual – “Me da un palo levantarme a cogerlos… a saber donde he dejado la mochila…”.

– Entonces… – “¿Entonces que?” – Si no quieres da igual.

“¿¿¿Si no quiero que???”

Baekho se alejaba, casi imperceptiblemente, aunque sus manos seguían aferrándose a él.

“Que ha entendido que no quiero hacerlo el muy subnormal, ¿cómo se lo tengo que pedir?”

Suspiró y se tragó la pereza, alejándose, poniéndose en pie, con una erección que ya molestaba más que otra cosa. Mientras se ponía en pie y registraba la habitación pensando donde puñetas había metido esa cajita que había comprado viniendo (que más valía ser previsor, había quedado demostrado), sentía los ojos de Baekho fijos en él, en su cuerpo desnudo, siguiéndole desde la cama, tieso, inmóvil e igual de desnudo.

“Joder está muy bueno…” pensaba Minki, echando de menos algo de ropa “Joder, vamos a hacerlo…”

Tuvo que ir hasta el comedor, donde había dejado la mochila, pero cuando volvió triunfal con la caja entera, por si acaso, se encontró con Baekho de pie en el umbral, esperándole para envolverle en su cuerpo y llevarle en volandas hasta la cama.

Baekho se había estado conteniendo, le quedó más que claro en el momento en que dejó de hacerlo. Apenas podía seguir el ritmo de sus besos, jugando con su lengua, con su cuerpo entero, restregándose. Se dejaba llevar, y daban vueltas sobre la cama, rodando pegados. Baekho le besaba, mordía su piel, se lo comía a besos y caricias, le devoraba, acariciaba su cuerpo con ansias, con frenesí. Su lengua en su boca, sus manos por todo su cuerpo, DENTRO de su cuerpo.

“¡Ah!”

– Ay…

Y de repente estaba a cuatro patas sobre la cama, con Baekho sobre suyo, metiéndole los dedos y comiéndole la oreja.

“Ouch…”

Buscó la mano de Baekho, enlazando sus dedos. Él buscó sus labios y salió de él para cogerle por la cadera, soltando su mano. Notaba su pene entre sus nalgas, preparándose para entrar, apenas tuvo un segundo para pensar que iba demasiado deprisa.

Cerró los ojos con fuerza y apretó los dientes.

“JO-DER”

Baekho embestía, moviéndose sobre él, una y otra vez, más rápido de lo que él hubiese querido. Decir que dolía se quedaba corto. Tampoco pensaba decirle que parase. No después de esperar tanto tiempo por ello, no cuando, al fin, estaba pasando. Podía con ello.

Se mordió el pulgar para no gritar, notaba lágrimas en sus ojos cerrados.

“¡Relajate!” se ordenaba a si mismo “irá mejor si te relajas…” intentaba convencerse. Oía el golpear de sus cuerpos, los jadeos de Baekho, cadenciosos, profundos. Ahora era él quien buscaba su mano, y cuando le encontró le apretó con fuerza. Buscó sus labios, intentando recordarse a si mismo cuanto había deseado eso.

– Minki… – murmuró contra su oído, cerca de sus labios. Su voz profunda, casi gutural, le daba escalofríos. Tal vez a él le estaba doliendo horrores, pero Baekho lo disfrutaba, podía saberlo por esa voz, por como temblaba su cuerpo, por el calor de su cuerpo resbaloso de sudor. – Minki… – le encantaba que llamase su nombre con esa devoción, le encantaba que le llamase en ese momento. Apretó sus dedos y se los llevó a los labios, no importaba que doliese, quería más de eso. Le besó, y Baekho se detuvo. Respiraba contra sus labios, jadeando, le acarició el rostro con la palma, llevándose sus lágrimas con el pulgar, y Minki cogió su mano para besársela. – ¿E… estás bien?

Minki asintió, aunque no podía verle, y volvió a besarle. No coló.

– Te estoy haciendo daño. – No era una pregunta, pero tampoco se atrevió a contradecirle. Solo volvió a besarle.

“No pares” pensaba “quiero estar así contigo”.

No le hizo caso, tampoco se alejó. Salió con cuidado y le abrazó, murmurando que lo sentía, que le perdonase, que era un desastre.

– Dime algo que no sepa – se burló Minki. Baekho se rió, nervioso – Estoy bien. – le repitió besándole de nuevo.

Baekho le abrazaba, le acariciaba, repasaba su cuerpo con sus manos, arriba y abajo, con delicadeza.

– ¿Te duele aun? – le preguntó.

– No tanto – respondió sonrojándose. Era raro.

Baekho suspiró, besándole de nuevo. A él se le habían pasado un poco las ganas, pero Baekho aún marcaba una erección de caballo. Intentaba contenerse otra vez, aunque ya no estaba tan tenso.

“Es mi oportunidad”. Oportunidad para aprovecharse un poco de él y meterle mano, que se había quedado con las ganas. Y la verdad es que tenía que admitir que le daba bastante igual que aun le doliese un poco el trasero y que no hubiese sido tan perfecto como había imaginado. Le estaba haciendo una paja a Baekho, y él se dejaba, jadeando con los ojos cerrados, buscando sus labios a tientas, reclamándole entre suspiros. Y no debía hacerlo tan mal, porque Baekho gemía, alcanzando el climax, y él se sentía poderoso haciendo que le temblaran las piernas, que se le cortara la respiración, que se le arqueara la espalda y se le tensaran las manos de esa manera.

Estubo jadeando un buen rato, su pecho subiendo y bajando, suspirando, agotado, mientras Minki intentaba decidir si tenía derecho a reírse de él o no. Optó por no hacerlo, pero nada podía borrarle la enorme sonrisa que se le había pintado en la cara.

– Te quiero – le dijo cogiéndole la cabeza con ambas manos. Baekho pareció sorprendido, pero sonrió, agotado, y le devolvió el beso, abrazándole con fuerza, dando vueltas por la cama con pesadez.

– Te quiero peque – le respondió, desplomándose sobre su cuerpo – Joder, te amo. Aunque no te merezca para nada.

– Shhhtt… – intentó callarle Minki. La declaración era bonita, pero ya se sabía por dónde seguía ese juego.

– No, ya me da igual. Voy a ser un egoísta, te amo demasiado.

Casi no pudo resistir la tentación de aplaudirle.

Rodaba por la cama, abrazándole, jadeando aún contra su oído. Aunque con pesadez sus manos le buscaron de nuevo, y por una vez en su vida, aunque pensaba que nunca llegaría a pasar, fue Minki quien le apartó.

– Creo que he tenido suficiente por hoy – tuvo que decirle.

– Lo siento – repitió Baekho, abrazándolo con fuerza,

– Estoy bien – volvió a decirle Minki, ahora algo exhasperado.

– Siento ser un idiota – siguió – siento merecerte tan poco y quererte tanto. Siento que vayas a tener que aguantarme, porque no pienso alejarme de ti nunca más.

– No lo hagas.

– Sé mi novio.

Y ya está, eso era todo. Al fin, lo habían puesto en palabras.

“SI”.

– Uff – murmuró Minki, alejandose un poco y medio incorporándose sobre la cama – tendré que pensármelo, porque me pillas un poco mal, sin mi agenda encima ni nada.

– Eres un cabroncete. – le respondió Baekho, no pudiendo evitar la tentación de pegarle un sopapo.

– Y así me quieres.

– Y así te quiero.

 

Le dolió despedirse de él, en la estación, porque había insistido en acompañarle. Era media tarde ya, lo más que había podido rascar pues su madre le había recordado que tenía deberes.

“Madre, deberes, vida… bienvenido a la realidad de nuevo”. Pensó viendo pasar las manecillas del reloj, acercándose la hora en la que se subiría al tren y saldría de ese sueño.

Baekho estaba ahí, de pie, a su lado, una mano entre las suyas, marcas de un mordisco en el hombro y ojeras marcadas. Su novio.

Le despidió con un beso, sin importarle si les miraba nadie. Se notaba los labios hinchados, desgastados. Habían intentado dormir un rato, pero al final se habían pasado la mañana entera besándose.

Se hubiese pasado la vida en ello.

Le despedía con la mano desde dentro del tren, con una sonrisa de oreja a oreja, y Baekho se reía desde la estación, algo abochornado.

“ESE SEÑOR TAN GUAPO DE LA ESTACIÓN ES MI NOVIO”. Lo hubiese gritado a pleno pulmón, se lo hubiese dicho al mundo entero.

“Al fin.”

 

 

 

 

Ámame Profe. 49: ¿Y si no?

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Categoria: fanfic yaoi

Personajes: NU’EST (grupo kpop)

Pairing principal: BaekRen (Baekho x Ren)

 

 

Ante todo, una disculpa. Por esos ¿7? ¿8 meses? ¿Un año ya? Demasiado, lo sé. Me he encantado, me he ido con otros proyectos que he terminado dejando, digamos que se me ha ido la vida con mil cosas y abandoné esto. Llegué a no tener claro si llegaría a terminarlo, llegué a odiar este fic por la culpabilidad que me provocaba que siguiese aquí, a medias. Pero al fin y al cabo, siempre acabo volviendo, por que, al fin y al cabo, yo también les hecho de menos.
Me planteé acortar el fanfic y terminarlo antes de lo que estaba planeado, incluso me sugirieron que lo hiciera, que como mínimo le diera un final. De momento mi respuesta es que no, pues del mismo modo que echo de menos a estos personajes echo de menos las cosas que aún no han pasado, que aún no sabéis sobre ellos, y no quiero cerrarme a la posibilidad de escribir y compartir todo eso. La intención, como siempre, es recuperar la regularidad con que publicaba al principio, ojalá esta vez pueda cumplirlo.
Os doy las gracias a todos los que seguís aquí, a los que habéis esperado, a los que habéis mandando ánimos, a los que habéis abierto esto cada semana mirando se había actualización o no. Después de meses sin abrir yo el blog me ha sorprendido ver la cantidad de visitas que sigue teniendo. De verdad, muchas gracias. Ojalá os mereciera.
Dicho eso me falta anunciar que he olvidado la contraseña de la cuenta de twitter por donde anunciaba las publicaciones (si, un desastre total) haré los avisos, como he estado haciendo, por la página de facebook. ¡lo siento por todos los que me seguíais por allí!
Y creo que eso es todo. Os he echado de menos. ❤

 

 

Las vacaciones se hicieron cortas. Porque daba igual lo aburrido que hubieses estado, las vacaciones siempre se hacían cortas. Y Minki no se había aburrido en absoluto, no cuando había tenido escasas dos semanas para ir a ver a su padre, patearse Londres y empaparse de cultura europea.

– Fuimos al teatro – comentaba JR, recién llegados.

– ¡Fuimos a los platones de Skyland! – exclamaba Minki engullendo la cena. Que dijesen lo que quisiesen sobre la cocina Europea, en Londres no sabían cocinar.

– Lo has comentado ya – reía su madre.

– Y al museo – seguía JR. – El museo de historia natural es precioso, de verdad, con razón tiene tanta fama.

– Pero en serio, los putos platones de Skyland.

– ¡Minki! ¡Habla bien!

JR observaba a su hermano poner muecas. Su hermanita dormía ya, ambos habían ido a comprobarlo nada más llegar. Su madre y Yixing les sonreían desde el otro lado de la mesa, ambos pidiendo más detalles del viaje. Seguía faltando algo en esa escena familiar. “Supongo que me he acostumbrado demasiado a tener a Baekho por aquí” pensó JR mirando a su hermano, explicando el viaje animado. Se preguntó una vez más, sin querer saberlo realmente, que puñetas se estarían tramando esos dos. Minki parecía contento desde que se había mudado, así en general, pero le había pillado suspirando más de una vez.

Se lo quitó de la cabeza con facilidad. No solo estaba agotado, tenía cosas más importantes en las que pensar. Se iba al ejercito en menos de un mes. A hacerse un hombre, a servir a la patria. Empezó a hacerse realmente a la idea cuando se vio con la cabeza rapada.

– Wow… – murmuraba Sunji acariciándole la cabeza mientras reía con sus dientecitos de conejito. – estás adorable.

– Adorable tu – le respondía abrazándola, empujándola sobre la cama e inclinándose sobre ella a besarle. Y ella seguía acariciándole el pelo.

– Es que es súper chachi. – seguía riendo Sunji. – Te queda raro pero el tacto es un vicio.

– Viciosa…

Minki también se pasó sus buenos diez minutos acariciándole la cabeza, ignorando sus quejas de “que no soy un perro”.

 

Minki no se hizo realmente la idea de que su hermano se había ido, por dos años, hasta que no recibió su primera llamada desde el ejercito, hasta que poco a poco fue asumiendo el silencio que había dejado su ausencia. Era un silencio difícil de notar, porque JR no era especialmente ruidoso, más bien no era ruidoso en absoluto, pero con los días se notaba. Igual que notaba en clase la ausencia de Taekwoon y igual que con los días iba notando lo mucho que echaba de menos a Baekho.

– Tal vez no le quería tanto ¿sabes? – le comentaba a Joori en el recreo.

– ¿Que no le querías? – le respondió ella con tono burlón.

Desde que se había ido todo el mundo ella se había convertido en su confidente para todo. A veces le sabía mal, porque Joori tenía problemas más importantes de que preocuparse, pero se interesaba por él, y él también necesitaba hablar.

– Bueno… obviamente algo sí, pero digo ¿No sería más que me había acostumbrado a tenerle cerca? Siempre ha estado a mi lado y obviamente echo de menos eso pero… Cuando Aron se fue a Estados Unidos Minhyun estaba destrozado. Yo estoy… bien. Tal vez es que no le quería tanto…

Yoori resopló, le respondió que qué iba a saber ella que nunca había estado enamorada y ni siquiera conocía a esos dos (a Aron si pero de que les daba clases). Cambiaron de tema para comentar la última película que habían visto, luego esa saga de fantasía de la que esperaban la segunda entrega, luego cuando estrenarían en el cine la peli china de Minki, luego el trabajo de biología, luego las notas del último examen de mates, luego lo patética que había sido su tutora en clase intentando separar a Luhan y Sehun cuando estos se habían peleado antes, y mil cosas más. Y la hora de recreo voló.

– Pero le echas de menos ¿no? – le preguntó más tarde ya entrando a clases. No necesitó que dijera más. Se encogió de hombros y dejó el tema.

 

“Supongo…” Pensó más tarde en su casa.

Echaba de menos a todos. A JR, que ya no venía a molestarle al cuarto porque ahora estaba entrenando para luchar por la nación, a Taek, que ya no jugaba a futbol con él en el recreo porque ahora jugaba a futbol con los profesionales, incluso a Luhan y a Sehun, que ya no hacían el imbécil con él porque se habían vuelto imbéciles de verdad y seguían sin hablarse. Baekho solo era uno más, había decidido alejarse, a él le había parecido bien y eso era todo. De su promesa de pasarse a visitar de vez en cuando no había quedado nada, solo un par de visitas a su madre y su hermanita cuando él no estaba en casa. Y nada más.

Y si, le echaba de menos, como al resto. Pero ¿y que? Tampoco era para tanto. No lloraba por las noches echándole de menos, no sentía un peso en el corazón, no “sentía que le faltaba una parte de él mismo” como decían las novelas, simplemente notaba que no estaba allí, igual que lo notaba con su hermano y los demás.

Sunji, la novia de su hermano, si parecía estar echando de menos a su novio. Se había pasado por su casa un par de veces, a saludar a Sunyoung, “su suegra”. A Minki le ponía nervioso que le llamase cuñado, pero como mínimo no era tan extraño como cuando le decía eso a Minyoung, que aún no tenía ni un año. La chica era, como mínimo, particular. JR decía que una vez la entendías y entrabas en su mundo solo era adorable, pero Minki aún no había llegado a ello.

“Tal vez es algo de las chicas en general” pensaba mientras la veía despedirse de su hermanita y su madre con sus orejas de gato y unos gestitos y ruiditos que a él no le parecían adorables para nada. “Me ha costado casi diez años hacerme amigo de Joori…”

Más que nada era un tema de aburrimiento, porque leer sin poder comentar los libros con nadie no era lo mismo. Lo mismo con la música o las películas, y no podía pasar todo su tiempo con Joori, ya le fastidiaba suficiente que les consideraban novios en clase como para que su madre empezase con la coña también.

El trabajo le distraía, bastante, pero incluso grabar ese anuncio para esa conocidísima marca de teléfonos y electrónica no había sido lo mismo sin poder comentarlo con todos. JR no le creyó cuando se lo contó por teléfono, por algún motivo creyó que le tomaba el pelo, Taekwoon le felicitó, pero no le dio importancia porque no miraba la tele, y aunque el resto de gente si le dijo cuan impresionante le parecía, le faltaba algo. Lo supo cuando vio que Baekho le estaba llamando, poco después de que empezaran a emitir el anunció.

Subió corriendo a su cuarto sin siquiera dar explicaciones mientras descolgaba.

– ¡¿Que ha sido eso?! – le oía reír al otro lado de la línea – ¿Sales por la tele y ni siquiera me avisas?

Le salió la risa tonta mientras se dejaba caer sobre la cama escuchando como Baekho le decía lo guapo que salía. Eran solo unos segundos, pasaba con los patines por detrás de esas dos chicas que se hacían una foto con el móvil, y la cámara le seguía mientras cambiaba la música de su móvil y seguía escuchando con los auriculares hasta que pasaba por detrás del autobús y la cámara se centraba el la mujer que, dentro del bus, miraba una serie desde su teléfono. Eran solo unos segundos, pero tenía que admitir que le habían pillado un buen plano.

– Y es una compañía conocida y aunque solo fuesen unos segundos tengo primeros planos, Key está seguro de que puede conseguirme más papeles.

– Eso es genial – seguía Baekho al otro lado del teléfono. Había echado de menos su voz. Un poquito, pero no se había atrevido a volver a llamarle él. – De aquí nada te veo protagonizando series y saliendo en películas.

– ¡Ya salí en una peli! – se quejó haciéndose el ofendido.

– Cierto. Bueno, pelis… de más categoría…

Tuvo que reírse, porque tenía toda la razón del mundo.

Suspiró al reírse, y estuvo a punto de decirle que le echaba de menos. Se obligó a callarse. “Tampoco es como si fuera una novedad o algo”. Tal vez lo mejor era que dejasen de hablar definitivamente. Así se acostumbraría antes a que no estaba y dejaría de echarle de menos.

– Bueno, ¿y tu que tal?

No hablaron mucho, porque su madre le llamó a cenar. La hubiese mandado por ahí pero no se atrevió. En parte agradeció irse porque como más hablaba con Baekho más malo se ponía, como si se le estuviese revolviendo el estómago. “¿Habré comido algo malo?”

 

Key le llamó a mediados de octubre, con un notición que rompió ese monótono aburrimiento.

– Te dije que llegaría este día – le decía, aún más emocionado que Minki, más que nada porque Minki aún no sabía de que iba el tema. – Hasta ahora te he buscado yo las ofertas, me han ofrecido papeles y te he propuesto a ti, pero sabía que llegaría el día en que alguien me llamaría pidiéndote expresamente, lo sabía. ¿No es alucinante? ¡Ya te conocen Ren! ¡Ya eres famoso!!!

En realidad era alucinante. Tardó un rato en asumirlo, aún al teléfono, luego empezó a gritar como un histérico, despertando a su hermanita que dormía la siesta en su cuna, ahí en el cuarto de sus padres. Pero no le importó en absoluto, al colgar fue a cogerla y estuvo bailoteando con ella.

Su madre se exclamó al leer las condiciones del contrato, pero Minki estaba emocionado, casi eufórico, cosa rara esos días, así que lo firmó sin dudar (después de cambiar un par de clausulas).

– Pero te van a vestir de mujer – le decía Sungyoung mientras regresaban para casa. – ¿Ya te parece bien?

– ¿Me lo preguntas ahora que ya hemos firmado? – le respondía riéndose.

En realidad no le importaba, no le molestaba en absoluto y le habían pedido a él expresamente porque suponían que daría el pego, y si, lo habían comprobado. “Me he sentido hermosa” pensó recordando como se había visto con los cuatro arreglos que le había hecho Key solo para comprobar si podía funcionar o no. No dejaba de ser raro, pero ¿por qué no?

Key le había dicho que le llamaría cuando concretaran fecha para grabar, que de momento podía descansar. Eso le dejaba sin trabajo, y pronto sin deberes atrasados también.

Sin nadie en casa, terminado el ultimo libro al que se había viciado y cansado de hacer zapping se metió en la impolutamente vacía habitación de JR y se abrió el ordenador para conectarse en el chat. La suerte de que se hubiese ido es que había heredado un ordenador.

Joori no estaba conectada, y Taek probablemente seguía en el entreno.

“Y ya, ese es todo mi gran circulo social. Que vida más triste”.

Le abrió un chico de la agencia de modelos al que hacía tiempo que no veía, pero realmente le importaba poco su vida, probablemente tan poco como la de ese otro compañero que le estaba preguntando los deberes.

Vio a Minhyun conectado. No había hablado con él desde que se había ido su hermano. Recordó que Tao se había ido con él también, y Hyuk unos meses antes. “Pues estará igual que yo” pensó mientras le abría para mandarle un “hola”. Carita sonriente incluida.

– “Hey”

“Exactamente lo que le he dicho yo al de la agencia”. Pero no iba a rendirse tan fácilmente.

– “¿Quedamos un día?”

Tardó un rato en responder, y solo le dijo un “bueno…”. Era consciente de que salir con el hermano pequeño de un amigo no era el mejor de los planes, pero tampoco iba a rendirse.

– “Si estás ocupado no, es que estoy aburridísimo que se ha ido todo el mundo y he pensado que estarías igual. Así que si un día te aburres, podemos buscar algo que hacer”

No era el mejor argumento del mundo, pero era lo mejor que tenía. Y le funcionó, aunque días más tarde, cuando ya se había olvidado de que le había mandado ese mensaje. Estaba con Joori por el centro, con la idea de despedirse del verano con el último helado del año, aunque fuesen ya mediados de octubre, pero con el frío que se había girado esa mañana Minki estaba dándole un mordisco a su crep calentita cuando le llegó el mensaje de Minhyun.

– “¿Aún quieres salir?”

– “¡Claro!”

Así que ya tenía plan para el viernes, solo esperaba que Key no le llamase a última hora. Aunque a decir verdad no le importaría. “El trabajo es trabajo”.

Se terminó su crep e invitó a Joori a quedarse a dormir en su casa. Su madre no puso ninguna pega al oír que se quedaba, pero a Minki le molestó esa sonrisita de suficiencia que pusieron él y Yixing, esa de “aunque no nos lo digas sabemos que es tu novia”. Le molestaba sobretodo porque Joori se descojonaba con eso.

Las cosas se pusieron un poco más serias cuando su madre le llamó a la cocina para preguntarle si pensaba dormir él en la habitación de JR y dejarle la suya a Joori o al revés.

– Pensaba abrir mi cama y dormir los dos allí – le respondió sin más, aguantándole la mirada.

– Pero Minki… – empezó ella incómoda. – No. – se puso firme – no vais a dormir juntos.

– Pero si siempre que han venido amigos hemos dormido en mi cama juntos. Y cuando venían amigos de JR también.

– Ya, pero amigos, no Joori.

– Joori es mi amiga.

Y de nuevo esa mirada de “lo que tu digas”.

– Voy a montar la cama – le dijo yéndose antes de que pudiese volver a sacar el tema.

Le parecía de lo más irónico que se opusiera a que durmiese con Joori y en cambio le dejase dormir con Baekho. “Manda huevos…”

Luego se estuvieron riéndose del tema hasta las tantas, hasta el punto de que Yixing tubo que subir a pedirles que se callaran, que habían despertado a Minyoung ya tres veces, que hicieran el favor.

Se taparon la boca, se escondieron debajo de las mantas, y siguieron riéndose.

– Tiene sus ventajas esto de ser gay. – murmuraba Minki, bajito, que no tenía ganas de que volvieran a interrumpirles.

– Pues si. – asintió ella – oye, ¿cuanto hace que… que lo sabes?

– Pues desde siempre supongo – respondió encogiéndose de hombros. – No se.

– Es raro.

– ¿Tu crees?

– Bueno, un poco.

– ¿Cuánto hace que lo sabes tu?

– ¿Que eres gay?

– No, que tú lo eres.

Joori se puso colorada hasta las orejas, le pegó y se dio la vuelta.

– Oh, vamos. – suspiró Minki. – ¿A que ha venido eso?

– No.

– ¿No que?

– No es cierto.

Minki resopló por toda respuesta, tumbándose cara arriba, un poco hastiado por su reacción.

– Pues lo que tu digas.

Ella estuvo callada un rato más.

– Es que… nunca se lo había dicho a nadie. – murmuró un rato más tarde.

– Bueno, tiene que haber una primera vez – respondió él muy seguro, sin tener idea de la primera vez que había admitido en voz alta que era gay, que estaba enamorado de Baekho o que iba a casarse con él, probablemente fuese muy pequeño. ¿Cuándo había empezado a ir en serio? A saber.

Joori tardó un poco más en hablar, pero cuando empezó no se calló. Que si en verdad no lo tenía muy claro porque físicamente los tíos también le molaban pero en realidad no, y que si le gustaba tal compañera de clase, que si nunca se atrevería a decírselo a nadie, etc etc etc. Y Minki se reía, sintiéndose de algún modo orgulloso de esos balbuceos nerviosos de ella mientras poco a poco iba admitiendo que si, que Minki tenía razón.

Se durmieron tardísimo, y al día siguiente en clase estaban los dos cayéndose sobre el pupitre cada dos por tres. Eso sumado a que habían llegado juntos (y que Joori llevaba un jersey de Minki) había disparado los rumores sobre ellos dos, y algún inútil de clase incluso se inventó una cancioncilla con sus nombres. Ellos se miraron, se rieron y Minki le pasó el brazo por los hombros, medio abrazándola. Que dijeran lo que les diera la gana.

 

Ese viernes Minki se encontró con Minhyun en Pantheon. Las pocas veces que había ido ahí había sido con Baekho y su grupo de amigos, o acoplándose con su hermano, ir solo le dio un poco de respeto, y estar a solas con Minhyun fue raro, los cinco primeros minutos. Luego pareció lo más normal del mundo estar ahí juntos haciendo el subnormal, bailando sin coherencia alguna con la música, de forma exagerada, bebiendo, aunque no mucho porque ahí si Minhyun se puso en plan mayor y no le dejó.

Se fueron horas más tarde, cuando el local ya empezaba a llenarse demasiado de paparas que intentaban ligar de maneras demasiado agresivas y desesperadas, agotados de bailar y saltar de esa forma absurda que de algún modo se les había pegado y que parecía lo más gracioso del mundo.

– ¿No te dirán nada por llegar a esta hora? – le preguntaba Minhyun, andando a su lado por la calle. El autobús nocturno pasaba cada mucho, así que mientras lo esperaban paseaban hacia la siguiente parada. O hasta la siguiente. O hasta casa.

– Es posible – admitió Minki – pero habrá valido la pena. Además, tampoco dije a que hora iba a volver.

Minhyun suspiró. Se le estaba pasando ya el subidón, parecían volver todos los problemas de golpe, todos los problemas de los que se había querido distraer saliendo a hacer el memo, aunque fuese con Minki.

Arrastraba los pies, y Minki le miraba.

– ¿Bueno, cual es el problema?

Nunca había pensado que le hablaría de sus problemas amorosos a Minki, en los columpios del parque, a las 4 de la madrugada, pero de repente parecía fácil.

– Aron me ha pedido que vayamos a vivir juntos.

Y Minki sonrió, felicitándole, sin entender porque era un problema.

– ¿Por qué es un problema??? – le decía incrédulo.

– ¡Porque no tengo ni veinte años!

Tenía que admitir que se había emocionado cuando se lo había pedido. Vivir juntos, tener una casa que fuera de los dos. Era algo que terminaría siendo, era obvio, incluso habían fantaseado de que color serían las paredes, donde estarían colgados los posters. Pero no aún. Cuando se lo había pedido, de algún modo, había esperado que sus padres se opusieran, que fueran la voz de la razón y le dijeran que era demasiado joven para ello, que esperase, hasta ser mayor de edad por lo menos, hasta terminar la carrera. Pero por algún motivo que Minhun no podía lograr comprender les había parecido bien, y eso le dejaba a él la tarea de poner algo de razón en ese sinsentido, algo que nadie parecía comprender.

– Estáis demasiado obsesionados con la edad – Minki parecía muy serio, y a Minhyun se le ocurrió que realmente tal vez no era la mejor persona para ayudarle con eso. – Aron ha venido a vivir aquí por ti, está claro que algún día os casareis. Cuando sea legal y tal quiero decir. Está claro que algún día iréis a vivir juntos. Si podéis ahora ¿Por qué esperar?

– Pero…

– ¿Por qué es tan importante tu edad? No te importó cuando él era tu profe.

Eso pareció dejarle sin palabras, le hubiera metido una colleja pero para cuando se le ocurrió ya hubiese quedado fuera de lugar.

– No sé – dijo Minki un rato más tarde – a mi me encantaría, si Baekho me pidiese de ir a vivir con él le diría que si de inmediato.

– Pero lo de Baekho…

– Si, va en serio, no, no hay nada. Aún.

– Ah…

– ¡Pero en serio! Tu le quieres ¿no?

– Claro que si. – respondió Minhyun algo ofendido ¿Cómo podía dudar de ello?

– ¿Entonces? Si no fuese por tu edad, porque los dos sois tíos, porque fue tu profesor, por los años que os lleváis, porque a nadie le parezca bien que estéis juntos y nadie os tome en serio, ¿Te irías a vivir con él?

Minhyun se le quedó mirando, comprendiendo que ya no hablaba de él y Aron.

– Realmente lo tienes crudo ¿eh? – le comentó con una sonrisa triste. Minki pareció descolocado – Con Baekho. – le aclaró – ¿Cuántos años son?

– No cambies de tema. – le replicó nervioso. – Te vas a vivir con Aron.

– ¿Cuántos años te saca Baekho? – le preguntó con una sonrisa burlona, sin ninguna intención de volver al tema.

– Minhyun.

– Minki.

– ¿Me estás vacilando?

– ¿Lo estoy?

Minki resopló, le dio una patada al suelo y empezó a columpiarse, ignorándole, subiendo cada vez más alto.

– Si – dijo Minhyun un rato más tarde. – Me iría a vivir con él. – Minki puso los pies para parar de golpe, y casi se comió el suelo. – Supongo que me da miedo.

– ¿Por qué?

Minhyun se encogió de hombros, y ya no le sacó nada más esa noche.

 

No pudo quitarse de la cabeza lo que le había contado Minhyun, él y Aron se iban a vivir juntos. Porque si, terminaría siendo. Las parejas felices empezaban a darle asco.

Se acercaba su cumpleaños, y le daba un miedo terrible no pasarlo con Baekho, que no subiese a la ciudad para celebrarlo con él, que ni siquiera llamase para felicitarle.

“Hombre, llamarte si te llamará…”

No había ido a verle desde que se había mudado, hacía meses que no le veía, y aunque intentase convencerse de que estaba bien, que no importaba, que no le echaba de menos, en el fondo tenía mucho miedo. A que no volviera, no solo por su cumpleaños, si no nunca, a que no fuera a verle más, a que al estar lejos se hubiese olvidado de él, que se enamorase de otro chico, que nunca hubiese estado enamorado de él.

Por algún motivo que ahora encontraba ilógico siempre había dado por hecho que Baekho sentía lo mismo por él. Que no lo aceptaba, que se negaba a ello, que se reprimía, pero que también le quería. Él mismo había llegado a admitirlo, pero se había ido y no había vuelto a verle.

“¿Y si se ha olvidado de mi?”

Quería llamarle, decirle que le echaba de menos, pedirle que volviera, que fuera a verle. Alejarle no había servido si no para echarle de menos.

“Se ha olvidado de mi”

Se imaginó yendo a buscarle, plantándose en su casa para pedirle que volviera, y encontrándoselo con alguien más.

“¿Y porque no?” se dijo “No somos novios ni nada, Baekho es adulto, por supuesto que estará saliendo con gente”.

Hacía mucho tiempo que no lloraba, y se sintió como un imbécil.

Key le llamó al fin, con fecha para la grabación de ese anuncio para el que le habían pedido expresamente, y se obligó a animarse. No hizo falta mucho esfuerzo, porque de verdad tenía ganas, solo tenía que olvidarse de Baekho, convencerse de que no le importaba, centrarse en otras cosas. Otras cosas como la enorme sonrisa con la que el director del anunció le recibió cuando llegó al platón, con lo hermoso que le dejaron las maquilladoras, poniéndole rímel y pintalabios, sutil pero suficiente, en como le peinaron para hacerle parecer más femenino, en imitar las expresiones que Key le sugería, en hacer muecas frente al espejo, ensayando como, secretamente, llevaba semanas haciendo.

No tenía muy claro que debía hacer, no le dieron muchas instrucciones, pero le habían explicado como tenía que ser el anuncio, y dió su mejor esfuerzo. Su mejor esfuerzo para actuar como mujer primero, imitándo la forma de sonreír de las chicas que había visto en los doramas, de actrices de hollywood, de presentadoras de televisión. Luego le tocaría actuar como chico, y eso sería mucho más difícil, porque no podía dejar de pensar que actuar como él mismo no sería suficiente. Las muecas rudas le parecían exageradas, intentar parecer muy hombre no pegaría con él, y mientras se preparaba, visualizando mentalmente a los demás modelos de la agencia de Key, no dejaba de frustrarse pensando que no sería suficiente. ¿Cómo se puede actuar como lo que se es?

Al final optó por soltarse el peinado que le habían hecho, ya delante de cámara, fruncir las cejas como hacía Baekho cuando estaba serio, sonreír de lado, como hacía su hermano cuando se cansaba de él pero le encontraba adorable, y al final mirar a cámara, con los mismos ojos con los que hubiese mirado a Baekho si con ello hubiese podido ganar un beso.

Cuando el director mandó cortar y aceptó la toma Key fue a buscarle para abrazarle, diciéndole que se sentía muy orgulloso de él. Las maquilladoras le felicitaron también mientras le quitaban todo lo que le habían puesto, y el director, dándole un cheque con más ceros de los que él había esperado que se podían ganar yendo a hacerle muecas a una cámara.

Su madre fue la última en felicitarle, yendo ya para el coche.

– Me sigues impresionando – le decía – realmente te cambia la cara cuando te subes ahí.

Le sonrió, sin querer mostrarle lo abochornado que estaba. No sabía si debía darle las gracias. Él no consideraba que fuese para tanto, pero le gustaba, y si además al parecer lo hacía bien, o por lo menos lo suficiente como para que pudiera fingir felicitarle, ¿que más quería?

“A Baekho”.

– ¿Taekwoon ya habrá salido de clase? – le preguntó su madre mientras arrancaba el motor.

– Si, me dijo que a esta hora estaría.

– Ok, vamos pues.

Key se le había acercado antes para preguntarle como estaba, notándole triste, pero Minki no había querido responderle, le había dicho que no se preocupara y había evitado quedarse a solas con él el resto de la mañana.

Su madre aparcó frente al instituto al que ahora iba Taekwoon. Él ya les esperaba en la salida. Bajó del coche, cogió su mochila y le dio un beso a su madre.

– Llámame por la noche – le hizo prometer otra vez.

– Que siiii…

Le había pedido a Taekwoon si podían verse ya que tenía que bajar a grabar el anuncio, y él le había dicho que se quedase a dormir. Ahora que le tenía en frente, después de despedir a su madre con la mano hasta que giró la esquina, saltó a abrazarle, aún sabiendo lo mucho que le molestaba. Por su sorpresa Taek no le apartó. También debía haberle echado de menos.

Comió con él, en casa de su hermana, donde estaba viviendo ahora ya que ella trabajaba en la capital. Luego por la tarde le acompañó al entrenamiento. No le pusieron ninguna pega en que se quedase a verlo, y como las otras veces que había ido, disfrutó de las vistas. La verdad era que Taekwoon estaba mucho más cachas que la última vez que le había visto, tampoco le sorprendió viendo como les hacían entrenar.

– Os hacen sudar ¿eh? – le comentó cuando salió.

Taek sonrió, un poco, revolviéndose el pelo mojado con las manos.

– Bueno, lo justo.

 

Les dió por poner una peli de miedo por la noche, y se partieron de la risa, Taek diciendo que Minki chillaba como una nena y Minki chillando aún más para que Taek se riera. La gente decía que Taek era serio, no le conocían.

Minki fingía asustarse mientras disfrutaba del morbo de la sangre y los chillidos de esa tonta rubia que sería la primera en morir, pero fue Taek el que acabó tapándose la cara con las manos para no ver como la decapitaban de forma sangrienta. Fue Taek, el alto y musculoso jugador de futbol el que le clavó las uñas en el brazo cuando esa especie de monstruo se metió en el barco y empezó a perseguirlos, y entonces era Minki el que se reía.

Se despertaron a las tantas, porque era sábado y tenían el día libre los dos. Jugaron videojuegos, y Taek le hizo prometer a Minki que no volvería a ponerle películas de miedo.

– Como te cagaste.

– No – le respondía, muy serio – es que no me gustan.

Iba a replicarle, pero de mientras le estaba metiendo una paliza a su personaje en la play, por cuarta vez, así que se calló y se concentró en ganar esa ronda. Que perdió igual.

 

Se despidió de Taek ya por la noche, cuando le acompañó hasta el bus para ir a buscar el tren. La idea era volver antes, con el directo, que era más cómodo, pero se le pasó la hora, y la de los cinco siguientes. Ahora ya no tenía excusa, porque era el último.

– ¿Seguro que llegas? – le decía su madre mientras él estaba en el bus – como pierdas este…

– Si, si. Ya sé que es el último.

Si lo perdía tendría que quedarse a dormir, y seguro que a Taek no le importaba pero tenía entrenamiento al día siguiente muy temprano, si, aunque fuese domingo, y no le apetecía demasiado levantarse a las 7 de la mañana un domingo.

“Siempre se lo puedo pedir a Baekho…”

La idea era demasiado tentadora, pero se obligó a quitársela de la cabeza.

Bajó del autobús y entró en la estación, y aún faltaban sus buenos diez minutos para que pasara el tren.

“¿Ves?” se dijo “he llegado, ningún problema”.

Pero se esperó a picar el billete, esperó a fuera la estación a que pasaran esos diez minutos, a escuchar la llamada por megafonía a que el tren ya venía, a que este llegase al andén y se fuera. Y entonces llamó a su madre.

– ¡¡¡Mamá!!! – le hablaba con voz desesperada – que había mucho tráfico y el bus ha ido más lento y he llegado justo para verle irse. Pero que te juro que iba con tiempo.

– Vamos, que lo has perdido.

– Si pero que no quería, es que había tráfico y…

– Ya, ya… – suspiraba ella, cansada. Eran ya casi las doce de la noche, seguramente se había quedado despierta esperándole. Se sintió mal por un momento, pero de todos modos era demasiado tarde ya. – ¿Que vas a hacer entonces? ¿Te vuelves a casa de Taekwoon?

– Bueno…

Su madre no tuvo inconveniente en que se quedara en casa de Baekho, le pasó la dirección de su piso, que él no recordaba, y le hizo prometer que le llamaría para asegurarse de que aún estaba despierto y que le iba bien que se quedase. Él le dijo que si y en cuanto colgó cogió el bus para ir para allí. No avisó a Baekho.

“Que sea una sorpresa”.

Aunque la sorpresa se la llevó él cuando llegó allí y no le abrió la puerta.

Subió las escaleras del bloque corriendo, emocionado, pero al llegar a su piso no consiguió que le abriera por más veces que llamó al timbre. Le llamó al teléfono, pero no se lo cogió.

“Igual ha salido”. Se dijo. Eran más de las doce ya, pero ¿Por qué no? Mejor eso que no que estuviese durmiendo en casa de alguien…

Mientras iba para allí había estado cada vez más emocionado y nervioso, pero se desmoronó de golpe.

No se atrevió a llamar a Taek, ni a su madre, simplemente se apoyó contra la puerta y se dejó caer lentamente hasta quedar sentado en el suelo, hecho una bolita.

“Se ha olvidado de mi”.

 

 

 

 

Ámame Profe. 48: Te echo de menos.

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Categoria: fanfic yaoi

Personajes: NU’EST (grupo kpop)

Pairings principales: BaekRen (Baekho x Ren) y Minron (Minhyun x Aron) 

 

Me disculparía de nuevo, pero después del parón que llevaba ¿que son 2 semanas? XD 
El capítulo es algo más corto (y tal vez menos intenso) que los anteriores, pero espero que os guste igual ❤ 
ya estoy trabajando en el siguiente, espero poder subirlo pronto

enjoy ^^

 

 

Alejarse resultó mucho más difícil a la práctica que en la teoría. No podían simplemente dejar de verse, no sin dar explicaciones, no hasta que Baekho pareció encontrar la solución.

– ¿Cómo que te mudas?

– Me han ofrecido un traslado – volvió a explicarle a Sunyoung, con Minki presente en un segundo plano, muy atento. – A un colegio de la capital. No es la primera vez que me lo ofrecen, hasta ahora lo había rechazado porque estoy bien aquí pero… es una escuela bastante prestigiosa, creo que me iría bien, y me gustaría hacerlo.

– Jo – se quejaba ella con la bebita en brazos – yo que pensaba aprovecharme de ti como canguro.

– Jaja, ya, igual no ha sido el mejor momento, – se disculpaba Baekho pasándose la mano por el pelo, ahora negro – pero realmente me interesa y me da miedo que no vuelvan a ofrecérmelo si lo rechazo otra vez.

– Si, tranquilo, si era broma. Además, cuento con que vendrás a menudo.

– Ni te darás cuenta de que me he ido.

“No sabía que supiera mentir así” pensó Minki desde el fondo de la sala, fingiendo hacer deberes mientras escuchaba atentamente. Sabía perfectamente porque se mudaba Baekho, y aunque se moría por decirle que no era necesario que se fuera tan lejos sabía que se lo había pedido él mismo, así que se limitó a callarse y volver a bajar la vista a su libreta.

Parecía triste imaginar que Baekho se iría, que el año siguiente ya no podría ir a buscarle cada día al salir de clases, que ya no pasaría las tardes en su casa. Aunque ya no lo hacía ahora. El chasco vino cuando se acordó de que Taekwoon se iba también al año siguiente, a jugar a futbol.

– Me alegro por ti ¿eh? – le dijo en el recreo, pocos días antes de las vacaciones – pero voy a estar más solo que la una.

– Estará Luhan – le respondió no muy seguro.

– Está muy tonto – siguió Minki ya sin siquiera enfadarse – ¿Tu crees que me gusta estar con él cuando se pasa todo el día de que si los gays esto, si los gays lo otro? Al final se lo voy a decir.

Taekwoon solo se encogió de hombros, palmeándole el hombro como si le compadeciera. Luego le miró, más animado.

– Vendrás a verme jugar ¿verdad?

– Siempre que pueda – aseguró.

Nunca le había gustado el futbol, pero Taekwoon tenía gracia. Y vamos, era su amigo.

Luego regresando para clases se encontró con Joori, que le saludó con una sonrisa. Se había mantenido al corriente de sus dramas familiares, y aunque las cosas seguían mal ella parecía más animada. Desde luego más que Luhan y su fúnebre humor homofóbico.

“Si más no la tendré a ella…” Pensó sorprendiéndose una vez más de cómo habían cambiado las cosas con los años.

Pero la fuga aun no terminaba. La primera semana de vacaciones de primavera los amigos de JR vinieron a casa y se atrincheraron en su cuarto a jugar a la play. Y Minki se acopló con ellos.

– A tu cuarto renacuajo – intentó echarle su hermano, sabiendo que no daría resultado alguno.

– Un ratito solo – respondió este sin más, empezando otra partida contra Tao.

– ¿Habéis decidido ya cuando vais a iros? – les preguntó Hyuk poco más tarde. – Al ejercito – les explicó cuando los demás le miraron interrogantes.

– Oh… – murmuró JR.

– Ni idea – respondió Tao aún frente a la pantalla, intentando no distraerse – pero si li puedo atrasar mejor. Osea estoy súper orgulloso de servir a la patria y todas esas cosas, pero va a ser muy duro…

– Yo lo aplazaré – asintió Minhyun – Aron acaba de venir desde el otro lado del mundo para estar conmigo, irme ahora dos años no tendría el más mínimo sentido.

– Tiene lógica – murmuró Hyuk. Los demás asintieron – yo creo que prefiero irme ahora. – siguió – mejor que luego cuando esté a media carrera o la haya terminado y tenga ofertas de trabajo.

– Que optimista – se rió JR.

– Bueno, quiero pensar que puede pasar.

 

– Así que Hyuk se va en un mes – comentó JR durante la cena, algo alicaído. – y realmente lo hemos hablado y… es mejor irse ahora y sacárselo de encima.

– ¿Al ejercito ya? – volvió a preguntar su madre, limpiándole la papilla de la boca a Minyoung – ¿Cuándo te has hecho tan mayor?

Eso le arrancó una sonrisa a JR, pero Minki seguía sin levantar la vista de su plato, cansado.

“Pues si Hyun se va también…”

 

Baekho se fue poco más tarde. Le ayudaron con la mudanza y fueron a ver el nuevo apartamento, aun más chiquitito que el que tenía antes.

– Para mi solo no necesito más – se encogió de hombros.

Tuvieron que darle la razón. El apartamento, aunque simple, era bonito. Muy blanco, muy impersonal aún. Bien situado, cerca de su nuevo trabajo.

– No me acostumbraré a que estés tan lejos… – murmuraba Sunyoung sin quitarle la vista de encima a la pequeña, que apenas empezaba a gatear y ya quería explorarlo todo. – te echaremos de menos – añadió.

– Que estoy a dos horas, mujer – le respondió quitándole importancia – ni que me fuera a otro país.

Pero Minki sabía que tenía razón, que se le echaría de menos. Estaban demasiado acostumbrados a que estuviera siempre allí, no solo él.

– ¿Vendrás a verme? – le preguntó en un momento de debilidad cuando ya se iban.

– Por supuesto – respondió Baekho – ¿y tu a mi?

Minki sonrió en respuesta y asintió. Al fin y al cabo, también se lo había prometido a Taekwoon.

 

Comenzar el nuevo curso, que ya era preparatoria y era importante y debería ser emocionante fue… gris, como ya había supuesto.

Volvía a estar en clase con Luhan, cosa de la que su amigo se alegró muchísimo. Pero Sehun estaba también en la misma clase y había tensión, sobretodo porque Luhan seguía insistiendo en tomárselo como una ofensa personal.

– Echaré de menos a Taek… – murmuró Minki durante el recreo.

– Bueno, igual ni nos enteramos de que no está – se rió Luhan – como nunca habla jajajaja.

Minki se lo quedó mirando, asombrado de que hubiese dicho eso. Había límites para ser idiota.

– Estás muy imbécil Lu.

Dejó de reír de golpe.

– Oye, no te pases, ha sido solo una broma.

– Es que son muchas cosas. – siguió. Suspiró y se lo dijo al fin. – No me gustó nada como trataste a Sehun.

Luhan pareció sorprenderse por eso, mirándole con asombro y algo de asco.

– Era mariquita – respondió como si eso lo explicara todo. – Y encima estaba enamorado de MI. Seguro que me iba a violar o algo.

Más que enfadado se sentía decepcionado por la forma como pensaba, y se dio cuenta de que ya no podía considerarlo su amigo.

– Es que yo también lo soy – le respondió con toda la calma. – “mariquita” – puntualizó cuando vio como le miraba sin comprender. Abrió los ojos como platos y Minki siguió hablando. – No entiendo porque todos pensáis que somos violadores o algo. Nos enamoramos igual que los demás, solo que de otras personas, no somos enfermos sexuales o algo así.

Luhan no reaccionó, un rato más tarde lo único que llegó a murmurar fue un “pero…”.

– En fin – se levantó Minki al rato – mejor me voy. Adiós Lu.

No intentó detenerle.

“No estabas suficientemente solo ya…” Se dijo a si mismo mientras daba una vuelta solo por el patio.

Luhan le miró mal el resto del día, y Sehun intentó acercarse a él varias veces, probablemente adivinando el motivo por el que el primero no le hablaba, pero le ignoró sin prestarle atención alguna, ya no quería relacionarse más con esos dos.

Al día siguiente fue Joori quien se sentó a su lado, y le pareció la mejor solución posible.

 

Mientras en el colegio las cosas no dejaban de ir a peor (o esa era su sensación), en el trabajo no dejaban de mejorar. Jason había estado raro los primeros días después de que se liasen, aunque Minki no estaba muy seguro de que se acordase realmente, pero pronto se le pasó y volvió a comportarse como siempre.

– Espera que le des otra oportunidad – le dijo Key, el director Kim Kibum, su jefe, medio en serio medio de cachondeo mientras supervisaba su aspecto. En caso de que fuera verdad Minki decidió no pensar en ello, al fin y al cabo tampoco se veían tanto ahora que Minki empezó a hacer trabajos fuera de la agencia.

Key le llevaba de un sitio a otro, de castings para anuncios a aparecer de figurante en MVs. No eran trabajos importantes, pero como Key le había dicho, había que empezar desde abajo. Y al final dio sus frutos.

– Te he conseguido un papel en una película – le dijo por teléfono, exultante de alegría.

– ¿¿¿Una película??? ¿¿¿Es en serio???

– Si, si. – asintió – aunque…

Era una peli china. Con lo que debía aprender chino para sus escenas. Tampoco era un idioma que le quedase tan lejos. Yixing le ayudó, y también Tao. Con la ayuda de los dos se aprendió los diálogos y pasó las pruebas sin problemas. Luego fue entendiendo de que iba el guión. Y era malo de cojones.

– Por algo se empieza – le decía Key sin más.

– ¿Pero no me perjudicará salir en una peli tan mala?

– Perjudicarte no – se reía su jefe – La película igual no será un éxito, pero si lo haces bien en tu papel te servirá de referencia igual que cualquier otra. Bueno, igual igual tampoco pero… por algo se empieza – repitió.

Obviamente un papel menor en una película cutre no le llevaría a la fama, pero aún así se pasó semanas fardando a todos sus conocidos.

– Jo, que pasada – le decía Taekwoon por teléfono – ¿pero peli peli? ¿La echarán en el cine y todo?

– Hombre, imagino que si…

– Que pasada…

Baekho no parecía menos impresionado. Se pasaron horas comentando lo guai que era. Y le pidió detalles.

– A ver, se supone que no puedo decir mucho, pero como tampoco me entero de la mitad… – empezó, tumbándose en la cama y acomodándose el teléfono contra la oreja – la cosa es que son unos busca-tesoros o algo así que viajan al pasado. O encuentran un reino perdido escondido en alguna parte, no me ha quedado claro. Y ahí pues tienen que buscar el tesoro de no se que, que el nombre es chino y no me han dicho si se traduce o como, y le piden a un guerrero así importante del sitio este que les lleve porque sabe donde está o algo y que sea su guía pero les dice que no porque le caen mal, entonces su hijo, osea yo, aparece como de pues ya os llevo yo que también sé donde es. Y creo que al final el padre va también porque su hijo, osea yo, es un pardillo y va a buscarles porque solos con el crio se pierden. Y la verdad es que no se como termina, supongo que lo encontrarán y se irán y todos se harán amigos, que es lo típico.

– ¿Y si representa que es una tribu antigua o así ya puedes ir de rubio? – se sorprendió Baekho después de estar un rato comentando que realmente sonaba a peli cutre, pero que a saber, igual incluso estaba bien hecha.

– Si, no se, ellos dicen que no les importa que vaya de rubio, pero a mi también me parece que quedará horrible y Key opina igual osea que supongo que me volveré a teñir de negro.

Así que, acompañado por Yixing, cogió un avión para china, con el pelo negro de nuevo y una maleta en cada mano para pasar ahí el mes y medio que duraría la grabación. Y no podía estar más nervioso.

 

Si JR había pensado que la casa estaría tranquila sin Minki ni Yixing por ahí se equivocó de par a par, pues la pequeña Minyoung parecía decidida a montar escándalo suficiente para suplir su ausencia. Hacía ruido, como si hablase, aunque aún no articulaba palabra alguna ni de lejos.

– Aún no habla y ya no hay quien la haga callar – murmuraba Sunyoung.

Y JR se reía, jugaba con ella e imitaba su particular forma de “hablar”. Cuando no había nadie delante, claro.

Había decidido irse en septiembre, cuando volviesen de visitar a su padre en Londres, y Tao le había dicho que seguramente se iría con él.

– Hyuk tiene razón – comentaba con desgana – como antes lo pasemos mejor, no tiene sentido retrasarlo. Además, si nos alistamos a la vez igual terminamos en el mismo grupo y se hace un poco más pasable.

Minhyun ya les había dicho que era de muy mal gusto que se fuesen los tres a la vez y le dejasen solo, aunque fuese él quien había decidido quedarse.

– Ya os echo de menos y aun no os habéis ido… – murmuraba una tarde en la que habían quedado.

– Vamos, no te quejes, tienes a Aron.

– Ya pero…

Tampoco era que tuviese mucho tiempo libre. A diferencia de los demás, que ya habían decidido irse, él si había empezado la universidad, y aunque le gustaba ya empezaba a quejarse de que nada que ver con el instituto y que era mucho trabajo. Y claro, estaba Aron.

JR imaginaba que esos meses antes de irse se harían muy largos, sin estudiar ni poder quedar con sus amigos, (bueno, solo con Tao), y más cuando Minki se fue a china por todo lo de la peli esa, que él no tenía muy claro que pudiese ser verdad. ¿Minki siendo actor? ¿de una peli? ¿de cine? Parecía demasiado surrealista.

Pero en realidad se le pasaron más rápidos. Sunji tuvo mucho que ver con eso.

Cuando le dijo a la madre de la chica que por favor dejase de pagarle esas supuestas clases particulares en las que ya no estudiaban en absoluto casi se desmayó, pero de alegría.

– Tenía asumido que nunca saldría con nadie – murmuraba ella medio indignada en su cuarto.

– No entiendo porque. – murmuraba él mirándola con cariño, acariciándole el mentón, las mejillas, los ojos, los labios.

Y ella se reía, con sus dientes de ratoncito, apartándose juguetona para que no la besara.

Hacía un tiempo ya que ella estaba práctica, si no completamente, bien, y JR había decidido que era una tontería esperar más a poder besarla. Ella en cambio seguía preocupada, amenazándole con que si enfermaba ella no iría a verle.

Aún así, cuando conseguía besarla ella se dejaba y respondía con ganas, acariciándole los brazos con deditos juguetones, haciéndole reír entre sus labios.

Se había acostumbrado ya a todos esos ojos observándole desde las paredes de la habitación, de hecho empezaba a conocer las series de donde provenían la mayoría de posters, muñecos, peluches y demás. Con lo que no se sentía cómodo era con tener a la madre de ella en la habitación de al lado. La suya propia le incomodaba menos, motivo por el cual Sunji empezó a dormir algunas noches en su casa.

Bueno, dormir dormir…

Pero tampoco podía pasar mucho tiempo con ella. Definitivamente le había quedado el curso, y eso significaba que mientras él se pasaba los días en casa (e intentando sacarse el carné de conducir) ella volvía a ir a clases.

Y JR aprovechaba las mañanas para ponerse al día de todas esas series que ella le había pasado y que aún no había visto.

“No se me acabarán nunca…”

 

El mes y medio que Minki pasó en china, haciendo deberes a distancia y alegrándose mucho de tener una excusa para saltarse el instituto, le hicieron ver lo que era realmente la vida de actor, y no tenía muy claro si quería eso para su futuro.

“El problema no es ser actor” se decía “si no de que peli”.

Le encantaba que le llamasen a escena, estar ahí, frente a las cámaras, sentir que se estaba esforzando al máximo para interpretar un papel, que era alguien que no era él, y que le felicitaran por ello, le encantaban los ratos en que las maquilladoras le secuestraban y le sentaban para pasar alrededor de una hora maquillándole, los primeros días solo para ponerle más guapo, luego para ponerle suciedad, heridas y cicatrices falsas. Incluso adoraba levantarse temprano, muy temprano para aprovechar la luz de primera hora del día o irse a dormir aún más tarde para grabar desde la puesta de sol hasta media noche. Lo que le molestaba eran otras cosas, otras pequeñeces como que el actor protagonista se comportase como si fuese protagonista de absolutamente cada momento, estuviesen grabando o no, o que le cambiasen el guión a diario, siempre para peor, añadiendo escenas para hacerlo “más dramático”, o sentimental, o espectacular, o “emocionante”.

– Están chalados – comentaba con Yixing esa noche en su tienda. Porque si, dormían en tiendas en medio de la nada, que es donde tenían que grabar – Ya me dirás tu que tiene de impresionante caerse por un barranco durante cinco minutos de película para que luego te ataquen un grupo de cómo cincuenta bandidos para que luego el súper guerrero se los cargue solito. Con peleas muy épicas, eso si.

Yixing le sonreía, le palmeaba la cabeza y le decía lo mismo que todos, que por algo se empezaba. Y luego seguía peleándose con la cobertura de su móvil para intentar contactar con la civilización.

Minki seguía sin tener muy claro quien era el protagonista, porque había empezado pensando que sería ese pardillo de ciudad que se había metido en ese reino oculto como si se le hubiese perdido algo y a quien le estaban salvando el culo en cada escena, ese del actor borde y engreído, pero empezaba a sospechar que no sería él quien se quedaría con la chica. “Porque el prota siempre es quien se queda con la chica ¿no?”. Quien parecía cada vez más importante, más “héroe”, era el guía, ese importante guerrero que les llevaba por las tierras desconocidas hasta… “¿Por qué organizaban toda esta movida al final?”

Minki interpretaba a su hijo, al hijo de ese importante guerrero, y cuando aprendió a ver detrás de ese personaje exageradamente espectacular y brillante vio un actor que no lo hacía nada mal. “Es bueno” se dijo “muy bueno”. Tal vez incluso compensaba la innegable manca argumental. Así que se dedicó a seguirle cual patito, tanto mientras grababan como cuando no. En algún momento le soltó algo que le sonó a un “piérdete crío”, pero como sin un traductor no pudo ni estar seguro ni, en cualquier caso, replicarle, se encogió de hombros y siguió comportándose como su sombra. Al fin y al cabo su único ejemplo a seguir hasta el momento había sido Key, y él era modelo, de alguien tenía que aprender.

Su estada al final se hizo más corta de lo esperado, y lo anunció de la forma más espectacular que pudo.

– ¡¡¡Baekho!!! – le gritó en cuanto consiguió llamarle – ¡¡¡Me quieren matar!!!

– ¿¿¿¿¿¿QUE?????? – A un país y medio de distancia Baekho abrió los ojos como platos, asustado.

– Mi personaje, en la peli, que se quieren deshacer de él, – “Joder” pensó Baekho con un suspiro, relajándose – que ahora que soy el hijo del protagonista han decidido que es más dramático que me muera y me matan.

– Ala… – murmuró sin saber como responder a eso. – Bueno, piensa que profesionalmente interpretar tu propia muerte seguro que es un desafío como actor… – “o algo”. Últimamente Minki hablaba así, supuso que eso le convencería.

– Si, supongo… ahora que empezaba a caerme bien mi personaje…

– ¿No decías que era tan absurdo?

– Si, pero estaba ganando protagonismo… – “Tal vez por eso le matan…”

Cuando colgó salió de la tienda haciendo de tripas corazón para grabar su propia muerte. Tuvo que esperar aún un par de horas porque todo iba con retraso, y de mientras esperó con Yixing aburriéndose como una ostra los dos, como llevaban días haciendo. La escena fue un drama, cutre, pero un drama, y aún tuvieron que quedarse tres días más porque el director le quería meter en un par de escenas como fantasma o espíritu o algo, y al irse el actor que hacía de su padre le sorprendió yéndole a despedir con un apretón de manos y algo que le sonó a un “tienes potencial y llegarás muy lejos, estoy esperando trabajar contigo de nuevo”. Y con eso ya se fue feliz.

 

Cuando Minki regresó JR fue a buscarle al aeropuerto, con Sunyoung también pero conduciendo él, estrenando el recién sacado carné de conducir.

– Ala, yo también quiero. – murmuró viéndole al volante.

– ¿Cómo vas a conducir tu aún? – le decía su madre.

– He montado a caballo, he cruzado un puente colgado en una pseudo-liana y he luchado contra los ninjas guardianes del templo, aunque morí en el intento, conducir un coche está tirado…

Nadie se molestó en discutírselo.

 

Aunque apenas le quedaban unas pocas semanas antes de las vacaciones de verano su madre no dio el brazo a torcer a que “por estas dos semanas no vale la pena que vaya a clases, ya volveré después del verano”. Así que se vio obligado a volver al instituto, a soportar las malas miradas entre Luhan y Sehun (miradas que por algún motivo ahora también le incluían y parecía que los dos le odiaban no tenía muy claro porque) y los comentarios de sus compañeros de “que no, que te lo estás inventando, es mentira que salgas en una peli, cállate mentiroso”. Joori si le creyó, comentó con ella lo estúpida que era le película y ella le estuvo repitiendo lo alucinante que le parecía igualmente, y le hizo prometer que irían a verla juntos al cine cuando la estrenaran.

– Igual incluso me invitan a la estrena o algo – le dijo – si puedo llevar a alguien puedes venir conmigo.

Luego se le ocurrió que la estrena sería en china, así que simplemente acordaron ir a verla al cine, tal cual.

 

Al empezar las vacaciones volvió a teñirse el pelo, ya se había acostumbrado a verse rubio y se le hacía extraño volver a tener el pelo oscuro, aunque lo hubiese tenido así toda su vida.

Cogió el tren a la capital, el solito, para ir a ver a Taekwoon y consiguió colarse en uno de sus entrenamientos. Quedó agotado solo de mirarle. Eso si, disfrutó las vistas.

“Cuanto musculito” se decía. Taek se estaba poniendo cachas también, integrándose a la perfección en ese grupito de tíos buenos. “Mola esto del futbol”.

– ¿Y ya habéis hecho algún partido así importante? – le preguntó. No estaba muy metido en el mundillo pero si echaban los partidos por la tele o algo quería mirarlos. Por los jugadores más que por el juego, debía admitirlo.

– Siempre estamos haciendo partidos – le respondió él sin más. – pero es el equipo juvenil aún y nadie nos hace caso. En unos años podré jugar con los mayores ya, me muero de ganas…

Estando tan cerca se sintió tentado de visitar a Baekho también, pero se reprimió.

“habrá sido su cumple hace nada…” Ni siquiera se habían visto para eso, hacía tanto que no le veía… Le echaba demasiado de menos. Añoraba sus abrazos, sus sonrisas, sus historias, sus besos… Era pronto para volver a verle.

Aún así se pasó todo el viaje de vuelta pensando en él, y por la noche no pudo evitar llamarle.

– Hola peque – le saludó al segundo pitido.

– Te echo de menos – le dijo sin más.

– Y yo a ti – respondió tras unos segundos en silencio.

– Sé que fue idea mía pero… Si vivieses aún aquí vendría a dormir a tu casa esta noche – confesó imaginándose abrazado a él. Abrazado y algo más.

Baekho se quedó callado unos segundos. Unos segundos más.

– También te echo de menos – repitió.

Si iba a añadir algo más, y a Minki le dio la sensación de que iba a hacerlo, no le dejó. Cambió de tema antes de ponerse más sentimental. Le habló sobre el entreno de Taekwoon, sobre Joori, sobre como Luhan y Sehun se habían pegado en el patio del colegio el último día de clases porque “le había mirado mal”, no se llegó a enterar de quien a quien, y le preguntó sobre su vida, sobre su nuevo colegio, sobre su apartamento, sus vecinos, sus pasatiempos.

– ¿Cómo que te has apuntado a un coro? – exclamó sorprendido. Se hacía tarde, su madre ya había subido un par de veces a decirle que colgase ya de una vez y se fuese a dormir, pero a ninguno de los dos pareció importarles eso.

– Pues mira, no se. Me lo propuso un tío con el que me cruzo a menudo en el gimnasio, que me oyó cantar en la ducha o algo así.

– ¿Cantas en la ducha? – le preguntó riéndose mientras se iba poniendo el pijama. Con una mano y el teléfono en la oreja, todo un reto.

– Se ve que si. En mi defensa no lo hacía conscientemente.

Minki se rió, desistiendo de pasarse la camiseta por el cuello sin soltar el teléfono y tumbándose en la cama aún a medio vestir.

– ¿Y que tal? ¿esta guay?

– Bastante si, no me lo había planteado nunca pero la verdad es que me gusta cantar. Y la gente es maja.

Minki volvió a reírse, se le hacía demasiado extraña la idea, aunque le parecía recordar que le cantaba nanas de pequeño y tenía buena voz.

Y siguieron charlando. De los preparativos para el viaje a Londres, de que si no quería que JR se fuera, de que si Key le había ofrecido salir en un anuncio, etc… Se metió bajo las sabanas porque empezaba a pillarle frío y empezaron los “venga, vete a dormir ya”.

– Es que no quiero colgar aún…

– Mañana no te levantarás de sueño.

– Bueno, puedo dormir en el avión. Si igualmente llevaré un desfase…

Le preguntó de nuevo que día volvían, y Minki se guardó las ganas de hacerle prometer que luego vendría a verle. Aún así no colgó.

– Vamos – volvió a insistirle Baekho bostezando – que me muero de sueño yo también.

– ¿Estás en la cama ya? – le preguntó Minki.

– Si, me he metido hace un rato y me estoy quedando frito.

Se quedó callado unos segundos, teniendo en los labios la estúpida pregunta sobre si volvía a dormir sin pijama o el comentario, ahora ya con segundas intenciones, de que le echaba de menos.

“Demasiado pronto para el sexo telefónico” se dijo. Aunque le encantaba la idea.

– Buenas noches Baekho – se forzó a responder.

De nuevo tardó un rato en responder.

– Buenas noches peque. – le dijo al fin. – Te quiero – murmuró antes de colgar.

– Te quiero… – le dijo al teléfono ya sin línea.

 

 

 

Ámame Profe. 47: Invierno.

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Categoria: fanfic yaoi

Personajes: NU’EST (grupo kpop)

Pairings principales: BaekRen (Baekho x Ren) y Minron (Minhyun x Aron) 

 

¡Y aquí el capítulo! Espero que os guste y que la espera haya valido la pena xD el próximo está a medias así que espero no volver a retrasarme. Bueno, tanto seguro que no tardo jajaja

¡enjoy!

 

Cuando el director Kim llamó, Minki estaba en la bañera.

– ¿Te falta mucho? – le preguntaba Yixing desde fuera.

– Em… ah… un poco aún…

– Vale, le digo que le llamas luego.

– Sip.

Suspiró al oírle marchar y encendió otra vez el agua, bajando de nuevo las manos a la entrepierna.

Sabía que no debía hacer eso, era sucio y parecía que estuviese mal, tener que esconderse para hacerlo, y si le pillaban, como habían estado a punto, le daría tanta vergüenza…

Pero joder, lo disfrutaba tanto… Nada igualaba a cuando le tocaba Baekho, por supuesto, aunque solo tenía un par de veces para comparar. Aún así… se lo recordaba. Y hacérselo uno solo no estaba tan mal.

Seguía enfadado con Baekho. O algo así, suponía. No le perdonaba lo que le había hecho por su cumpleaños, dejar que se hiciera ilusiones para luego rompérselas. Pero tampoco podía olvidar lo que había pasado antes de eso, antes de que le dijera que no. Como le había llevado hasta su cama, como le había desnudado entre besos y caricias, como…

“Me la chupó…”

Aceleró, mordiéndose los labios y esperando que el sonido del agua hiciera el resto. Intentar ser silencioso era tan difícil…

 

Salió de la ducha envuelto en su albornoz que ya empezaba a quedársele demasiado corto y el pelo chorreando, con porte digno y expresión impasible, y bajó a la sala con toda naturalidad. “Que nadie sepa lo que has estado haciendo” se decía “que no sospechen”.

Su madre, sentada en el sofá, amamantaba a la bebé mientras Yixing la miraba casi embobado y ella hacía algún comentario respecto a que no le mirase las tetas que Minki hubiese preferido no escuchar. JR estaba arriba, mirándose alguna de esas series de dibujos a las que tanto parecía haberse aficionado últimamente. “Anime” se recordó a si mismo.

Cogió el teléfono para marcar el número de la agencia y en seguida le pusieron con el director.

– Hola Key – le saludó ya con familiaridad. No podía no hacerlo desde que se había enterado que él y Baekho habían estado saliendo. En el pasado, hacía muchos años, solo un par de semanas.

– Esos modales, Ren- le regañó aunque riéndose. No lo haría si no supiera que a él no le importaba. – Quería comentarte que en breves empezarán las exhibiciones privadas para la temporada de primavera-verano. Técnicamente aún no tienes la edad para participar en ello, pero me gustaría que vinieses a probarte algunos modelos, si das la talla te colaré en alguna.

– ¿Exhibiciones tipo pasarelas? – preguntó sintiendo la emoción subiéndole por las tripas. Por supuesto que él era un modelo y eso era parte del trabajo de modelo, pero hasta ahora solo se había hecho algunas fotos y, lo que más, de figurante en ese dorama. Desfilar en una pasarela parecía algo más… profesional.

– Si – asintió Key – Son pasarelas menores, privadas, por lo que puedo colarte fácilmente, pero no estoy seguro de si darás la talla. Literalmente, metafóricamente ya se que si, por eso te lo ofrezco.

No pudo evitar sonrojarse, sintiéndose alagado de que le dijeran eso. “Dice que lo hago bien…”.

Se pasó el móvil de oreja y siguió hablando.

– ¿Cuándo te va bien que me pase?

 

Esa semana cayeron las primeras nieves y Minki llegó a la agencia con los dedos congelados de tocar la nieve de encima de los coches. La tentación era irresistible. Sacudió los pies en la entrada y avisó al recepcionista de que ya estaba allí. El chico le dijo que el director estaba ocupado y que tardaría un rato en poder recibirle, pero que si quería podía pasar a la sala grande a ver la sesión de fotos mientras esperaba.

Key estaba allí, posando como uno más de sus modelos, algo que no le había visto hacer nunca. No posaba sobre un fondo blanco o una pantalla como solían hacer sino que habían ambientado una de las esquinas para que pareciese un apartamento destrozado, y en medio del caos estaba él, con pecas pintadas en la cara, ropa mal puesta y una mirada de indiferencia y desprecio que resultaba extrañamente excitante.

“Jo, que guapo” pensó Minki con algo de envidia. “El día en que yo sepa posar así…”

– Nunca te había visto posar – le dijo cuando terminó y fue a saludarle – eres… lo haces muy bien. No sabía que fueses modelo también.

Key le sonrió, aun con el maquillaje y en medio de ese caos de decorado.

– Modelaba antes de quedarme como director de la agencia – se justificó pasándose la mano por el pelo. – hagamos una sesión juntos algún día. – le ofreció, dejándole casi sin palabras. ¡No estaba a la altura de eso! – Ahora si me das diez minutos me quito esto y me arreglo.

Fueron treinta, pero en compensación le dijo que le invitaba a un café.

– No tomo café. – se justificó, sonrojándose. Odiaba sentirse un niño al lado de gente como Key. Al lado de cualquiera.

– Un chocolate entonces. – le respondió sin darle mas importancia – pero primero el traje.

Se puso la ropa que le dieron, que no pudo cualificar de más que de estrafalaria, y se emocionó al ver que le llegaba perfectamente hasta los tobillos, e incluso se le cerraba bien en la cintura. Pero la ilusión se rompió cuando sintió a Key detrás suyo, cogiéndole por los hombros y cerrando los puños sobre la tela que le sobraba.

– Te falta un poco de anchura de hombros – le confirmó lo que ya estaba viendo en el espejo. – Una lástima. – añadió con un suspiro que casi hizo reírse a Minki – el año que viene.

– Bueno… – murmuró él quitándose la chaqueta del traje.

– Es curioso porque tengo la horrible sensación de que te sentaría bien un traje femenino. – se reía mientras lo decía, pero mirándose en el espejo supo que no le faltaba razón. Por más alto que fuera solo era largo. Aún era un niño. ¿Era por eso que no conseguía convencer a Baekho? ¿Aún no era suficiente hombre para él?

“Pero si que le gusto…”

Antes de que pudiese seguir pensando más en ello ya había vuelto a vestirse y Key le llevaba hacia la entrada a por ese chocolate que le había prometido.

– ¿No vamos a la cafetería de la agencia? – le preguntó sorprendido mientras él se ponía el abrigo para salir.

– Que va, el café aquí es asqueroso. – se rió. – Intenté cambiarlo cuando me quedé con la dirección, pero se me quejaron todos de que era más caro. Pues que se aguanten. Vamos a la cafetería de la esquina. – terminó de ponerse bufanda y guantes y le dejó al chico de recepción el encargo de llamarle si le necesitaban para algo.

Pronto estaban ambos sentados en el caldeado local con una taza humeante en las manos.

– ¿Me has encontrado algún trabajo? – le preguntó justo después de darle las gracias con el chocolate y quemarse la lengua con él.

– Proyectos solo – confesó el director. – Nada seguro, pero varios. Pero primero debemos hablar de tu futuro en general – le dijo muy serio cruzando las manos y apoyando la barbilla en ellas. – ¿Te gusta ser modelo?

Minki asintió con ganas, sin tener muy claro a que venía la pregunta. No iban a echarle ¿no?

– Me encanta. Espero poder hacer mucho más en el futuro.

El director le dirigió una sonrisa socarrona y siguió hablando.

– La mayoría de buenos modelos suelen ser actores también. – le dijo. – Al fin y al cabo ¿Que hacemos si no actuar como si fuésemos más guapos y más sexys? – Iba a replicarle que ser guapo no podía “actuarse”, pero recordó a Key frente a las cámaras. Su pose, su mirada. Le había parecido arrebatadoramente sensual. No era que no lo fuese de natural, pero más, mucho más. Y el maquillaje y la ropa hacían milagros, pero eso no era todo. Se calló y asintió, y dejó que siguiera hablando. – ¿Te gustó salir en ese dorama? – volvió a preguntarle – Aunque solo fuese de figurante…

– Estuvo bien. – admitió.

– Creo que serías buen actor – le dejó caer recostándose en la silla con pose despreocupada. Key hacía negocios así, como si no tuviesen la más mínima importancia. En cualquier momento podía sacarle un contrato.

“No, para eso tendría que estar mamá” “menos mal porque si me lo saca lo firmo”.

– No me lo he planteado… – le respondió con cautela. No era totalmente cierto, pero no le parecía correcto de golpe soltarle que era el sueño de su vida.

Eso y casarse con Baekho, claro.

– Pero te gustó salir en el dorama.

– Pero porque era un trabajo importante… – intentó justificarse. No tenía mucha lógica, pero no se le ocurría más. Key se rió mientras le daba un trago a su café y se pasaba la lengua por los labios para llevarse la espuma.

– ¿Y te gustaría hacer más “trabajos importantes”?

Le devolvió la sonrisa y asintió. Y Key empezó a parlotear sobre doramas, MVs, anuncios, películas y demás donde necesitaban figurantes o personajes súper secundarios.

– No son trabajos muy importantes, pero poco a poco te vas haciendo un huequecito.

Y Minki asintió, discutieron que proyectos encajaban con él, con cuales podía empezar a “hacerse un hueco”.

Parecía que empezaba a coger forma, que igual incluso algún día podría hacer algún papel decente. Y aunque no quería hacerse ilusiones se prometió esforzarse al máximo.

Obviamente nada de lo que hablaban era oficial, porque para eso necesitaban a Sunyoung u otro adulto que fuese responsable de él, pero le gustaba conocer las opciones.

Y tan absorto estaba en sus posibles futuros profesionales que el cambio de tema le resultó completamente inesperado.

– Bueno, ¿ahora vas a contarme porque estabas deprimido?

– ¿Deprimido? – En ese momento realmente no recordaba haber estado especialmente deprimido ese día. Estaba chafado desde lo de su cumpleaños, pero lo llevaba bien. Y lo disimulaba mejor.

– Igual yo no soy muy buen actor – siguió Key – pero trabajo con muchos. En la última sesión que te hicimos estabas deprimido y hoy no estabas mucho mejor cuando has llegado. ¿Es por Baekho?

“¡¿Cómo lo sabe?!” Se sorprendió, asustándose un poco también “¿Tan mal disimulo?”

Murmuró un no, bastante cohibido, intentando hacer acopio de todas sus supuestas dotes de actuación para que no se le notase lo nervioso que se había puesto.

– Vamos Ren – se rió Key – Os conozco a los dos. – Minki suspiró, sabiendo que no tenía caso intentar fingir nada. Y cuando Key volvió a insistirle que le contara que había pasado se sintió tentado de hacerlo.

– Pero… ¿No te… molesta? – le preguntó aun sin atreverse a contarle nada – La mayoría de gente no quiere ni oír a hablar de nosotros como pareja. Lo encuentran una aberración. Que tampoco es que seamos pareja ni nada – se apresuró en matizar. Key sonrió, calmado.

– Conozco a Baekho, o le conocía, – puntualizó – y para que esto pueda siquiera plantearse como una relación de pareja o ha cambiado radicalmente y ha abandonado todos sus principios morales o está locamente enamorado de ti, y tu… No me pareces inmaduro ni manipulable ni indefenso, que serían los principales problemas de una relación así. Más bien creo que es él quien debería tener miedo de ser manipulado. Así que no, no lo encuentro una aberración. – concluyó agitando los dedos en el aire – Incluso creo que hacéis buena pareja.

Minki le miró unos segundos antes de responder, luego bajó la vista a la taza ya vacía que tenía entre las manos. “Dice que hacemos buena pareja…” pensó sin poder evitar que eso le diera una esperanza que no quería sentir “Baekho va a verlo también al final, tiene que verlo”.

Y decidió contárselo todo, porque al fin y al cabo, ¿con quien podía hablarlo sino?

– Es que… Por mi cumpleaños… – empezó dudando – sé que no debo esperar mucho de él porque va a su ritmo y a su manera pero me hice ilusiones cuando me dejó quedarme a dormir en su casa porque me había estado evitando desde lo de la discoteca y… – vio que Key le miraba confundido, suspiró. Habían pasado demasiadas cosas, ¿por donde debía empezar para que le entendiera?

Simplemente, por el principio.

Le contó como había crecido a su lado, como Baekho siempre había estado allí para cuidarle y protegerle, como desde pequeño solo podía imaginar su futuro con Baekho al lado, como al ir creciendo se había ido dando cuenta de en que sentido le quería a su lado, como poco a poco había comprendido que estaba enamorado de él, como siempre había dado por supuesto que el sentimiento era mutuo, aunque Baekho no lo entendiese igual que él y se negase a verlo. Y por último, le contó todo lo que había pasado últimamente.

Su primer beso de verdad, hacía dos años, cuando Baekho le había correspondido y a causa del cual no se habían hablado durante días. Luego Baekho le había rechazado, diciéndole que era demasiado pequeño para que pudiese sentir algo por él, a lo que Minki había respondido haciéndole prometer que cuando lo sintiese no se resistiría a ello.

No había cumplido esa promesa. Dos años más tarde, cuando Minki le había seducido con su nuevo look de modelo y su casi metro setenta de altura presentándose en Pantheon a media noche le había besado y se había dejado llevar, pero había estado evitándole durante todo el mes siguiente hasta el día de su cumpleaños, cuando finalmente le había dejado quedarse a dormir a su casa.

– Sé como es Baekho – le explicaba, sorprendiéndose a si mismo de que fuera tan fácil, de que lo necesitara tanto – Sé que es lento y terco y que por cada paso que da retrocede tres. Sé que se arrepiente de cada cosa que hace, sobretodo en esto, y realmente era la reacción que esperaba. Pero después de… de que me dejase quedarme a dormir ahí, por su propia voluntad, cuando ambos sabíamos lo que iba a pasar si me quedaba y que incluso buscase eso… No pude evitarlo, me hice ilusiones, y luego va y me dice que no había significado nada, que solo fue mi regalo de cumpleaños. – se enfurecía solo de pensarlo y cerró los puños sobre la mesa – Y ya sé que no es cierto y que lo decía para convencerse a si mismo porque es un maldito cobarde pero… Me lo creí. Dudé. Y me hizo tanto daño… Me sentía traicionado y quise hacerle daño, ye lié con Jason. – ignoró la mirada atónita de su Jefe y siguió hablando, manteniendo los nervios encerrados en sus puños. – No quiero volver a sentir eso… cuando me lo creí, cuando pensé que de verdad yo le importaba tan poco como para acostarse conmigo y abandonarme al día siguiente. Estaba tan… triste y cabreado a la vez… – Key le dirigía una mirada cariñosa desde el otro lado de la mesa, y estiró la mano para coger la suya. Minki no se movió, aceptando la caricia, pero siguió hablando. Nunca había hablado de eso y ahora que había empezado sentía que no podía parar – Tengo miedo – confesó – miedo de sentir eso otra vez, de que puedo hacer si vuelve a pasar algo así.

– ¿Qué tan terrible podrías hacer?

– Esta vez casi no pasó nada con Jason, pero ¿Y si hubiera pasado? ¿Y si le hubiera creído completamente que no sentía nada por mí y me hubiese suicidado?

Key se quedó mirándole muy serio, casi enojado.

– ¿Te suicidarías por algo así?

Dudó unos segundos, retorciendo entre sus manos la taza ya fría y vacía.

– No lo sé. – admitió – quiero pensar que no, quiero ser mejor que esto, pero… No lo sé, y tengo miedo…

 

Regresó a casa pensando en lo que le había contado a Key. Este le había dicho que su miedo fuese, probablemente, por sentirse tan dependiente de él. Estaba tan acostumbrado a tenerle a su lado, cerca, cuidándole y protegiéndole, que no podía imaginarse su vida sin él. Y por eso perderle le provocaba terror. Y Minki había comprendido que tenía razón.

– Tal vez la solución sea entrenarte en eso – le había sugerido – en estar sin él. Sinceramente creo que os puede ir bien juntos, pero ahora mismo… me parece que lo que os iría mejor es una temporada separados.

“Separados…” pensó con algo de tristeza mientras caminaba para casa, mirando la nieve que, muy lenta y suavemente, volvía a caer.

 

 

Volvió a nevar esa semana. Baekho se presentó en casa al atardecer respondiendo a la invitación a cenar de Sunyoung y poco más tarde JR volvió de casa de su alumna de repaso, su novia, con una sonrisa de oreja a oreja.

– Llevas una cara de tonto… – le soltó Minki al verle llegar. Él solo sonrió aún más y subió a su cuarto a dejar sus cosas.

Le hubiese seguido para chincharle un rato o cotillear, pero realmente no quería enterarse de su feliz vida de pareja. “Aunque comentó que no podía besarla por lo de su enfermedad…” recordó “Pues que se joda, que se frustre un tiempo”.

Así que se quedó abajo, fingiendo que hacía deberes en la mesa del comedor mientras de reojo miraba a Baekho, reunido con Yixing y Sunyoung junto a los fogones mientras el primero terminaba de preparar la cena.

Tenía a Minyoung en sus brazos, que le miraba con ojos muy abiertos, observando el mundo como hacía siempre. Baekho la miraba también, sonriéndole, jugando con ella distraídamente mientras hablaba con sus padres.

– Pues Hakyeon y Wonsik quieren tener uno – les comentaba.

– Pero no pueden ¿no? – respondía Yixing mirando sus cazuelas. Yixing era la única persona que Minki conocía que realmente disfrutaba cocinando. Se alegraba de que se hubiese unido a la familia, comían mucho mejor. – Me refiero a que no les van a dar un niño siendo… bueno, dos hombres.

– Ya – respondió Baek – Ahora están buscando de que forma pueden engañar a la agencia de adopción para conseguir uno. De momento parece que la cosa está en que Hakyeon va a casarse con la hermana de Wonsik.

Ambos le miraron sorprendidos. Luego Sunyoung recordó las historias que había oído de su “boda” y suspiró.

– Estos dos están locos.

– Si, pero como todas sus raras ideas a medida que van insistiendo casi parecen incluso tener sentido. Ella vive con su novia en el mismo edificio que ellos y las dos parejas son muy cercanas. El matrimonio al fin y al cabo no es más que un documento oficial, y en unos años eso les dará validez para adoptar un niño o más de uno, para ellos o para ellas.

“Pues si que hasta parece lógico…” Pensó Minki bajando la mirada al cuaderno justo antes de que su madre girase la cabeza a mirarle.

Volvió a levantar la cabeza en cuanto ella se giró, mirando con algo de envidia como Baekho sujetaba a su hermanita en brazos.

Y mientras él seguía hablando Minki pensaba en lo que había hablado con Key.

Separarse sonaba muy drástico. Ya no se veían cada día ni pasaban todas las tardes juntos y sin duda compartían mucho menos tiempo que en otras épocas. Su relación no estaba en su mejor momento, pero tampoco en el peor, si más no de cara al público. Baekho se esforzaba por ganárselo otra vez. Era cariñoso y atento, algo que era traducible simplemente a seguir cuidándole y mimándole igual que había hecho siempre. Pero Minki no quería dejarse llevar por eso.

Ahora que había puesto en palabras todo lo que sentía lo veía mucho más claro. Baekho intentaba atraerle de nuevo hacia sus brazos, probablemente de forma inconsciente, simplemente porque le necesitaba, pero si corría ahí y se dejaba abrazar cuando le soltase, se cayese y todo su mundo se desmoronase otra vez sería horrible. Y el miedo a eso era suficiente para mantenerle en su sitio, tan cerca pero tan lejos.

Y entendió el consejo de Key, separarse, alejarse, porque mientras se prohibiese a si mismo dejarse llevar por Baekho estar tan cerca, sonreírle y fingir delante de los demás que no pasaba nada entre ellos, ver todos los pequeños gestos que hacía para cuidarle, para compensarle por lo que le había hecho, para ganárselo de nuevo, era doloroso, muy doloroso.

Algo de distancia podría ser una buena solución a eso. Un tiempo sin verle, para aclararse y aprender a construir un mundo donde Baekho no fuese lo primero y único que importaba, donde hubiesen más cosas a las que aferrarse si él le dejaba caer. Aunque fuese solo para que le dieran seguridad.

 

 

Su padre llegó poco antes de navidades, desde Londres con su esposa inglesa. Se hospedaron en un hotel cercano y pasaron absolutamente todos los días con los niños, ya fuese en la casa en la que años antes habían sido una familia como llevándoles a sitios, o más bien dejándose llevar. No llevaba fuera ni dos años, pero sus hijos ya insistían en que conocían su ciudad natal mejor que él. Al fin y al cabo, había habido muchos cambios.

Baekho les acompañó algunos de esos días, y pasó el resto con Sunyoung y su bebé, esperando a que Minki y JR volvieran a casa para preguntarles como había ido el día, escuchar maravillas del padre de estos y, cuando era posible, despedirse a escondidas de Minki, robándole algún que otro beso en la frente, en las manos o hasta en los labios.

Y aunque Minki se decía que solo estaba disimulando, que esperaba el momento adecuado, en el fondo sabía que era débil y no tenía valor para “dejarle”. Al fin y al cabo, llevaba tanto tiempo deseando caricias como esas…

Igual no era necesario, igual todo era una tontería de Key…

Pero tenía miedo. Cada vez que Baekho rompía el abrazo para irse, cada vez que se le acercaba para, simplemente, tenerle cerca, cada vez que Minki se quedaba solo y se descubría a si mismo pensando en él. Tenía miedo de que no volviese, de que se alejase, de perderse en el sueño y no poder volver a la realidad. O más bien, de volver a ella.

“Estás muy enamorado” Tuvo que admitir para si mismo “Y eso es peligroso”.

Y, obviamente, en su estado de “mi vida romántica es un desastre”, que suponía se había impuesto él mismo, odiaba ver parejitas felices.

Odiaba ver a su madre y Yixing y su bonita hija, su hermana, en su nube bucólica de familia feliz. Odiaba ver a su padre con su esposa, que hasta el momento no parecía tener defecto alguno (más allá de su incapacidad para cocinar cosas con sabor, todo el contrario de Yixing). Pero por encima de todo odiaba escuchar a su hermano cantando maravillas de su novia, Sunji, esa compañera de clase suya.

– Es muy mona – le explicaba a su padre mientras los tres jugaban a cartas en la habitación del hotel – puede parecer un poco extraña al principio, de hecho en clase decíamos todos que estaba loca, pero cuando la conoces… cuando entras en su mundo…

Podía pasarse horas así, y no era de extrañar que de tanto sacar el tema algo terminase salpicándole a Minki.

– ¿Y tu que? ¿Alguna novieta? – le preguntó algo más serio de lo que a Minki le hubiese gustado. Negó con fuerza, aunque no pudo evitar sonrojarse.

– Anda ya – le interrumpió su hermano – ¡Ahora no lo admitirá! – se burlaba – vamos, explícale a papá lo de Joori.

– ¿Joori?

– Claro que si, te gusta.

– ¡No es verdad! – le respondió indignado. ¿Por qué estaba insistiendo en algo así? Algo tan absurdo…

– ¡Pero si te pasas el día hablando de ella!

– ¿Que? – eso no era cierto. ¿verdad?

Su padre reía, mirándole con una expresión casi cómplice.

– Ay, pillín… ya me la presentarás. – le dijo haciéndoles volver al juego para apalizarles una vez más.

 

– Echaba de menos los juegos de papá – comentó JR camino a casa, ya por la noche.

– Yo no echaba de menos perder – refunfuñó Minki, no completamente en serio. – ¿A que ha venido lo de Joori? – le preguntó a su hermano aun algo cabreado. Simplemente no podía entender porque se había puesto tan pesado con algo que sabia que no era verdad. “Si yo pensaba que ya sabía lo de Baekho… se lo expliqué… mas o menos…”

JR se encogió de hombros, más serio de lo que él hubiese esperado.

– Papá sospecha. – le informó. Minki le miró confuso, sin terminar de entenderle – de ti y Baekho. – aclaró. – Él no os ha visto tanto juntos y estos días… tenéis un comportamiento muy claro. Baekho está que bebe los vientos por ti y está claro que a ti te encanta. Mamá no se da cuenta porque está como inmunizada después de tantos años y supongo que tampoco quiere saberlo, pero papá sospecha. – le explicó. Su hermanito le miraba sin saber como reaccionar. Siempre había pensado que disimulaba bien, aunque tampoco había mucho que disimular, siempre había sido así. “Y se supone que ahora estamos peleados…” – ahora sospecha menos por que se ha creído lo de Joori, pero no del todo. Por si acaso invítala un día a casa o que te vea hablando por teléfono con ella. – le recomendó.

Minki resopló y miró al suelo, con las manos en los bolsillos del anorak y pateando la nieve sucia del suelo. Al final asintió y le dio las gracias.

Le incomodaba tener que pensar en las consecuencias de algo que en realidad no era, pero la verdad es que prefería que su padre no se enterase de lo que fuera que hubiese entre él y Baekho. Podía olerse un sermón de “eres demasiado joven para saber lo que sientes, solo estás confundido, no es como tu crees, eres demasiado joven…”

Realmente no necesitaba escucharlo otra vez, con Baekho tenía más que suficiente.

Este les estaba esperando al llegar, cosa nada sorprendente ya que llevaba haciéndolo todos los días. Le dedicó una sonrisa cálida, de esas suyas de oreja a oreja, abriendo ligeramente los brazos, invitándole a que corriese hasta él y se dejase abrazar.

“¡No hagas eso!” pensó Minki alarmado haciendo todo lo posible para no devolverle esa sonrisa. No hubiera parecido más que una expresión embobada. “Eres débil Minki”. Se dijo a si mismo.

Se dejó abrazar, pero solo unos segundos.

– Luego quiero hablar contigo – aprovechó para susurrarle Baekho.

Y aunque la petición le puso los pelos de punta (y algo más), cuando terminaban de cenar y Baekho ya se iba se ofreció a acompañarle un trozo, forzando ese momento a solas que Baekho buscaba.

– Pero no mucho – le insistió su madre cuando ya se ponía la chaqueta y el gorro para salir. – que es muy tarde.

Le acompañó solo hasta la esquina, caminando a su lado en silencio, con la manos en los bolsillos. Había sido Baekho quien le había pedido de hablar con él, así que suponía que tenía algo que decir, y esperaba que lo hiciese, intrigado por que podía ser, algo asustado.

Baekho estaba muy cariñoso últimamente, desde su cumpleaños, desde que se habían peleado, desde que le había pedido tiempo y Baekho se había dado cuenta de que podía perderle. Había sido descaradamente atento desde entonces, como si quisiera demostrarle que también podía ser un buen novio, si se lo proponía.

“Esto aun es peor” se decía Minki mientras balanceaba el peso de una pierna a la otra, caminando a su lado. Había sido un cambio demasiado rápido y brusco como para que se lo pudiese creer. No era que tuviese miedo de que cambiase de opinión, es que sabía que lo haría. “Me está haciendo ver como sería. Y es cruel, porque lo quiero.”

– Pues… – empezó Baekho, caminando a su lado – Quería proponerte… se me ocurrió que podíamos hacer algo juntos. Irnos unos días a algún sitio, solos…

“Un fin de semana romántico” tradujo Minki para si, mirándole sin saber como reaccionar, siendo muy consciente de repente del latido de su propio corazón. “Un viaje de pareja, el y yo solos.”

– Podemos buscar algún hotel, no hace falta que sea muy lejos, ni muchos días, una o dos noches… – “… Dios mío”. No sabía como responder a eso, como negarse, como aceptar. ¿Que debía hacer? Lo deseaba, lo deseaba con toda su alma, y a la vez le aterrorizaba. Quería saltar a sus brazos y besarle, decirle que si, fugarse con él.

“Te dejará” se dijo “se arrepentirá otra vez y se alejará.”

– Es mi forma de recompensarte por lo de tu cumpleaños – siguió con voz arrepentida. – Es un regalo – siguió – también para mi, que quiero estar contigo.

“Me quiere” no pudo evitar pensar. Lo sabía, sabía eso. También sabía que se arrepentiría, tarde o temprano.

– Mi… mi padre acaba de viajar desde Londres para verme – le respondió Minki al fin – no puedo… precisamente ahora irme un fin de semana… – no sabía si era una buena excusa. A él se lo parecía, y también era algo a tener en cuenta. Si ahora decía que se iba un par de días de vacaciones con Baekho su padre no sería el único en sospechar. Y aun así… un fin de semana romántico con Baekho, en un hotel, una habitación para ellos dos, una cama bien grande donde pasar el día entero, horas y horas juntos. “Ya vale” – no se, – le respondió sin comprometerse a nada – igual cuando se haya ido papá.

Baekho pareció satisfecho con eso. Probablemente no pensaba que iba a negarse, probablemente pensaba que con eso, y siguiendo después a su lado, sin dudas, podría arreglarlo todo.

Y así sería, si eso fuese verdad.

 

Si los primeros días que su padre estuvo allí fueron para estar ambos chicos completamente pegados a él a la semana Minki ya ansiaba quedar con sus amigos y hacer algo más que no fuese jugar a cartas o alguno de sus juegos raros, y JR ya se había escaqueado para quedar con su novia.

– Escaqueado no es la palabra – se quejaba cenando esa noche en casa, con su madre, Yixing, y Minki, solo ellos. – Es decir claro que quiero pasar tiempo con él sobretodo porque ahora no volveremos a verle hasta verano y obviamente le echaremos de menos pero tampoco creo que no podamos separarnos ni un segundo de él. Más que nada que yo tengo novia ahora ¿sabes?

Minki le fulminó con la mirada. No sabía si le molestaba más que le recordase cada dos por tres que él tenía una feliz vida en pareja o que se hiciera el listo con él.

– También puedes quedar con tus amigos un día. – le dijo su madre encogiéndose de hombros. – no se morirá porque no estéis por él unas horas y seguro que también le apetece estar una tarde relajado con su mujer.

Les dijo que lo pensaría pero realmente no quería hacerlo. Había echado mucho de menos a su padre y por más que se quejase quería pasar ese tiempo con él.

Y sin embargo al final fueron sus amigos quienes le buscaron.

– “Minki…” – le abrió Sehun por chat – “Luhan lo sabe…”

– “TIO QUE SEHUN ES MARICÓN!!!” – le llegó el mensaje del otro.

“Ok…”

Estuvo un buen rato haciendo de moderador entre los dos, con Sehun llorando y Luhan diciendo que no quería volver a verle, “no se me pegase o algo”.

Estuvo a punto de mandarle a la mierda unas 40 veces. Pero si le respondía con el “Sehun no es ni la mitad de gay que yo” que hacía rato quería soltarle Luhan dejaría de hablarle también, y entonces ya no estaría en medio y no sabría que decirle a Sehun, que no dejaba de lloriquear.

“Suena tentador…”

Le mandó mensajes a Taekwoon también para que le ayudase. Por escasas que fuesen sus habilidades sociales eran sus amigos también. Pero no estaba conectado y se quedó con todo el marrón para él solito.

– “Si yo no quería nada” – le lloriqueaba Sehun – “solo se lo comenté, porque me pareció que debía saberlo, pero no le pedí que fuese mi novio ni nada, no se porque se pone así…”

– “Pero que asco” – el otro – ¿A ti te parece normal? Que le gustan los penes tío, PENES. Será nenaza…”

Definitivamente quería mandarle a la mierda. Y a Sehun también, por liarla, por enamorarse de ese imbécil y por irle a llorar a él cuando se había pasado media infancia pegándole.

Consiguió quedar con Taekwoon al día siguiente, disculpándose con su padre que, como su madre había previsto, no se lo tomó a mal. Minki un poco si, pero era una situación de emergencia.

– Esto será una mierda… – suspiró Minki después de explicarle todo el drama a su amigo – y encima tu te vas el año que viene y me quedaré yo con estos dos que no se hablan y no sabré con quien ir porque Sehun no me cae muy bien, ya sabes, pero Luhan es que está de un imbécil…

– ¿Y si terminan juntos? – le preguntó con ese hilillo de voz suyo.

– ¿Tu crees? – le respondió Minki impactado. “Ni me lo imagino”. Taekwoon se encogió de hombros, y Minki volvió a negar. – No, no les veo nada.

Que terminasen juntos tampoco sería una solución, aunque probablemente sería algo mejor. Se harían los empalagosos y le ignorarían. Les imaginó de novios, diciéndose cosas moñas y  no pudo evitar reírse. Cuando se lo explicó a Taekwoon consiguió hacerle reír también y se pasaron el resto de la tarde imaginando tonterías de cómo sería el mundo si esos dos fuesen pareja. Demasiado surrealista.

¿Que haría cuando Taekwoon se fuese?

Supuso que hablaría con Joori, que sería su compañera en clase, por más raro que fuese teniendo en cuenta que de pequeño la odiaba. En ese momento era mejor eso que cualquier de los dos imbéciles de sus amigos.

Al pensar en ella se sintió curioso por que estaría pasando en el desastre de vida que tenia y aprovechó el camino de vuelta a casa para llamarla. Ella le preguntó por su vida y sus vacaciones, por “el imbécil de su novio” y su padre, antes de empezar a despotricar sobre su desgraciada vida, problemas que Minki encontraba mucho más sólidos que el “Yo estaba enamorado ¿vale? ¿sabes lo que es eso??? Duele tanto…” de Sehun del día anterior.

Al llegar a casa, aun hablando con ella, se encontró con su padre y su esposa tomando el te con su madre y Yixing, ambas mujeres jugando con la bebé.

Había pasado años deseando ver a sus padres de nuevo en una situación así de amigable, pero verlo fue… raro.

– Vale, nos vemos princesa – se despidió antes de colgar. Aún la oyó despotricar por llamarla así. Sonrió y colgó, y al levantar la mirada se encontró con su padre mirándole con expresión complacida y orgullosa.

“Oh, cierto, que JR quería hacerla colar por mi novia…” recordó. Se sacó de la manga esas habilidades de actuación en las que Key le había estado diciendo que le veía futuro y agachó la cabeza fingiendo sonrojarse, se metió las manos en los bolsillos y juntó los pies.

– Aish… – murmuró mientras subía las escaleras para su cuarto.

“En que mundo tan estúpido vivimos…” pensó dejándose caer en plancha sobre la cama.

 

 

Su padre se quedó hasta medio enero, aprovechando al máximo sus vacaciones. Cuando se fue ambos chicos fueron a despedirle al aeropuerto y les hizo prometer que irían a verle ese verano. No era nada nuevo y ambos se morían de ganas así que asintieron y volvieron a abrazarle antes de que se fueran.

Minki salió de clase al día siguiente arrebujado en su abrigo para encontrarse el suelo cubierto de nieve que había estado cayendo toda la mañana. Pateó la nieve intentando calentarse los pies y se despidió de Taekwoon con un suspiro agotado. Habían tenido otro capítulo del culebrón Luhan-Sehun (el primero se había dedicado a esparcir por el instituto que el segundo era gay y este se había vengado ligándose a su novia. El como y el porque eran un misterio para Minki).

Se despidió también de Joori, y mientras les veía irse, cada uno en su dirección se preguntó si debía ir a buscar a Baekho. Supuso que si ya que no tenía la excusa de que estaba su padre.

Excusa para él, para recordarse que debía ser fuerte y mantenerse alejado.

Se subió la bufanda hasta la nariz, metió las manos en los bolsillos y echó a andar calle abajo por el camino que el paso de la gente había abierto en la nieve, hacia la escuela. Se sentó en un banco, sacudiendo primero la nieve de encima, y esperó mientras iban saliendo los niños con sus padres.

Seguía sin saber que hacer, respecto a esa escapada romántica que le había Sugerido Baekho. Lo deseaba a la vez que le aterrorizaba.

Había estado muy decidido solo unos días antes, pero Baekho se estaba portando tan bien con él… era tan cariñoso…

¿Que tan malo podía ser aceptar? ¿Aceptar ya de una vez todos esos cariños que le estaba dedicando? Sus atenciones, sus mimos, sus abrazos, sus besos…

“Te hará daño” Volvió a repetirse por enésima vez “Se arrepentirá, se alejará y te romperá el corazón otra vez”.

Y aún así quería aceptar, lo necesitaba. Más aún cuando le vio salir del edificio, sonreírle antes de taparse media cara con la bufanda e ir hasta él medio trotando.

– Hola peque – le saludó revolviéndole el pelo. No le abrazó porque estaba sentado, y se aseguró de que no lo hiciera cuando se levantó. – ¿Que tal el día?

– Buff… – se quejó con un resoplido – agotador. Luhan y Sehun están súper inaguantables. No se hablan más que para gritarse y teníamos que hacer un trabajo los cuatro con lo que Taek y yo estamos de trabajo hasta las cejas y doblemente hasta los cojones, así que me iré corriendo a casa a ver si conseguimos terminar el trabajo vía chat con haciendo de mediadores, que si no me tocará hacerlo todo a mi…

Se lo soltó de golpe, hablando rápido, y Baekho se quedó unos segundos en blanco.

– Bueno, entonces… ¿Quieres que te acompañe a casa?

– No hace falta – le respondió. Primera vez en años. De hecho no estaba seguro de si se lo había dicho nunca antes – realmente me tengo que poner a trabajar en cuanto llegue y no te voy a hacer ni caso – siguió con una sonrisa culpable – me sabrá mal si vienes hasta casa para volver a irte, no hace falta – repitió. “Ya que te estrenas que sea bien”.

Baekho asintió, diciendo que lo comprendía pero con ojitos de carnero degollado.

– Pero este fin de semana – siguió Minki arrastrado por esa mirada suplicante – cuando ya haga entregado esto que no tendré mucho trabajo me podría quedar en tu casa. – Los ojitos entristecidos se alegraron de inmediato, esbozando una sonrisa más satisfecha y esperanzada – Todo el fin de semana.

A Baekho le pareció un plan maravilloso, y mientras Minki se daba la vuelta para empezar a correr para casa, aún con el convencimiento de que Baekho seguía mirándole con esos ojos enamorados y extasiados volvió a preguntarse donde veía Baekho esos 18 años de diferencia. “Es más crío que yo” se dijo.

 

“Cobarde, cobarde, cobarde” se repetía más tarde en su habitación. Obviamente no tenía ningún trabajo con Lu y Sehun, para empezar porque no iban a la misma clase, pero como Baekho no había reparado en eso se había vuelto una excusa perfecta. ¿Por qué había tenido que joderla proponiéndole una cita?

Y una cita de todo el fin de semana, nada menos.

“Eres un cobarde” se repitió “Y subnormal”.

Y aún así se descubrió a si mismo esperando que la semana pasase rápido para ir a esa especie de cita. Bueno, tampoco le sorprendió tanto, al fin y al cabo ¿Había algo que le gustase más en el mundo que que Baekho le mimase, le cuidase y le admirase? le saludó cari.ns.ix l’s iabetecon la bufanda y ir nxardo? Sus atenciones, sus mimos, sus abrazos, sus besos…ns.ix l’s iabete

“No puedes alejarte de él” Se dijo viéndolo claro. Llevaba demasiado tiempo esperándolo, deseándolo como para decirle que no justo cuando se ofrecía así. No podía simplemente alejarse. “No lo conseguirás, por más que quieras. Solo dile que si y aprovéchalo mientras dure”.

No sonaba tan mal. Tal vez no era la mejor decisión, pero era factible.

 

Nevó durante toda la semana, y al salir de clase el viernes, con la mochila cargada para pasar el finde en casa de Baekho, se descubrió destrozándose las uñas a base de nervios.

– Nunca te habías mordido las uñas – se fijó Joori al salir. Taekwoon estaba también. Y Lu. Sehun se juntaba ahora con unos de otro curso.

– Bueno, siempre hay una primera vez para todo. – respondió sin darle importancia. Pero Joori le abrazó en respuesta, riéndose de él, e intentando hacerle cosquillas, como si quisiera distraerle o algo.

– Si estás muy nervioso igual no deberías ir – “Taekwoon…” – Si haces alguna tontería ya sabes que luego te arrepientes. Y cuando estás con Baekho no piensas.

Resopló en respuesta y Luhan, que no sabía nada del tema, les miró aún más confundido.

– No lo hagáis sonar como un problema de pareja – se quejó – que me hace pensar en cosas gais y me recuerda al indeseable ese.

“Indeseable” repitió Minki para si mismo “Serás crio”.

Se despidió de ellos y echó a andar hacia el edificio de primaria, más para librarse de Luhan que porque se sintiese ya preparado para afrontar ese finde. “¿Entenderá algún día él solito que ya no le tragamos o tendré que explicárselo?”.

En el fondo se moría de ganas de llegar y ver a Baekho, de llegar a “su cita”. Eso no quitaba los nervios, porque no tenía ni idea de lo que podría pasar.

Estaba dispuesto a pasar un fin de semana entero de apalancarse en su piso y no hacer nada, pero teniendo en cuenta las cosas que habían pasado las últimas veces, no parecía posible que no hiciesen nada, y si lo hacían… ¿Hasta que punto? ¿Estaba preparado?

Fueron al cine.

Cuando Baekho lo propuso tuvo que admitir que le quitó un peso de encima.

– ¿Pero hacen algo?

– No se, lo miramos – le respondió sonriendo.

Pasaron primero por casa, a dejar las cosas para no ir cargados. Y fueron andando para pasear un poco.

Si Minki había pensado que algún momento podía ser incómodo se equivocó. Él mismo habló por los descosidos rajando de Luhan y Sehun y JR y todo.

– Es que no entiendo su relación ¿sabes? Porque quedan solo para ver series y comentarlas y ni siquiera se besan porque ella sigue enferma o no se que.

– Bueno, si la quiere…

– Pues que empiecen a salir cuando esté curada y pueden besarse. Justo ahora que Hyun empezaba a volverse divertido…

Baekho tuvo que admitir que era una lastima. Había disfrutado esos días de JR triunfando en Pantheon. Desgraciadamente había sido breve. “Bueno, será que no tenía que ser” pensó con orgullo frustrado.

La película estuvo bien. No sería el éxito del año pero fue entretenida y les dio tema de conversación durante la cena, en la hamburguesería del mismo multicine, y de vuelta a casa, aunque aquí ya pasaron a hablar de otras películas, tampoco daba para tanto.

De camino a casa Minki se iba poniendo nervioso, pensando en que sería cuando se quedasen solos, toda la noche y todo el día siguiente. Tendría que pensar en alguna cosa para hacer al día siguiente si no quería pasarse todo el día en casa. Aunque también le gustaba la idea de quedarse en casa…

“A ver que pasa esta noche” pensó entre anhelante y temeroso.

– ¿Que quieres hacer? – le preguntó Baekho ya una vez en casa. Si la pregunta tenía más significados Minki prefirió no pensarlo, se acercó a la biblioteca de Baekho y buscó algún libro que aun no conociese. O que hiciera tiempo que no se habían leído.

– Parece increíble que aún me queden libros por leer. – murmuró escogiendo uno.

– No se que haré el día que se me terminen – respondió Baek con una sonrisa. Y vino la segunda gran decisión. – ¿Leemos en el sofá o…?

– Vamos a tu cuarto – le dijo Minki olvidándose por un momento de mantener las distancias.

Se tumbó a su lado, sobre su pecho mientras él leía, y se relajó, porque al fin y al cabo eso era su relación, eso eran ellos, tardes y noches leyendo, abrazados, yendo al cine, estando juntos, nada esos tira y aflojas de si puedo besarte o no, si está mal que nos queramos o no, simplemente estar juntos. Así que cuando Baekho decidió que ya era tarde y cerró el libro Minki le besó muy rápido en los labios y se levantó para ir a buscar su pijama, cambiarse y meterse de nuevo en la cama, esperando a que Baekho se cambiase también y se tumbara con él.

Buscar su cuerpo por debajo de las sábanas fue natural, necesario, envolverse en sus brazos, en su calor. Baekho le abrazaba, le acariciaba la espalda con las yemas de los dedos, por debajo del jersey, y era agradable. Se estiró a besarle, presionando sus labios unos instantes más que antes pero separándose con un buenas noches definitivo para acomodarse de nuevo entre sus brazos y cerrar los ojos.

Despertó a su lado, y le pareció maravilloso, igual que todo el día siguiente. Se levantaron tarde, desayunaron bien, leyeron, salieron a dar una vuelta y volvieron a casa para comer. Incluso por la tarde, cuando Minki tuvo que admitir que tenía deberes que debía hacer y sacó la libreta con pesadez pareció agradable, con Baekho abrazándole el cuello desde detrás diciéndole que ánimo y que si necesitaba que le ayudase en algo que le llamase, aunque empezaba a no poder ayudarle con los deberes.

Sentado desde la mesa del comedor le veía en la cocina, de espaldas lavando los platos aún con el delantal que se había puesto para cocinar, y era demasiado perfecto, demasiado cotidiano, demasiado “vida de pareja”. Demasiado perfecto para dejarlo escapar.

Quería eso, sabía que quería eso en su futuro, no podía imaginarse una vida diferente.

“¿Que querrá él?” Pensó con algo de aprensión.

Volvió a dormir con él esa noche, pegado a él, con las piernas enlazadas y sus brazos alrededor. Porque era normal, era natural y era necesario.

Y esta vez fue Baekho quien le buscó para besarle, pegando sus labios a los de él con ansias pero sin insistencia. Y Minki respondió al beso sin pensarlo, removiéndose para encararse a él, pasar sus brazos por su cuello y dejarse abrazar. Respirando de sus besos.

– Baekho… – murmuró al separarse.

– Dime – respondió él aún contra sus labios. Tardó unos segundos en decir más y Baekho volvía a besarle, acariciándole y abrazándole para pegarle a su cuerpo. El devolvía los besos enredándose entre sus labios, y volvió a separarse.

– Baekho – dijo de nuevo. Y él esperó a que dijese más, besándole los parpados cerrados, las sienes, la oreja, el cuello… – Te amo… – suspiró. Baekho se detuvo, con los labios sobre su cuello. Le abrazó con más fuerza aún, estrechándole hasta casi ahogarle, pero Minki volvió a separarse. – Te amo – repitió más convencido – y creo que deberíamos separarnos.

Baekho se quedó parado, muy quieto.

– ¿Por qué? – se atrevió a preguntar al final.

– Porque te necesito – siguió Minki – te necesito demasiado – explicó antes de que Baekho pudiese preguntar más – He aprendido a vivir a tu lado, te amo y te necesito demasiado, y me he acostumbrado a que siempre estás ahí, por eso cada vez que… que das un paso atrás me duele, me duele horrores, y tengo miedo. Y no me prometas que no volverás a echarte atrás – le advirtió antes de que replicara – porque sé que vas a hacerlo. Y aunque no, no quiero vivir con ese miedo.

Baekho le miraba con pena. Estaban completamente a oscuras pero aún así lo sabía, podía sentir su mirada.

– Tengo miedo – continuaba Minki – Miedo de hacer alguna tontería si vuelves a dejarme.

– Creo… creo que te entiendo – respondió al fin. – no quiero que te alejes, no se si podré soportarlo – siguió – pero lo entiendo.

– Tengo que aprender a no necesitarte. Aprender a vivir sin ti para perder ese miedo, y poder estar contigo.

Baekho tardó en responder, aún abrazándole con fuerza. Le cogió por la nuca para besarle en la frente, apartándole los mechones rubios de la cara.

– Vale – asintió aún manteniéndole abrazado, pegado a él. – Si es lo que quieres…

– Si – respondió son más. Baekho asintió.

– También te amo – le dijo en respuesta. Minki casi sintió ganas de llorar, y por toda respuesta se estiró a besarle.

 

 

 

 

 

Ámame Profe: Resumen

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Categoria: fanfic yaoi

Personajes: NU’EST (grupo kpop)

Pairings principales: BaekRen (Baekho x Ren) y Minron (Minhyun x Aron)

 

Después de tanto tiempo sin publicar (si, lo se, ha sido MUCHO tiempo, mea culpa u.u) me ha parecido necesario (y de echo me han pedido) colgar un resumen de no que llevamos de fic. Sepais que me ha costado, casi 500 paginas de fic en solo dos ¡bufff!!! Pero creo que he conseguido no dejarme nada importante. Al final adjunto también un esquema de personajes. Puede que echeis de menos a alguien, son tantos que he tenido que dejar solo a los más importantes o que van a ser relevantes a partir de ahora (y aún así ya son unos cuantos…). 

Quiero agradeceros a todos los que seguís ahí, todos los que me habeis esperado y todos los que me haveis mandado mensajes de animo durante estos meses. De verdad, GRACIAS ¡soys un amor! ❤

Nada más, os dejo aqui el resumen para que vayais refrescando la memória y mañana o pasado os cuelgo el nuevo capítulo. ^^

 

AP_Resumen

 

Poco antes de cumplir Minki los cinco años, sus padres se separan. Su pequeño mundo se desmorona y se refugia en los brazos de Baekho, de 23 años, su profesor de guardería, quien queda cautivado por sus ojos tristes y su sutil y particular manera de conseguir todo lo que quiere. A partir de este momento Baekho entra a la familia, cuidando de Minki y su hermano JR, de nueve años.

Pasan los años y Baekho sigue allí. No sin algunos malentendidos, todo el mundo empieza a encontrar normal que Baekho está allí, incluso los amigos de Minki, Luhan y Taekwoon, con quienes se ha juntado para defenderse del bulling que los tres reciben en clase, terminan acostumbrándose a oír hablar de Baekho como su “futuro novio”.

Al empezar Minki el instituto las cosas siguen más o menos igual, con la diferencia de que tanto su padre como su madre tienen nuevas parejas, Audrey y Yixing. JR también se echa una novia, Gyuna.

Pasado el verano llega al instituto un nuevo profesor, Aron, proveniente de América, que además de revolucionar al instituto con sus particulares pero divertidos métodos de aprendizaje termina saliendo con Minhyun, el mejor amigo de JR, a pesar de ser profesor y alumno.

Minki crece y su “Baekho va a ser mi novio” empieza a preocupar a su hermano, quien se da cuenta de que va mucho más en serio de lo que nadie ha pensado hasta el momento, ni siquiera Baekho. Por eso le pilla desprevenido cuando, por su duodécimo cumpleaños, Minki le besa. Y sin siquiera ser consciente de lo que hace él responde el beso.

Más tarde, y tras unos días de incomodidad, Baekho le hace prometer que no volverá a hacerlo, diciendo que está mal, que no puede ignorar los 18 años que se llevan y que jamás va a ocurrir. Minki se queda entristecido y apático, cabreado, y Baekho, aunque sabe hasta que punto es horrible por su parte, le pide que disimule esa tristeza, pues tener que dar explicaciones de algo así sería incómodo a la par que imposible.

No pasa ni un mes que, incapaz de verle triste (y de aguantar las quejas de JR que le pide que por favor arregle lo que sea que le pasa con su hermano y no le sea cabrón), admite ante Minki que también le quiere, que es lo más importante para él en la vida y que también le necesita, pero que sigue siendo demasiado joven para que pueda pasar nada, que ni siquiera puede verle aún de la manera que él quiere, a lo que le hace prometer que cuando si lo haga, cuando empiece a poder verle como a una pareja, como un hombre y no como un niño, no se echará atrás y lo aceptará.

Por su lado Minhyun y Aron viven un intenso romance con fecha límite. Aron tiene que volver a su país y no parece que vayan a verse luego, pero cuando llega la fecha de partida ninguno de los dos puede soportar la idea de no volverse a ver y deciden intentarlo, seguir aunque no parezcan tener muchas posibilidades.

Al llegar la primavera su madre vuelve a casarse, con Yixing, y al cabo de año y poco está embarazada. El padre de los chicos se ha ido a vivir a Londres con su nueva esposa y JR, que no deja de dar vueltas a la separación de sus padres, hace ya tantos años, deja a su novia, Gyuna, con quien ha estado por dos años por miedo a que su relación se mantenga solo por costumbre o rutina, decisión que no parece entender ni él mismo.

Minki decide, y consigue convencer a su madre, de que quiere ser modelo. Van a preguntar a una agencia y allí conocen al director Kim Kibum, también conocido como Key, quien consigue ganarse a su madre en media hora y hacer que firme el contrato del pequeño. Minki cambia su apellido por el de su madre, Choi, escoge el nombre artístico de Ren y se tiñe de rubio el cabello que lleva años dejándose lo más largo que puede. Con este nuevo aspecto, pantalones de lycra arrapados y maquillaje, cordialidad de las estilistas de la agencia, se presenta en Pantheon, la discoteca gay de la ciudad, donde Baekho y sus amigos están borrachos como cubas en una de sus celebraciones.

Baekho es muy consciente del efecto que Minki tiene sobre él. Efecto que, borracho, medio desnudo y con el nuevo aspecto del chiquillo, es difícil de soportar. Y esa noche, y contra todos sus principios morales, se lleva al pequeño a casa para besarle, abrazarle y tocarle hasta que el pequeño se corre entre sus brazos, y él regresa bruscamente a la realidad. Los remordimientos le atormentan hasta que una charla con sus amigos le hace ver que tenía que terminar pasando, que Minki es lo más importante en su vida y tiene aceptar que quiere estar a su lado, sea lo que sea que eso signifique. Así que le pide tiempo a Minki, tiempo para aceptarlo, para hacerse la idea, y él accede, sabiendo que tampoco tiene otra opción y que, siendo Baekho, ya es un gran avance.

Empieza un tiempo de besos a escondidas, roces que ninguno de los dos puede explicar, y tensión, que se resuelve cuando, por el cumpleaños del pequeño, Baekho se lo lleva a dormir a su casa, permitiéndose todos los besos que se ha negado. Minki responde, ambos se pierden entre besos y caricias y, a la mañana siguiente, asustado, Baekho le dice que no ha sido más que un regalo de cumpleaños, “no es como si fuese a volver a ocurrir”. Minki se va de su apartamento cabreado y dolido, y en un desesperado arranque por darle celos termina en el apartamento de Jason, un compañero de su agencia de modelos que le tiene echado el ojo. Con apenas un par de besos Minki se da cuenta de que no quiere estar ahí, y regresa a casa rabioso, asqueado de si mismo y asustado, no solo de que Baekho le aparte definitivamente sino de cómo pueda reaccionar él mismo si eso pasa. Una vez más deben actuar como si todo fuera bien, y aunque es incómodo y doloroso esa actuación parece poner parches en la herida que se han hecho.

Por su parte Minhyun, cansado de una relación a distancia que parece no tener futuro alguno, deja a Aron y corta todo contacto con él, sin saber que este estaba, en secreto, preparando todo para irse a vivir con él, definitivamente. Y así lo hace, con la ayuda de JR le sorprende en el aeropuerto, viniendo para quedarse, al mismo tiempo que nace la hermanita de Minki y JR, Minyoung. Aron empieza a trabajar en Pantheon, la discoteca gay, con planes de, más adelante, volver a dar clases en la escuela. Y trabajando en la discoteca está a primera fila para presenciar el cambio de JR, de alumno e hijo perfecto a juguete sexual del local. Liga con solo una mirada, pareciéndole lo más normal del mundo, y Tao, uno de sus mejores amigos, empieza a envidiarle y seguirle, a ver si aprende de él o se le pega su suerte, para fastidio de Hyuk, el último del grupo, “el hetero”, que empieza a estar harto de que todos sus amigos se hayan pasado de acera. Pero JR no solo experimenta con hombres, también se hace próximo a una compañera de clase, Sunji, a quien está dando clases de repaso debido a que está enferma y no puede asistir al instituto. Aún siendo algo particular y condenadamente friki JR le coge cariño, se encapricha con ella y termina siendo su pareja, lo que termina con su “fase gay”.

También hay cambios entre los amigos de Minki. Luhan está tonto y rebelde, “adolescente”, y Sehun le sigue en todo, incluida la tontería. Eso sumado al anuncio de Taekwoon de que tiene intención de irse a la capital a jugar a futbol con un equipo profesional hace que cuando Joori, otra compañera de clase que de pequeño le había perseguido diciendo que estaba enamorada de él, le habla y empieza a explicarle todos sus problemas familiares (un padre maltratador y una madre dependiente), sienta interés por ella y se haga su amigo, explicándole él a cambio sus problemas con Baekho.

 

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A todos los lectores

Como habréis podido comprobar hace mucho que no subo capítulo… XD si, todos os habéis dado cuenta. Estoy teniendo muchos problemas en general para seguirlo, principalmente motivacionales pero también técnicos (ya que se me borró parcialmente el último capítulo y me está costando tanto ponerme a reescribirlo…).
Hace tiempo que el fic, por más que me encante, se me está haciendo demasiado largo. Cada vez me costaba más ponerme a escribir y iba retrasando las publicaciones, ahora me estoy dando un descanso para escribir otras cosas que tenía pendiente y dedicarme a mis estudios también (que exigen mucho más tiempo del que quisiera u.u).
No planeo dejarlo ya que, como ya he dicho, me encanta, y no solo eso sino que odiaría perder todo el trabajo que ya he hecho en otro proyecto inconcluso, que no son pocos. Ahora mismo no puedo seguirlo pero espero pronto recuperar las ganas para escribirlo, poder terminarlo y subirlo para compartirlo con todos los que lo habéis estado siguiendo, seguís entrando para ver si actualizo y me habéis mandado mensajes preocupandoos por si habrá más.
Habrá más, lo prometo. Algún día Baekho aceptará que está enamorado de un niño, Minki le perdonará todas sus tonterías y estarán juntos para siempre, espero poder compartir esto pronto con vosotros. Muchas gracias a todos por vuestra paciencia y apoyo ❤

Ámame Profe. 46: Chico de diez. (II)

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Categoria: fanfic yaoi

Personajes: NU’EST (grupo kpop)

Pairings principales: BaekRen (Baekho x Ren) y Minron (Minhyun x Aron)

 

Segunda parte del capítulo, que como recordareis dejé a medias. 

Cuando dije que lo subiría entre lunes y jueves me refería, obviamente, a la semana anterior xD Pero no sería yo si no me retrasara… (?)  

Como sea, aquí está la segunda mitad del capítulo de JR, ya me diréis que os parece ^^ Después de eso prometo que vuelvo con el Baekren muy intensamente jajajaja ❤

 

 

Se encararon a los exámenes con toda la energía y el optimismo que pudieron reunir, que para algunos no fue mucho.

Tao, por ejemplo, se presentó con ojeras, declarándose cabreado contra el universo y diciendo que no se sabía una puta mierda. Palabras textuales.

– Deja de pensar ya en ello – intentó animarle JR entre examen y examen.

Habían hecho dos, les quedaba otro ese día, y dos más al siguiente, y tres más al otro.

– ¡No me da la puta gana! ¡¿Es que como se puede ser tan cabrón?!

Hyuk le chistó para que callara de gritar, repasando a última hora el temario del siguiente examen. JR le dio unos golpecitos en la espalda con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora.

El nuevo novio de Tao le había dejado hacía apenas un par de días, al parecer salía con él por una apuesta o algo así, y Tao, como no, llevaba desde el sábado despotricando y explicándole a todo el que quisiera oírle, y al que no, lo desgraciado que era. No le faltaba motivo, por supuesto, pero a JR seguía pareciéndole una exageración, sobretodo cuando tenían cosas más importantes que hacer.

Si Tao estaba deprimido Minhyun brillaba de felicidad. Salió diciendo que le habían ido bien los exámenes, aunque obviamente no habría estudiado tanto como podría haber hecho en otras circunstancias.

– Tampoco creo que tenga problemas por entrar a física.

– ¿Física? – se sorprendió JR. – Habías dicho química.

– Lo cambié en el último momento – admitió encogiéndose de hombros. – Me gusta más la química, pero casi igual, y así puedo especializarme en física musical y sonido y aprovechar con algo los años de conservatorio.

Se había visto obligado a dejar las clases de piano al empezar a trabajar, pero JR sabía que seguía tocando de vez en cuando. Asintió, le pegaba.

– Oh, – se dio cuenta luego, saliendo ya para irse para casa, hasta el día siguiente – entonces estudiaremos juntos.

Minhyun asintió, sonriéndole.

– Yo tampoco me di cuenta hasta más tarde.

Se pasaron la tarde estudiando el la biblioteca, los cuatro, vigilándose y ayudándose mutuamente. Básicamente JR vigilaba a Tao.

– No te distraigas – le insistió por enésima vez.

– Está allí. – les dijo. – Siempre se sienta en esa mesa.

Se giró a mirar al chico que le señalaba, sentado unas mesas más allá. Estaba de espaldas pero se giró a mirarles. JR le lanzó una mirada asesina y el chico volvió a girarse.

– Venga – volvió a decirle a Tao – lo estás haciendo muy bien.

Aún no les había dicho nada de lo del finde. Minhyun parecía no saberlo y, con todo el dramón de Tao, no le parecía adecuado explicárselo.

Solo de recordarlo…

Sacudió la cabeza y siguió estudiando, intentando concentrarse de nuevo.

 

Todos tenían algo más de ojeras el segundo día, y todos se despidieron con los mismos suspiros aliviados y a la vez preocupados y sus murmuros de “solo un día ya…”

Cuando salieron al fin el miércoles, dando la campana de final del último examen más de uno se desplomó sobre la silla con sonoros “aaaah…”, algunos, más enérgicos, se levantaron para irse corriendo a gritos de “libertad”, pero JR se quedó muy quieto en su sitio, aún con el bolígrafo en la mano.

“¿Y ahora que?” se preguntaba. Llevaba tanto tiempo preparando esos exámenes…

Los chicos enseguida le distrajeron y le dieron algo que hacer. Sangmin, la amiga de Tao se acercó para preguntarles como les había ido y preguntarle a Tao si ya estaba mejor. Este no quiso hablar de ninguna de las dos cosas, pero pronto encontró algo de lo que hablar con ella y los dos empezaron a andar hacia fuera. JR, Hyuk y Minhyun les siguieron, relajados.

– Es un alivio haberlo hecho ya. – murmuraba Minhyun estirándose. Hacía frío fuera, pero el sol radiaba con fuerza, calentando la piel de forma muy agradable.

– Si, pero hasta que no estén las notas…

Se fueron a comer juntos, para celebrarlo y luego cada uno se fue a su casa a dormir, retozar con su novio, lamentarse de sus desgracias o ordenar y archivar los apuntes de todo lo que habían estado estudiando.

No tenían clase al día siguiente ni al otro, pero la semana siguiente retomarían el curso terminando de pulir todo lo que necesitaban saber para enfrentarse a su futura vida universitaria, cada vez más cerca.

Pero antes que todo eso, debían celebrar.

– ¿Por qué Pantheon otra vez? – se quejaba Hyuk con cansancio. De vez en cuando estaba bien, porque eran sus amigos y no le importaba, pero ¿siempre?

– JR quería ir. – respondió Minhyun encogiéndose de hombros. JR le miró, algo sorprendido.

– Peor ya fui.

Ahora fue Min quien se giró a mirarle sorprendido, igual que Tao.

– ¿Ah si?

– Si, os lo dije. – ¿Es que no se habían enterado?

– Ya, pero ir solo…

– Pensamos que no habrías ido al final…

– Pues no, sí fui.

– ¿Y que hiciste?

– … – “Me lié con un tío en las mesas y otro me hizo una mamada en el baño” – Nada, charlar con Aron.

Los tres le miraban, desconfiados por algún motivo.

– ¿Te liaste con alguien JR? – le preguntó Minhyun muy serio, diciendo lo que todos estaban pensando.

– No. – les respondió seco, sin mirarles. Estaba seguro de que se había sonrojado.

 

Se reunieron el viernes por la noche, después de cenar. Hyuk les dejó plantados, para irse con unos de clase al Zenit, la discoteca a la que solían ir antes de… bueno, de descubrir Pantheon.

Al entrar saludaron a Aron, que llevaba allí ya un rato. Minhyun se echó sobre la barra para llegar a besarle y Aron le cogió para que no se separase, alargando el beso…

– Y hace que no os veis… ¿Media hora? – se metió Tao.

Min le enseñó el dedo y siguió besando a su novio, y él y JR se dieron la vuelta y se recostaron en la barra mirando a la sala, dejándoles intimidad.

Estaba un poco más lleno que la semana anterior, cuando JR había ido solo, pero era aún temprano y se estaba bien. Aún era pronto para bailar, pero en la pista había pequeños grupitos charlando, esperando a que el ambiente se animase para ponerse a bailar o para irse a otro rincón y ceder el espacio.

Consiguieron que Aron dejara de besar a su novio el tiempo suficiente para servirles, y de nuevo mirando a la sala, con el vaso entre los labios JR vio como un chico le sonreía desde uno de esos grupitos de la pista.

“Demasiado temprano para ligar” se dijo. Aún así le sonrió en respuesta. Tao no pareció darse cuenta.

– Que lástima que no haya venido Hyukkie – le decía – si lo más gracioso es incordiarle…

Tuvo que darle la razón, las quejas de Hyuk formaban parte de sus visitas a Pantheon, no era lo mismo sin él. Pero aún así, había cosas mejores que hacer allí.

El chico que le había sonreído se acercó, ignorando a Tao a su lado y a la pareja ahí detrás, se apoyó con ambas manos en la barra, a sus lados, acorralándole, pero JR no se apartó ni se puso nervioso, solo le sonrió.

– ¿Bailas? – le preguntó el chico. Obviamente su petición implicaba un “¿Bailas y luego nos buscamos un rincón para follar?”.

– No hay nadie bailando – le respondió tranquilo señalando a la pista.

– Alguien tiene que ser el primero. – insistió con voz ronroneante. JR amplió su sonrisa, que le subió hasta los ojos, escondiéndolos detrás de sus largas pestañas.

– Tal vez más tarde.

El chico suspiró y se apartó, no sin antes decirle un “te tomo la palabra”. Se perdió entre la gente para volver con su grupito, y Tao se quedó mirando a JR con los ojos como platos y algo molesto.

– ¿Cómo lo has hecho?

JR se encogió de hombros.

– No se, siendo educado. No quería soltarle un “piérdete”, realmente luego igual me apetece bailar…

Escucharon a Aron reírse detrás suyo. Minhyun, que ya estaba sentado sobre la barra, también le miraba sorprendido.

– Se refiere a como les atraes. – le explicó a JR.

Él volvió a encogerse de hombros.

– No se, no es tan difícil. – se excusó ahora si un poco incómodo. – simplemente si te sonríen les sonríes. Si te lanzan miradas, les lanzas miradas, si ves que se te insinúan… pues vas. Si te interesa, claro.

Minhyun y Aron ya no les prestaban atención, pero Tao si le miraba con interés.

– No se, a mi no me miran así. – se quejó cruzándose de brazos.

– ¡Claro que si! – le respondió. – Mira, ese chico te mira. – le indicó señalando con disimulo. – Sonríele. – Tao se encogió, y negó con la cabeza. – Creo que aún tienes que animarte.

Dejó su bebida y la de Tao sobre la barra, le cogió de las manos y tiró de él hasta la pista.

– Somos los únicos que bailamos – se quejó Tao.

– No importa – le respondió JR con de sus sonrisas deslumbrantes. – pronto habrá gente bailando también. Ignora al resto.

Tao bajó la mirada al suelo, cohibido. Antes era más lanzado, o eso creía, la verdad es que le costaba pensar que pudiese atraer la atención de alguien en esa sala. JR aún, porque era muy guapo, pero él… Y había cada monumento ahí…

– Anímate – siguió insistiendo JR. – Te juro que esta noche consigo que ligues. Estate atento de quien te mira, y si ves a alguien que te guste, pues simplemente lánzate, ya has visto al chico de hace un momento, no se andaba con rodeos.

Le miró. Y luego sacudió la cabeza. No, no podría atreverse, no después de cada experiencia que había tenido… Nadie iba a acusarle de marica en Pantheon, pero podían reírse de él…

– No funcionará – murmuró entre la música aún a un volumen decente.

JR se encogió de hombros, bailando tranquilo. La pista empezaba a llenarse.

– No veo porque no, con lo guapo que eres – le dijo con una sonrisa pícara.

“Ya, claro”.

La noche avanzaba. JR bailó con Minhyun, con Tao de nuevo, con un crío aún más joven que él que se le arrapó descaradamente pero que se fue corriendo con sus amigos en cuando JR se giró a responder medio en broma.

– Quiero conseguir que Tao ligue – le dijo a Minhyun mientras bailaban, casi pegados.

– No se si es buen momento… – le respondió este, hablando casi sobre su oído con los brazos sobre su cuello – aún piensa mucho en el chico ese… menudo cabrón…

– Precisamente, sino hacemos algo no lo va a superar.

– No todos somos tan rápidos recuperándonos de una ruptura – le respondió con un punto acusatorio.

– ¡No estuvieron saliendo ni dos días! – se exclamó JR separándose para mirarle a los ojos. – Fue un cabrón que estaba bueno y jugó con él. No era el amor de su vida.

– Ya, no se… – Minhyun volvió a abrazarle, balanceándose aún pegado a él.

Y bailaron, y bebieron, e hicieron el gilipollas, que eso siempre se les daba bien.

Y de repente JR pilló a Tao mirando a un tío. Ancho de espaldas, con el pelo largo hasta los hombros. Nada mal.

– Nada mal – le dijo.

Y el tío se giró, vio que Tao le miraba y le sonrió. Y él apartó la vista asustado.

– ¡Así claro que no ligas! – le reprendió JR. Le cogió de los hombros y le encaró para donde estaba el chico, empujándole. – y no vuelves hasta que le hayas besado.

– ¿¡QUE?! ¿¿¿Pero como voy a…???

Pero JR solo negó, empujándole otra vez y riendo, hasta que vio con satisfacción como Tao iba finalmente para allí, lanzándole miradas de odio.

– Si lo consigues te hago un monumento – oyó a Minhyun a su lado. Él se encogió de hombros.

– Lo habré intentado. – Tao parecía estar haciéndolo bastante bien. Se giró hacia Minhyun de nuevo. Aron estaba bastante ocupado, pero seguro que encontraría un momento para su novio – ¿Te importa si voy a dar una vuelta? – le dijo.

Min se encogió de hombros.

– No, pero esta vez quiero detalles, que me estaba explicando Aron lo que vio y…

Le hizo callarse con un gesto y se fue, a dar una vuelta él solo. Empezaba a gustarle, moverse por la sala ya llena, observando, escuchando.

Vio al chico que le había saludado antes. Dio otra vuelta y se lo cruzó de nuevo.

“Bueno, ¿por qué no?”

– ¿Aún quieres bailar? – le preguntó acercándose. Él se giró a mirarle, con los ojos algo desenfocados, luego le reconoció y prácticamente saltó a sus brazos, murmurando algo que sonó como “has venido”.

“¿Me estará confundiendo con alguien?” se preguntó mientras él ya buscaba besarle. Sintió sus labios y casi le echó para atrás el hedor a alcohol. Iba borracho como una cuba. “Ni siquiera es tan tarde aún…”

Pero realmente el olor no le molestaba tanto, y una vez tuvo su legua dentro de la boca…

Ni siquiera pasaron por la pista de baile.

Era increíble la cantidad de rinconcitos oscuros y apartados que había allí, entre las diferentes salitas, mesas, podio, baños y demás en los que no había reparado hasta que había tenido necesidad de ellos y era increíble ver cuantos estaban ocupados ya.

“Esto es un puterío” se dijo mientras se dejaba conducir él también hasta uno de esos rincones.

Pegó la espalda contra la pared, recibiendo de nuevo al chico entre sus labios.

– Que guapo eres… – murmuró él contra su oído. O si más no dijo algo que sonó parecido.

Pensó si debía devolverle el cumplido, pero no sabía muy bien que decir.

“¿Que más da? Mañana este tío no se acordará de nada”.

Se sintió un poco como si se estuviera aprovechando de él, pero no era él quien tenía las manos dentro de sus pantalones.

Los movimientos del chico eran lentos y torpes, y JR terminó cogiéndole para que quedase él contra la pared, llevando el ritmo. Coló la mano por debajo de su camiseta, sintiendo su piel y pegando sus caderas a él.

Se frotaba contra su cuerpo, sintiéndole. JR empezó a jadear entre sus labios, llevando el ritmo de un beso desesperadamente lento. Empezaba a excitarse y le sentía más intensamente contra su cadera. Llevó la mano a su cintura, acariciándole por encima de los pantalones y desabrochándoselos. Notó como dejaba de corresponderle el beso, dejándose hacer, y tragando saliva hizo de tripas corazón y le metió la mano dentro de los pantalones.

Se separó un poco para hacer espacio y a la que sus caderas dejaron de estar pegadas el tío se desplomó.

“¡¡¡SE ME HA MUERTO!!!” Fue lo primero que pensó JR, apartándose de un salto. Luego se fijó que seguía consciente, aunque muy poco, mirándose confundido a su alrededor. “Joder, va fatal”.

– Eh – se agachó a su lado – ¿Vas bien?

No, bien no iba, desde luego. Apenas le respondió, con las pupilas dilatadas.

“¿Que se habrá metido…?” De repente no estuvo seguro de que fuese solo borracho y prefirió no entrometerse. Consiguió ponerle en pié y medio le arrastró hasta donde estaba antes con sus amigos. Estos solo se rieron mientras, aún desde su sopor, el chico les saludaba con aire triunfal.

JR estaba algo preocupado, pero le dejó allí con ellos y se fue, intentando quitárselo de la cabeza.

Y con el calentón que le había dejado volvió a casa horas más tarde, habiendo pasado el resto de la noche con un Tao emocionado porque había conseguido el teléfono de su ligue y un Minhyun ya un poco menos fusionado con su novio. Al parecer también sobrevivían como entidades separadas.

Se metió en la cama cansado y frustrado, algo preocupado. “Tao se ha quedado mi suerte esta noche” pensó con algo de rencor “y solo para conseguir un teléfono…”.

 

Se levanto el sábado con algo de resaca y una buena noticia.

– … Así que vuestro padre vendrá a pasar las navidades aquí con nosotros – les explicaba mamá con la recién nacida en brazos.

Ambos hermanos se miraron, sonrientes. No le veían desde que se había mudado a Londres con su actual mujer, y aunque llamase a menudo se le echaba de menos. Era su padre al fin y al cabo.

Así que aún con el pequeño incidente del día anterior, que realmente no había sido nada pero le había dejado mal sabor de boca (literalmente), se fue bastante animado para casa de Sunji, a impartir otra de sus clases particulares.

Fue relajado, dispuesto a tomárselo con calma, avanzar un poco de temario y, tal vez, ver otro capítulo de esa serie a la que ella estaba tan viciada.

“Realmente… si la sacerdotisa no descubre quien es el traidor a tiempo…”

Como siempre fue su madre quien le abrió, entró en la habitación esperando encontrársela pegada al ordenador como estaba siempre, pero seguía dormida, con la boca abierta, el pelo por encima de la cara y una pierna fuera de la cama.

– Ah, esta niña… – refunfuñó la madre yendo a despertarla. – Sunji, que no te despierto media hora antes para que vuelvas a dormirte, que está tu profe ya aquí.

Ella bostezó y se dio la vuelta, destapándose por completo.

Aun siendo casi invierno dormía en bragas y una camiseta fina, y JR se descubrió a si mismo mirándola fijamente.

Había algo atrayente en su cuerpo delgado, en su piel blanquecina. “Ayer te dejaron con el calentón y vas salido” se dijo a si mismo “¿en que momento me he convertido en un maníaco sexual?”

Salió de la habitación para dejar que se vistiera e intentar despejarse un poco, que no se podían pensar esas cosas de una compañera de clase enferma.

Luego Sunji le recibió como si nada, con su diadema de orejas aguantándole el pelo y gesto adormilado.

– Es que tenía mucho sueño – se disculpó con una mueca adorable – Me paso el día durmiendo y aun así tengo sueño. Aunque bueno, ayer ya salí un rato, solo hasta la esquina pero…

– Me alegro – le respondió JR con una sonrisa. – ¿Nos ponemos a ello?

Ella asintió, y empezaron la clase.

– ¿Toda tu vida es así? – le preguntó Sunji de repente, un rato más tarde, interrumpiéndole.

– ¿Eh?

– Apuntes, ejercicios, esquemas,… – JR la miraba sin saber que decir. – ¿Esto es toda tu vida? ¿No tienes hobbies o… algo?

“Me gusta ir a Pantheon” pensó recordando las últimas veces “no se si eso cuenta como hobbie”…

– Esto me gusta – le respondió aun sin comprender la pregunta – no exactamente estudiar, pero aprender. Hay miles de cosas tan interesantes que no sabemos…

Sunji le miraba, con una ceja levantada, luego empezó a reírse, tapándose la boca con las manos.

– Eres adorable.

“¿¿¿ADORABLE???”

Si siquiera preguntó, se limitó a mirarle mal y mandarle ejercicios de mas, valiéndose de su papel de “profesor” para castigarla con trabajo extra.

– ¿Y si los termino nos miramos un capítulo? – le preguntó con su vocecita, ladeando la cabeza y sonriendo un poco.

El corazón le dio un vuelco “¿Y me llamas adorable tu a mi?”.

 

Se fue ya tarde, pero tenía excusa porque se habían estado mirando el anime ese y al final no habían estudiado mucho…

Sunji le había dicho que había estado esperando para ver ese capítulo con él. Y se lo había dicho con una de sus sonrisitas ladeando la cabeza.

“Adorable dice…”

No sabía exactamente a que se debía ese cambio repentino. Recordaba que cuando se había ofrecido por primera vez para ir a su casa a traerle los apuntes Hyuk había soltado un “ni siquiera es guapa” y JR, aún sabiendo que eso no tenía importancia alguna, había estado de acuerdo.

Pero ahora…

Tal vez era verdad que no era una belleza aturdidora como había sido Gyuna, pero a su manera… Si resultaba… ¿mona?

Suspiró, le atribuyó su súbita atracción al calentón de la noche anterior e intentó de nuevo hacer esfuerzos para quitarse de la cabeza que la había visto casi desnuda.

Al llegar a casa Baekho estaba allí, en la habitación de sus padres jugando con Minyoung. Minki estaba arriba en su habitación, haciendo deberes.

“Cuando le obligas no hay forma que se ponga a ello, precisamente ahora que viene Baekho…”

Alejó la curiosidad a un lado, la última vez que Minki le había hablado de ello había sonado demasiado a un problema de pareja y aunque empezaba a asumirlo cuanto menos supiera mejor.

– Hey – saludó a Baekho y a su madre, que también estaba allí, acercándose a la cuna. Sunyoung se acercó a darle un beso, Baek prácticamente le ignoró.

– Ay… – murmuraba mirando a la recién nacida, casi babeando – es tan adorable…

“Adorable… ¿Por qué me ha llamado adorable?”

Minki bajó para la cena, y JR no pudo evitar fijarse. No le pareció que estuviesen mal. O peleados, o se odiasen ni nada.

“Igual si que solo tenía muchos deberes…”

Pero poco a poco fue viéndolo. Baekho le miraba, casi con amor, pero Minki rehuía el contacto visual. Hablaban, pero incluyendo a los demás, no se metían en esa burbuja que, casi imperceptiblemente, a veces se creaba a su alrededor. Sobretodo Minki no le hablaba a no ser que él le preguntase algo o se viese obligado. Lo disimulaba hablando con los demás para tapar el silencio, pero JR les estudiaba atento, intrigado.

“Sea lo que sea no es grave” se dijo intentando dejar de pensar en ello. Si no luego tendría pesadillas.

 

Pesadillas no tuvo, más bien fueron sueños… agradables…

Solo decir que se levantó con una empalmada del copón.

“En serio, ¿Cuándo me he vuelto un ninfómano?” Pero bueno, tampoco pasaba nada ¿no? Era un adolescente hormonado, lo raro hubiese sido que no pensase en sexo todo el día ¿Verdad?

“Siempre puedo quedar con alguien” pensó. Tenía una lista de contactos de Pantheon. Algunos con los que se había liado, otros que lo habían intentado. No es que fuera una lista muy larga, pero existía, que ya era mucho. Y todos esos contactos le habían dado su numero para eso, “por si algún día… necesitas algo”.

Se levantó y se vistió, dándole vueltas. Mientras desayunaba no pudo evitar sacar el móvil y repasar la lista de contactos, aún planteándose hasta que punto estaría mal…

“¿Mal porque? Solo es sexo…”

– ¿Que te tiene tan pensativo? – le preguntó Yixing desayunando también, el único que se había levantado. JR dio un respingo, y guardó el móvil murmurando un “no, nada…”. Su padrastro le sonrió, calmado. – Pareces nervioso. Aunque claro, no es asunto mío.

JR no dijo nada, siguió comiendo. Hasta que de repente se sorprendió a si mismo explicándoselo.

– Me preguntaba… Me estaba planteando si quedar con alguien… Ya sabes, para… quedar… – “menuda explicación” pensó frustrado. Pero Yixing se rió.

– Ash – suspiró – esos primeros amores… – “¿Eh?” – Llámala. – le dijo. – Es mejor arrepentirte de algo que has hecho que de algo que no, si no siempre te quedara la duda.

Había dado por supuesto que quería quedar con una chica. Y probablemente también había supuesto una cita, no el torbellino de sábanas desparramadas y gemidos que JR tenía en mente, pero prefirió no sacarlo de su error, al fin y al cabo el consejo servía igual ¿no?

 

 

Así que, una hora más tarde, se plantó en casa de “Jake”. Era un nombre falso, obviamente, como tantos otros. ¿Pero que importaba? La primera vez que se había liado con él no había tenido ni un mote.

Jake era… bueno, a decir verdad era el primer hombre con quien se había besado. Dejando de lado a Minhyun, claro, eso no contaba. Jake era el salido del piercing en el labio que le había acosado esa primera vez, acorralándole contra su amigo, compañero, novio, lo que fuese, un tal “Dean” que si, también iba a estar presente esa mañana.

De entre todos sus contactos decidirse por los dos depravados para montarse un trío era una señal más que clara de lo salido que estaba él mismo. Pero tenía algo de simbólico ¿no? Habían sido su primer lío, podían ser su “primera vez”.

No era lo que había soñado, pero sospechaba que Sunji con un cosplay de ciberguerrera, látigo incluido, sería algo más difícil de conseguir…

Jake le abrió la puerta, con una sonrisa lujuriosa que JR recordó perfectamente. Le hizo pasar sin apenas decir nada y se relamió los labios cuando él pasó a su lado para ir hacia el cuarto que le indicaba.

“¿Donde me he ido a meter?”

El otro, Dean, más alto y más apuesto estaba medio tumbado en la cama, con unas gafas de montura fina que le hacían aún más atractivo y algo que parecían apuntes desparramados sobre la cama. Por estúpido que pareciera eso le relajó, era algo conocido.

– Tío – le soltó a su amigo quitándose las gafas – te he dicho que me avisaras antes.

Jake le sacó la lengua y se tumbó en la cama, a su lado, casi encima de las hojas que él se apresuró en apartar.

– ¿A que es una monada?

“¿Una monada? ¿Ayer era adorable y hoy soy una monada? ¿Que voy a hacer con mi ego?”

– Ya te dije que sí – replicó distraído guardando las libretas.

JR se acercó y cogió una de las hojas más alejadas para dársela.

“Números” pensó “Es de los míos”.

– ¿Que estudias?

– Física. – respondió brusco. De los dos era el menos extrovertido. Ya había sido así la otra vez, ahora sin el alcohol, yendo vestido y sin estar metiéndole las manos dentro de los pantalones aún se notaba más.

– Oh, es lo que quiero hacer yo. – le sonrió JR.

Suavizó la expresión y casi le devolvió la sonrisa.

– ¿Si?

– Pfff… no le he invitado para hacer física. – resopló el otro casi pataleando en la cama con frustración.

– Ya – le respondió Dean – Física no, físico.

Y Jake sonrió, se estiró a robarle un beso rápido que Dean casi esquivó y luego se quedó mirando fijamente a JR mientras su compañero guardaba sus cosas, gafas incluidas.

“Con miradas así ni hará falta que me quite la ropa” pensó JR “ya me siento completamente desnudo…”

Aún así la ropa se la quitaron, más rápido incluso de lo que esperaba.

Pronto tenía a Dean abrazándole por detrás, con su pecho desnudo pegado a su espalda desnuda. Y Jake…

Jake se había agachado para bajarle los pantalones, y ahora estaba mordiéndole y chupeteándole el hueso de la cadera.

“¿Que…?”

Extraño, pero efectivo, sobretodo cuando le rodeó con las manos colándolas por dentro de sus calzoncillos y apretujándole el trasero.

– No me… dejáis hacer nada – se quejó.

– Disfruta. – murmuró Dean contra su oído. Jake, por su parte, se separó y se puso en pié.

– ¿Que te parece? ¿Que le hacemos hacer?

– Eres un pervertido – le soltó Dean ignorándole, cogiendo a JR por el mentón y obligándole a girar la cabeza para buscar sus labios.

Se dejó besar algo asustado, nervioso. Jadeó cuando sus bocas se encontraron y le abrió los labios poco a poco, sintiendo sus manos sobre su pecho.

– Eh – oyó a Jake quejarse – no me ignoréis.

No tenía intención de ignorarle. Tampoco de separarse de sus labios, no mientras él siguiera bajando las manos por su pecho, hasta su cadera y entre las piernas, acariciándole su ya incipiente erección. Y JR se echó para atrás, pegándose más a su cuerpo.

Jake le cogió de las muñecas, tirando de él y separándole de Dean, le sonrió a su compañero y empujó a JR sobre la cama, tumbándose a su lado y rodando para quedar encima, buscando también sus labios.

Fue más brusco que Dean, más ansioso, yendo más al grano. Le mordisqueaba los labios y sentía el metal de su piercing con su lengua. JR le devolvió los besos, bajando las manos a su cintura y desabrochándole los pantalones para bajárselos igual que había hecho antes con él.

Dean le ayudó, terminando de desnudar a Jake y tumbándose también para quedar detrás de él. Y de repente dejó de hacer caso a JR, volviéndose para besar a Dean.

“Así que siempre hay uno que está de acoplado” Pensó JR. Pero, aunque no era un experto, no quería quedar como un novato, se pegó también a Jake, mordiéndole el cuello, acariciándole entre las piernas cuando él las abrió, ofreciéndole, frotándose contra su muslo, besando a Dean por encima de su hombro.

Pronto volvía a estar en medio. Se dejaba acariciar y buscaba sus cuerpos, intentando hacer caso a ambos por igual, repartía besos por el pecho de Dean mientras Jake le mordisqueaba el trasero, y por el cuello de Jake mientras Dean le besana en la nuca, provocándole escalofríos.

Sintió, con la garganta hecha un nudo, como Jake tanteaba con los dedos intentando penetrarle, mientras Dean le besaba y acariciaba con ganas para distraerle.

– Con cuidado… – consiguió pedirle. – Es… Me estreno con eso…

Jake jadeó contra su oído, clavándole los dedos en la cadera.

– Eres… ¿Eres virgen?

Parecía encantado ante la idea, notablemente más excitado. “¿Tan importante es?”

– Bueno, así si… – respondió…

Jake gimió, empujándose contra su cuerpo, y Dean volvió a cogerle por la nuca para besarle, muy, muy profundo.

Se mordió los labios al sentirse penetrado, tensándose por el repentino dolor, relajándose poco a poco ante las caricias de ambos.

No había sido tan terrible como había supuesto, el dolor se convirtió en un remor sordo, incluso placentero cuando las ya conocidas oleadas de calor le inundaron el cuerpo entero. Dean se la estaba chupando, gastando otro condón, y JR empezaba a sentir que podía correrse en cualquier momento.

Se distrajo cuando Dean se apartó, subió hasta su oído y le acarició los labios con el pulgar, moviéndose con él al ritmo de las embestidas de Jake.

– ¿Te gusta? – oyó que le preguntaba con voz ronroneante. No podía ni asentir. ¿Era necesario? Era más que obvio que estaba a punto de correrse. – ¿Quieres más? – Siguió murmurando.

“Oh si…” pensó para si mismo. Quería llegar ya, con el cuerpo tenso y las tripas hechas una bola, muriéndose de anticipación.

– Si… – consiguió murmurar.

 

Fue la peor decisión que había tomado en su vida, con diferencia.

– Sois unos brutos… – lloriqueaba poco más tarde con la cara contra la almohada.

– Pues anda que te has corrido a base de bien. – se reía Jake, tumbado a su lado, mirándole con orgullo.

– ¿Hemos sido muy duros contigo? – le preguntó Dean con voz suave no falta de picardía.

– Duros… – se rió Jake.

– Os habéis pasado tres pueblos. – se quejó. – Os he dicho que era mi primera vez, ¿a quien se le ocurre…?

“…meterse los dos…” terminó mentalmente incapaz de decirlo en voz alta.

– Una segunda vez siempre se disfruta más – sugirió Jake.

JR se giró a mirarle, incrédulo, notando pinchazos en el trasero.

– ¡Estáis locos! – les espetó volviendo a su posición cara-abajo. “Jo, no voy a poder sentarme en una semana…”

Se quedó un rato aún, recuperándose, y Jake le ofreció una cerveza mientras seguía ahí tumbado, aunque fue Dean quien fue a buscarla.

– ¿Sois pareja? – le preguntó JR en cuanto se quedaron solos, no pudiendo resistir más la curiosidad. Jake se rió, aunque no parecía divertirle realmente la idea.

– No, que va.

– Eso te disgusta.

Volvió a reírse, ahora directamente con amargura.

– Bueno, digamos que hago esto porque es lo más cerca que puedo estar de él. – confesó.

JR le miraba con los ojos como platos, sorprendido de que afirmase algo así tan a la ligera, ante un desconocido, y en voz alta con su amigo en la habitación de al lado, como si no pudiera oírles.

– Lo sabe – le aclaró.

– ¿Y acepta? – Jake solo se encogió de hombros – ¿Por qué?

– Tendrás que preguntárselo a él. – dijo señalando a la puerta por donde Dean entraba con tres cervezas.

“Beber a estas horas…” Pensó JR aceptándola. Desde luego no le faltarían cosas nuevas ese día.

– ¿Sabes? – siguió dirigiéndose a Jake – Tengo un amigo que creo que estuvo saliendo contigo. – Él le miró curioso, preguntándole con los ojos mientras bebía. – Tao, Hwang Zitao.

– Oh – sonrió casi con cariño – el bueno de Tao… ¿Que hay de él?

JR se encogió de hombros. A su lado Dean se repantingaba en la cama con una pose de lo más sensual, aunque estaba seguro de que lo hacía a propósito.

– Se queja de que no liga.

– Anda ya, con lo guapo que era…

– ¿Cuándo me lo presentáis? – se metió Dean con una sonrisa lujuriosa. Antes de que JR pudiese replicar nada Jake ya se había metido.

– Ponte en la cola, yo lo vi primero.

– ¡Ya saliste con él!

– Anda que sería el primero que vuelve con su ex…

– Eh – consiguió pararles JR – que es amigo mío.

 

Salió de su piso con el culo escocido, pero extrañamente relajado. ¿Por qué había ido? ¿Por qué se había dejado hacer todas esas cosas? Solo podía atribuirle la culpa a su lívido descontrolado y a que bueno, era un adolescente ¿no? El sexo era un mundo que se moría por explorar lo antes mejor.

Había sido demasiado, y no iba a perdonarles así como así que le hubieran hecho eso, sin avisar ni nada.

“Uno las pide bien estas cosas, no con un “¿Quieres más?” Como si eso explicase algo…”

Le había sentado bien, aunque estaba seguro de que podría haberse conformado con la mitad.

“Si, exactamente la mitad”.

Entró en casa rezando para que su madre estuviese demasiado entretenida con su bebé como para darse cuenta de que se sentaba mal a la hora de comer. Rezó también para que Minki no hiciese ningún comentario, ya que le veía mirándole con suspicacia, aguantándose la risa.

“Mientras no reconozca el dolor por experiencia propia…”

Inmediatamente pensó en Baekho, y frunció el ceño de imaginárselos juntos. No estaba preparado para eso.

Había quedado con volver a casa de Sunji esa tarde. La perspectiva de ver a la chica le encendió de nuevo, la cual cosa era absurda con lo que le habían dado esa mañana, y nunca mejor dicho.

Se miró un par de capítulos de una serie que la chica le había recomendado y que ya le había enganchado. Se dio una ducha que necesitaba mucho y se fue para allá, poniéndose más nervioso a cada paso que daba.

“¿Nervioso porque?” se preguntaba. Esa misma mañana dos prácticamente desconocidos le habían follado hasta hacerle gritar no sabía ni él si de dolor o placer, y le ponía nervioso ver a su compañera de clase, la de las orejitas y las series japonesas, que hablaba raro y de cosas extrañas. Y era consciente de que no estaba nervioso por sus rarezas, sino por ella.

Porque no había podido quitarse de la cabeza sus sonrisitas de niña mona, la forma como le había llamado “adorable”, ¡sin que siquiera viniera al caso!

Y no sabía si se estaba enamorando o que le pasaba, pero cuando la vio levantada para ir a abrirle la puerta, aun con su pijama y gesto agotado, se descubrió a si mismo sonriendo.

– Se te ve feliz – le dijo ella volviendo para la habitación con pasos lentos – ¿Has follado?

Su cara fue un poema, que por suerte Sunji no vio. Le oyó reírse y pensó que era mejor cambiar de tema antes de que le exigiera una respuesta.

– ¡He visto el capítulo 19 justo antes de salir de casa! – le dijo. Y ella volvió a reírse mientras se metía en la cama – ¿Cómo se les ocurre cortar un capítulo ahí?

– Horrible ¿a que si? – Se reía con sorna – Anda, trae el ordena y ven que te pongo el 20, que es intenso.

Le dejó un hueco en su cama, no tan amplia como JR hubiese deseado en aquel momento. El anime le distrajo, con un capítulo, como ella había dicho, intenso, tanto que casi se olvidó de la presencia de ella a su lado. Casi, porque el brazo con el que la rozaba le hervía.

Cuando terminó se obligó a si mismo dar algo de materia, que en teoría cobraba para ello, pero no quería levantarse y apartarse, quería seguir teniéndola ahí al lado, tan pegada que podía sentir el olor de su colonia suave.

Optó por una clase relajada, preguntándole de memoria cosas sobre el temario que habían estado dando, explicándole las cosas que ella fallaba, ambos tumbados en la cama, Sunji riéndose cuando conseguía hacerle alguna explicación relacionada con un anime y él mirándola con ternura cuando ella hacía por su cuenta alguna asociación que él no comprendía.

Veía sus labios moviéndose cuando se reía, y ya no veía porque Hyuk se reía siempre de sus dientecitos de roedor. Era preciosa, y se moría por besar esos labios finos.

Ella se apartó, con brusquedad.

– ¿Has intentado besarme? – De repente se había puesto colorada hasta las orejas, mirándole con los ojos como platos, y JR cruzó los dedos porque no fuese de enfado.

– Si – respondió sin más – eso creo.

Sinceramente no estaba seguro de haberlo planeado, pero ahora que ella lo había dicho en voz alta…

Sunji apartó la mirada, centrándose en sus propias manos.

– Yo… la mononucleosis es muy contagiosa – prácticamente tartamudeaba, jugueteando con la sábana entre los dedos – la llaman la enfermedad del beso por algo… No quisiera que enfermaras… Si te pones enfermo no podrías venir…

Se había puesto aún más colorada si es que era posible, y JR ya estaba convencido de que no, no estaba enfadada para nada.

Le cogió las manos que seguía moviendo nerviosa, enlazó sus dedos con los de ella y la cogió por el mentón, acercándose para besar con suavidad su mejilla ardiendo.

Era algo absurdo. Estúpidamente inocente comparado con todo lo que había hecho esa misma mañana, pero por algún motivo parecía igual de intenso.

De regreso a casa, ya de noche, sentía mariposas en el estómago, y aunque no estaba cien por cien seguro de que había pasado y cual era la situación en ese momento, si estaba seguro de que se había enamorado.

 

 

 

Ámame Profe. 46: Chico de diez. (I)

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Categoria: fanfic yaoi

Personajes: NU’EST (grupo kpop)

Pairings principales: BaekRen (Baekho x Ren) y Minron (Minhyun x Aron)

 

Es solo medio capítulo (si, lo siento) pero como es no largo sino eterno subo la mitad ahora y la otra mitad la semana que viene (lunes o jueves, aun no se, cuando me de tiempo).

 

Me sorprende que no hayas traído tu guitarra. – le comentó Minhyun mientras ordenaban la que iba a ser la habitación de Aron en ese piso compartido. Bueno, la habían estado ordenando, antes. Antes de terminar desnudos y en la cama. – Casi es raro verte sin una.

Aron sonrió, jugueteando con su pelo.

Bueno, sabía que tenía la tuya aquí.

Bueno, pero la que tenías en L.A. es más buena ¿no? – insistió Min. Su guitarra estaba también en el cuarto de Aron, había sido algo así como un regalo de bienvenida. A cambio Aron le había tocado una canción. Desde luego se alegraba de habérsela devuelto – ¿Van a mandártela?

En realidad la buena es la que dejé aquí – Min abrió los ojos confundido haciendo que Aron se riera de su expresión – he sufrido mucho tocando con la otra estos dos años.

¿Que? ¿Pero porque?

– Era especial, – dijo sin más encogiéndose de hombros. – quería dártela.

– Pero si ni siquiera se tocarla, – replicó – me hubieses dado una cuerda.

Aron sonrió y negó, acariciándole la mejilla con cariño.

– Quería que la tuvieras.

Min apartó la mirada, abochornado.

– Y yo te dejé.

– Eh, no digas eso. – replicó Aron abrazándole – fueron momentos difíciles. Para los dos. Yo tampoco lo hice muy bien y tu reacción fue comprensible…

– Es que no me hablabas – soltó al fin. – Sabía que trabajabas mucho pero… a veces ni siquiera me dabas excusas y estaba agotado de esperar siempre y que nunca estuvieses allí… Sé que no fue tu culpa pero…

Aron le abrazaba por la espalda, con la cabeza enterrada en sus hombros.

– Lo se. – murmuró – sé que lo pasaste mal. Tampoco fue fácil para mi cuando me dejaste. Me odié por no haber hecho algo antes.

– ¿Por qué no lo hiciste? – le preguntó sin girarse. – Porque no me explicaste tus planes.

– Quería saber primero si era posible. – Se separó de él y se tumbó cara arriba y Min se removió para pegarse a su costado. – habían muchas cosas a planear y si he podido venir tan pronto ha sido porque he tenido mucha suerte. No quería explicártelo hasta que estuviese seguro de que podía, de que tenía aquí un trabajo, un apartamento y todo.

– Pero te hubiese podido ayudar… – replicó.

– Lo sé, debería habértelo dicho.

Minhyun se incorporó, girándose y encarándole.

– Prométeme que nunca volverás a planear nada sin explicármelo – le miraba muy serio, pero Aron sonrió.

– ¿Te mantengo también al día de lo que vaya a regalarte por navidad o tu cumpleaños?

– No, eso no. – respondió contagiándose de esa sonrisa e inclinándose a besarle para luego quedarse tumbado sobre su pecho, sintiendo su piel cálida bajo su oreja y oyendo sus latidos, sus respiraciones.

– Te lo prometo – le dijo Aron un rato más tarde. – nunca te haré sufrir de nuevo. – Min intentó incorporarse para mirarle a los ojos, pero Aron no le dejó, abrazándole con fuerza contra su pecho. – nunca haré nada por lo que pueda perderte. No me lo perdonaría.

 

Al día siguiente, martes, Minhyun fue a clase caminando ligero, casi flotando, con una sonrisa de oreja a oreja que también llevaba el día anterior y que no se le había borrado desde que había visto a Aron en el aeropuerto. Una sonrisa que ni siquiera desapareció cuando en clase les recordaron que los exámenes eran ya la semana siguiente y se dio cuenta de que apenas había empezado a estudiar y no lo haría con Aron allí, pudiendo pasarse las horas en su apartamento. ¿Que importaban los exámenes, la universidad, el resto del mundo teniendo a Aron allí?

– Tu por lo menos tienes excusa – le decía JR ya en clase – tu novio ha venido aquí para estar contigo. Tao se ha buscado el novio ahora.

– Oye, no es mi culpa, por una vez que encuentro a alguien… – se quejó este haciendo pucheros. – Siempre os metéis conmigo…

– ¡¿Justo antes de los exámenes?! – siguió JR – Me preocupo por ti. Te recuerdo que querías entrar a medicina…

– Ya… – murmuró Tao.

“Igual es verdad que nos metemos mucho con él…” Pensó JR. Le sonrió y le propuso de estudiar juntos algún día mientras Minhyun seguía en su mundo de yupi y Hyuk refunfuñaba de que como no se examinaba de las mismas asignaturas no podrían estudiar juntos.

 

JR llegó a casa y, como llevaba haciendo las últimas semanas, se fue directo a su cuarto y sacó la libreta para ponerse a estudiar. Sin pensar si le apetecía o no empezó a hacer un resumen, otro más. Cuando se ponía a estudiar, completamente concentrado, sin pensar en nada más, tenía que admitir que lo disfrutaba. Todo tenía una lógica, y descubrirla, hacer que las cosas encajaran en su mente, darse cuenta de que las entendía y era capaz de memorizarlas era uno de esos pocos placeres de la vida que tanto le gustaban y que tan poca gente parecía entender. Y se recreaba encajando formulas, repasando conceptos, memorizando fechas.

Pero no le dejaron disfrutar. No pasaron ni cinco minutos que le devolvió a la realidad el llanto de un bebé.

– ¿Que te pasa bonita? – le llegó amortiguada la voz de su madre desde la otra habitación – Estoy aquí, mamá está aquí, no llores…

Suspiró, cogiendo otra vez el bolígrafo que había soltado e intentando concentrarse en lo que estaba haciendo, pero era imposible con esos gritos berreantes. Al final lo dejó y se levantó para ir para allá.

Se había planteado pedirle a Baekho de quedarse unos días en su casa para estudiar. Podía ir a la biblioteca también, pero no por las noches, cuando tenía más tiempo.

Pero obviamente, ni podía ni quería hacer eso. Se recostó en el marco de la puerta, mirando como Sunyoung jugaba con la recién nacida para que dejara de llorar, con esa cara de agotada que llevaba desde el parto pero tan feliz que era casi contagioso. Y pronto paró, mirando a la madre con esos ojos enormes muy abiertos, y empezó a reír agitando sus bracitos regordetes.

JR se acercó, sonriendo. No, ¿como habría podido irse? Adoraba a Minyoung, su nueva hermanita. Sus mejillas hinchaditas, sus ojos enormes siempre llenos de legañas, su cabello aún escaso pero tan suave, sus bracitos regordetes. Era preciosa y si hubiese tenido más tiempo libre nadie hubiese conseguido separarle de ella. Se inclinó sobre la cuna para jugar con ella, cogiéndole las manitas diminutas, y Sunyoung se echó a un lado y le dejó hacer.

– A ver si tu consigues que se duerma – le dijo agotada, sentándose de nuevo en su butaca.

– Pensaba que los bebés dormían todo el día.

– Ya, ésta no. – la madre disimuló un bostezo, pero la pequeña seguía pareciendo perfectamente despierta. – ¿Hoy trabajas? – Le preguntó al hijo.

– Tengo que ir a casa de Sunji más tarde. – asintió. – Pero creo que voy a dejar el trabajo en el cine. Ya sé que es dinero pero me quita muchas horas.

Sunyoung asintió. Estaba bien que trabajase pero prefería que se aplicase en los estudios. Y más si ahora además ya le había salido otro trabajo como profesor particular.

Aún tuvo tiempo de estudiar un poco antes de irse, y de saludar a Minki que recién llegaba a casa, subía a saludar a su madre y Yixing, que ya había vuelto de hacer la compra, y cogía en brazos a la pequeña que justo empezaba a dormirse.

– ¿Estabas con Baekho? – le preguntó JR luego, ya abajo mientras se ponía la chaqueta para irse.

– No, – respondió su hermano atrincherándose en el sofá con sus galletas de chocolate como hacía siempre. – Me he quedado con Taekwoon y Joori. – “¿Joori?” Pensó JR para si. Si que le sonaba que le había comentado que ahora eran amigos. No le había prestado mucha atención. – ¿Puedo coger tu ordenador? – se giró a preguntarle mientras este se ataba la bufanda al cuello. – tengo que hacer un trabajo.

No se creyó lo del trabajo, pero se encogió de hombros indiferente.

– No cotillees mis cosas – le advirtió. “Como si fuese a encontrar algo”.

 

Frente a la casa de Sunji, la chica enferma, mientras esperaba a que le abrieran la puerta, se preguntó porque estaba allí. No porque estaba él allí, porque tenía claro que porque le pagaban, pero ¿Por qué le pagaban?

Estaba claro que no conseguiría hacer los exámenes de ingreso ese año, no estando postrada en cama aún la semana anterior y habiéndose perdido todo el último mes de clases. Estaba bien que quisieran que mantuviera el ritmo, pero si ya iba a tener que repetir curso de cualquier modo ¿Era necesario que le pagasen unas clases extras por materias que volvería a dar al año siguiente?

“Supongo que quieren que mantenga el ritmo” pensó “Y que alguien venga a verla”.

Era de muy suponer que la pobre no tuviese amigos, pero nadie en clase se había ofrecido a ir a verla. Igual lo de las clases era solo una excusa para que alguien la visitara.

“¡¡¡Me pagan por mi compañía!!!”

Intentó quitarse eso de la cabeza mientras la madre le abría la puerta y le hacía pasar.

La chica, Sunji, estaba despierta, viendo algo en su portátil mientras le esperaba. Apenas levantó la vista a mirarle, absorta en lo que fuera que estuviera viendo.

– ¿Que son esos modales, niña? – la regañó su madre quitándole el ordenador. – Saluda, que han venido a verte.

– No, – intentó replicar ella sin muchas fuerzas – pero mamá, que está tope de interesante.

– Tienes clase – replicó sin más. Y se llevó el ordenador ignorando sus ojos de carnerito degollado, dejando a JR ahí, desconcertado y sin saber que hacer.

– Em… hola – la saludó.

– Hola. – replicó enfurruñada. Luego suspiró. – Es que justo se habían reunido todos los caballeros y van a por el oni pero Rinku es un traidor y no lo saben y no les funcionará la invocación y ¡ash! ¿Por qué no se dan cuenta??? – JR se rascó la cabeza, allí, de pié, aun más desconcertado. – el anime que estaba viendo – se explico ella – que es intenso.

– Ya veo – sonrió él acercándose a la silla que le habían dejado junto a la cama y sacando sus resúmenes para empezar a explicarle. – Como ayer hicimos mates hoy vamos a aplicar lo que aprendimos a la física ¿vale?

Ella suspiró y asintió, mucho menos animada.

– No se si me acordaré de mucho. – se disculpó.

– Bueno, lo que no te acuerdes te lo explico yo.

Empezó a hablar, llenándole la cabeza de formulas y teorías y tonterías varias que, como quedaba perfectamente reflejado en sus bostezos, no podían interesarle menos. No era tonta, ni mucho menos, pero era vaga de campeonato.

– Es que no entiendo porque me va a ser útil eso. – le respondía después de que JR se hiciese un lío explicando por enésima vez velocidades de despegue y campos gravitatorios. – Osea no voy a dedicarme a construir naves espaciales.

– Ya pero… es interesante – intentó justificarse.

No podía entender que se aburriese con eso. Las mates aún, que a veces costaba verle lo práctico, pero eso… ¿Acaso no era apasionante descubrir como funcionaba? ¡Eran los mismísimos secretos de la base del universo!

Recordó que a Minhyun, Tao y Hyuk tampoco les había apasionado en absoluto esos maravillosos descubrimientos, y supuso que el raro era él. Pero también había estudiado con ellos y sabía lo que tenía que hacer.

– Mira, haremos unos cuantos ejercicios para entenderlo y luego me pones un capítulo de la serie esa que mirabas.

El momento se le iluminaron los ojos, incorporándose, mucho más despierta y menos enferma de repente.

– Anime – le rectificó aún así. JR asintió, resistiendo la tentación de poner los ojos en blanco y le puso unos cuantos ejercicios. Ella se aplicó con ganas y la dejó trabajando mientras buscaba a la madre para pedirle el ordenador que le había quitado.

– Es que necesitamos buscar una cosa…

Ella asintió y se lo dio, confiada, y JR se hubiese sentido culpable por mentir si no fuese porque al volver ella ya había terminado los ejercicios sin fallo alguno y parecía incluso motivada para seguir.

Desde luego tonta no era, había que encontrar la motivación adecuada.

 

Le pasó la semana entre clases, estudio, más clases y estudio otra vez, alternando con esos ratitos tan preciosos jugando con su recién nacida hermanita, tumbado en esa colchoneta que habían puesto en el suelo para que Minyoung jugase, con Minki haciendo la croqueta por ahí también, fingiendo que la perseguía aunque ella ni siquiera gatease.

Eran momentos preciosos, oyéndola reír, pero eran pocos, básicamente estudiaba, y al llegar al finde antes de los exámenes, cuando más debía apretar, ya estaba harto de todo.

– “Chicos, me voy a Pantheon.” – les dijo el viernes por la noche, cerrando la libreta con sus preciados resúmenes llenos de anotaciones y especificaciones que ya casi se aparecían en sus pesadillas.

Si, era maravilloso, pero también agotador.

– “Pero… los exámenes…” – empezó Tao por chat, temeroso. – “¡Luego me riñes a mi que no estudio…!”

– “Ya no sé que más estudiar.” – estaba frustrado y cansado. – “necesito despejarme.” –

– “¿Que ha sido de esos tiempos en los que íbamos a discotecas heteros?” – se metió Hyuk con burla.

– “Ahí no ligo.” – respondió sin más.

Tao respondió con risas y algún emoticono. Hyuk tardó un rato en responder.

– “… ¿eso es una salida de armario?” –

– “Consideras peor esto que cuando se lió con DOS tios A LA VEZ.” –

“Gracias por recordarlo Tao” pensó JR aún de mal humor de haber estado estudiando. Tampoco era un recuerdo desagradable.

– “Ya. realmente no…” – siguió Hyuk – “Joder. me siento solo en este grupo…” –

– “Pásate de acera, Hyukkie!”

– “Que te den.”

– “Mas quisiera…”

Les dejó discutiendo y bajó a decirle a su madre que se iba. Ya habían cenado y de hecho ella se iba a dormir ya, con Minyoung en brazos. Al final habían desistido de intentar que durmiese en el cuarto que le habían preparado y habían metido la cuna en el cuarto de abajo con sus padres. Si más no se ahorraban las escaleras.

– ¿Vas a salir ahora? – le miró sorprendida, balanceando a la bebé dormida. – ¿No tienes exámenes?

– Si, pero he estudiado mucho y necesito despejarme un poco.

– No se, no creo que debas…

– Mamá, de verdad que sé lo que me hago. Mañana seguiré estudiando, y el domingo, pero necesito… desconectar un rato.

Le había demostrado que era cierto, que sabía lo que se hacía, así que al final aceptó, le dio las buenas noches y le dijo que por si acaso no regresara tarde. No extremadamente tarde.

Volvió a conectarse justo antes de irse, a ver si Minhyun se había conectado y quería ir. A Tao ni se lo preguntaba porque tenía que estudiar y ya no lo estaba haciendo mucho, convirtiendo las horas de estudio en la biblioteca en citas románticas con su nuevo novio. Hyuk no querría ir a Pantheon, pero Min… teniendo en cuenta que Aron estaba trabajando allí…

– “Acaba de irse” – le dijo refiriéndose a Aron – “creo que mejor me quedo y EMPIEZO a estudiar, que teniéndole aquí no he hecho nada casi…” –

No había pensado en eso, pero si, claro, Min no llevaba toda la semana estudiando como él, llevaba toda la semana retozando con su novio, no le faltaban distracciones.

“Pues nada, voy solo” pensó “No será tan terrible”.

Le cohibía un poco ir solo, incluso había considerado llamar a Baekho para preguntarle si él iba a ir, pero no quería tenerle de niñera, aún así… adentrarse solo a ese antro de lujuria y pecado…

“Tampoco es para tanto” se dijo “la música es buena”.

No sabía mucho que haría, aunque contaba con que Aron estaría allí. No le había visto desde que había llegado el domingo anterior, por más que estuviera ocupado contaba que podrían charlar un rato. Y bueno, si se aburría podía simplemente volver.

Pero apenas le dieron tiempo de aburrirse. En seguida se dio cuenta de que había bastante gente que iba sola, y que la mayoría no buscaba estar solos precisamente.

Un chico se acercó a saludarle apenas hubo entrado, preguntándole si era la primera vez que iba allí.

– Que va – le respondió sonriéndole. No era especialmente guapo, pero él tampoco había ido a ligar. ¿O si? – Vengo a menudo con mis amigos, es solo que hoy me han dejado solo.

– Pobrecito… – murmuró el chico acercándose un poco más a él.

“Bueno…” Su pose era bastante obvia, su sonrisa, un claro intento de atraerle, pero más que eso le estaban dando ganas de salir corriendo. Pensando en como quitárselo de encima vio finalmente a Aron, trabajando en la barra pero sin estar muy ocupado, no era una noche muy llena.

– Disculpa, voy a saludar a un amigo – le dijo al chico intentando quitárselo de encima educadamente.

Llegó hasta la barra y se hizo con un asiento cerca de Aron. Tuvo que esperar a que atendiera a una pareja que iba delante y luego le estrechó la mano.

– ¿Que tal el choque cultural? – le preguntó dándole conversación mientras no tenía clientes.

– Bah, a eso ya estoy acostumbrado, pero aun me estoy recuperando del cambio horario, menudo desfase. ¿Te pongo algo?

– No, tal vez luego.

Alguien se acercó a por una bebida y se esperó detrás de JR pensando que él estaba pidiendo, este se hizo a un lado con una disculpa y mientras Aron le servía un hombre se acercó a hablar con él.

– ¿Nos conocemos? – le dijo con un guiño.

“¡Por favor!!!” ¿En serio la gente usaba eso de verdad? ¿De forma tan obvia? ¿Tan temprano? No era ni media noche…

– No. – Le espetó seco. “Piérdete”.

Por suerte Aron regresó pronto y el hombre se fue.

– ¿No estáis de exámenes?

– Es que ya he estudiado mucho – repitió por enésima vez – quería despejarme un poco.

– Sigues igual ¿eh?

A veces, con todo lo que había pasado, se olvidaba de que había sido su profesor. Casi mejor, le gustaba como amigo.

– Ale, – le dijo JR un rato más tarde cuando el local empezaba a llenarse y tenían que interrumpir las conversaciones con más frecuencia para atender a los clientes – voy a ver si me sacan a bailar o algo.

Aron le guiñó un ojo y le sonrió, asintiendo, y JR se acercó a la pista. Realmente no le apetecía mucho bailar, no solo, y presentarse a alguien, hacerlo él… era algo que siempre le había costado. ¿Que era lo que esperaba? ¿Algo como lo de la otra noche?

No, desde luego eso no, no lo buscaba. Se limitó a pasear por entre la gente, dando vueltas a la pista. Pantheon podía tener noches de locura y desfase, pero también podía tener noches tranquilas. Esa era de las tranquilas. Un chico bastante apuesto le sonrió desde uno de las mesas, sentado solo, y él dudó apenas unos segundos antes de ir para allá y sentarse en la mesa con él.

– ¿Aburrido? – le preguntó.

– Un poco. – admitió – buscando algo que hacer.

El chico levantó una ceja y se preguntó si no habría sido demasiado descarado. “Ha sido un comentario inocente…” se dijo.

Era poco mayor que él, con el pelo teñido de un castaño clarito y piercings en las orejas. Le sonrió y se abocó sobre la mesa para acercarse.

– ¿Algo como que? – le preguntó.

JR se encogió de hombros, sin alejarse ni acercarse.

– Estoy abierto a posibilidades.

El chico estiró la mano para coger la suya, tanteándole, y JR no se dio ni cuenta de que se habían desplazado por ese banco hasta quedar uno al lado del otro, al fondo de la mesa.

La lengua de ese chico se perdía en su boca y él la recibía con los labios abiertos, empujándole y atrayéndole, mordisqueándole la lengua y el labio. Una de las manos del chico se fue hasta su nuca, atrayéndole más, y él cerró los puños, descubriendo que le gustaba que le cogieran así. Intentó pegarse más a él, buscando contacto, y bajó las manos para colarlas por debajo de su camiseta, rozando su piel. “Que caliente” pensó al sentirle. Él se estremeció y bajó la mano por su pecho, tanteándole, hasta el cierre de su pantalón, abriéndolo lentamente para darle opción a pararle.

Y lo hizo.

– ¿Aquí? – le preguntó JR dudando, bastante cohibido. Él se encogió de hombros, quitándole importancia.

Si que el sitio estaba pensado para que quedase oscuro y apartado, nadie les prestaba atención y la mesa les tapaba, pero aún así…

Cualquier duda se disipó en cuando sintió como le metía la mano por dentro de los pantalones, acariciándole.

Si, le ponía nervioso estar en público, y abría los ojos continuamente para comprobar que nadie les estuviera mirando, pero el chico reclamaba constantemente su atención y terminó cediendo, dejándose hacer y, con algo de miedo, colando sus manos por debajo de su ropa también.

Mientras le acariciaba pensó en Gyuna, la única con quien había estado de esa manera, hasta esos extremos. Era tan diferente… No podía decidir que le gustaba más. Siempre le habían atraído más las mujeres, pero solo en otros hombres había encontrado esa fogosidad, esa presteza por acariciarse, esa lujuria.

Ahogó un gemido entre los labios del chico, apartándose y cerrando los labios sobre su cuello, no para marcarle sino para amortiguar su voz, pero él le apartó, cogiéndole por la nuca y el cuello y hablando en su oído.

– Gime… – le pidió con un jadeo ronco.

La música estaba suficientemente alta para que no les oyesen, nadie les prestaba atención. Despegó los labios de su cuello lentamente, moviendo las manos con rapidez, masturbándole mientras él se lo hacía igual, se movió para llegar hasta su oreja y se la mordió un segundo antes de gemir suavemente directamente sobre su oído.

Más que provocarlo simplemente se soltó, dejando de ahogarlos, y sintió como él se tensaba. Le notaba duro y erguido, y aunque no encontraba eso tan excitante como había pensado el placer que sentía él mismo le impulsaba a seguir.

El chico le besaba ansioso, caza vez más, y él también se sentía llegar al clímax. Aceleró y él buscó sus labios para ahogar sus gemidos mientras se corría entre sus manos. Frenó un poco, pero volvió a insistir hasta que JR terminó también.

“Wow…” pensó. Lo dijo en voz alta también, pero nadie lo oyó. Se dejó caer contra el respaldo, jadeando, mirándose sin saber que hacer la mano mojada de semen que no era suyo.

“No, no esperaba eso” se dijo. El chico se rió, sacó con una sola mano un paquete de pañuelos y le dio uno mientras se limpiaba él también.

– ¿Has dicho que te llamabas…? – le medio preguntó JR aún jadeando. El chico se rió y se lo pensó unos segundos.

– Em… James.

– Te lo acabas de inventar – le contestó sin reproche. El chico volvió a sonreír.

– ¿Cómo quieres que te llame yo?

– JR – respondió automático. Tampoco le importaba, ni siquiera pensaría que era como le llamaba todo el mundo. En efecto no lo pensó, sonrió y se estiró para abrocharse los pantalones otra vez.

– Bueno JR, – le dijo – ¿Puedo invitarte a una copa?

Se abrochó los pantalones también, poniéndose de pie y siguiéndole.

– Me apetece una copa – respondió notándose sediento – pero no hace falta que me invites.

– Va – insistió – déjame. Ha valido la pena – Le guiñó un ojo, y él se encogió de hombros y le siguió.

Aron no era el único camarero que estaba aquella noche. Aparte de Lily, la casi dueña del local que aclamada por un pequeño y ya conocido público se había subido sobre la barra a menear su trasero implantado había cuatro dos chicos más, pero JR cogió al tal “James” y fue directamente hacia Aron, así que fue este quien les atendió, con una sonrisa cómplice. Y se quedaron en un rincón de la barra, charlando algo alejados de la Drag Qween y su pequeño corrillo.

Se enteró de que el chaval había empezado un par de carreras, aunque había dejado ambas, que había pasado ya por el ejercito y que ahora invertía su tiempo tocando en una banda, algo que a JR le pareció más un pasatiempo exagerado que algo con un mínimo de profesionalidad. “Ser libre y disfrutar de la vida” le dijo como su principal ocupación.

Con precedentes así JR no se sorprendió de que la conversación muriese al instante cuando él le habló de los exámenes que tenía al la semana siguiente, de lo perfectamente empollado que lo llevaba todo y la doble titulación en física y matemáticas que se proponía empezar para sacarse con matrícula de honor.

Así que el chico se excusó diciendo que había quedado con unos amigos, una mentira tan obvia como el nombre falso que había improvisado y se fue desapareciendo entre la gente.

JR no se molestó, ni mucho menos, era obvio que ya no tenían más de que hablar.

Se terminó su copa charlando con Aron.

– Vaya – le comentó este al acercarse – me habían comentado de tu cambio de acera pero no sabía que ahora fueses… bueno, así.

JR se encogió de hombros, sin tener muy claro a que se refería.

– No teníamos más de que hablar – le respondió pensando que tal vez se esperaba de él que hubiese estado charlando con ese tío toda la noche. El polvo, si es que se podía considerar así, había estado bien, la conversación más bien forzada y vacía.

Aron solo se rió, negando con la cabeza.

Siguieron charlando un buen rato, aunque con interrupciones, el fin y al cabo estaba trabajando. Cuando tardaba mucho JR se dedicaba a buscar entre la gente. Buscar caras conocidas, gente que le sonase, o simplemente observar. Uno le lanzaba miraditas y se las devolvió juguetón, sin intención de que fuese a más. Ya había tenido más de lo que esperaba esa noche, en cuanto se terminara la copa seguramente se despediría de Aron y se iría.

– Menudo éxito tienes ¿eh? – le dijo este al volver de nuevo.

– Supongo – le dijo – Tao siempre se queja de eso. Pero no se, no es tan difícil.

Realmente a él no se lo parecía. Si le sonreían le parecía normal devolverles la sonrisa, sobretodo si el tío estaba bueno. ¿Por qué las chicas no hacían eso? Con una chica no podías saltar a besarla para un polvo rápido con apenas algunas miraditas y un par de frases sin sentido. O si se podía él no lo había descubierto aún.

Y en cambio con un chico…

Un chico como el que le había estado lanzando miraditas hacía un momento, que él había respondido medio en broma y que ahora se le había acercado y se había sentado a su lado.

Ese era mayor, casi fuera de su rango de edad, pero estaba musculado y tenía una sonrisa… apetecible.

“Suficiente por hoy, JR” se dijo a si mismo.

Le sonrió al hombre con una disculpa, intentando dejarle claro que no quería nada.

– Menuda lástima – respondió este – Mira que llevo rato mirándote – siguió. Tenía una voz cadenciosa y gutural, atrayente, casi magnética. O tal vez eran las dos copas de más que Aron le había enredado para que se tomase. – Eres tan guapo…

Los halagos siempre eran un punto sensible, sobretodo si te los decían con ese convencimiento, con esa mirada, con esa voz…

– Bueno… – dudó. – No era mi intención pero…

Apenas le dejó terminar la frase, saltando a sus labios. Sabían a alcohol y a tabaco, pero sabía como utilizar la lengua. Y ya se perdió cuando le atrajo hacia él con la mano en la nuca. “Realmente me gusta…”

– No te arrepentirás, pequeño… – murmuró contra su oído entre beso y beso. No le gustó como sonó ese “pequeño”. A lo sumo le sacaría diez años y aun así le sonó demasiado pederasta, nada que ver con los dieciocho que se llevaba Baekho con su hermano.

Pensar en ellos no le hizo mucha gracia, y se esmeró en devolverle el beso a ese hombre simplemente para quitárselos de la cabeza.

– Sígueme – le dijo esa voz ronca y sensual. Algo aturdido obedeció y le siguió, notando en la cadera la mano con la que le cogía para guiarle.

“Y para impedir que me vaya” pensó. No se lo había puesto demasiado difícil, esperaba no tener que preocuparse por ello…

Entraron en el baño, y apenas se dio cuenta que tenía la espalda pegada a la pared y unos dientes contra su cuello que probablemente le dejarían marca.

El hombre le acariciaba entre las piernas, intentó devolvérselo pero él le apartó, se sacó un condón del bolsillo y o abrió con los dientes.

“Eso es peligroso” le dijo su lógica “puede romperse”. Y por algún motivo la lógica acalló esa parte de él que quería salir corriendo, viéndose inminentemente de cara a la pared y siendo violado.

Pero no se encontró con eso sino con que de repente tenía el condón enfundado y ese hombre se arrodillaba ante él, bajándole un poco los pantalones para cogerle el culo antes de empezar a lamer y meterse su pene en la boca.

“Oh dios…”

Él no tuvo que pedirle que gimiera.

 

 

Y eso es todo por hoy xD pronto, como ya he dicho, la segunda parte de este cap.  Gracias por vuestra paciencia ❤

Serie Especial Navidad 2. Deseos navideños : IV «Deseos frustrados»

Categoria: oneshot yaoi

Personajes: LeoBin (Leo/Taekwoon x Hongbin, VIXX)

 

Taekwoon apuntaba algo de la pantalla del ordenador en su libreta con absoluta concentración, envuelto con una manta bien gruesa y ajeno al mundo. Llevaba un par de horas navegando por internet investigando los mejores restaurantes de la ciudad, webs de planes para fin de año, eventos, blogs de sugerencias… Quedaban dos semanas  para Nochevieja y quería que fuera perfecto. No solo era la primera Nochevieja que pasaría sin la familia sino que la pasaría a solas con su novio y además celebrando su primer aniversario juntos.

A veces todavía le costaba creerse que alguien tan brillante como Hongbin hubiese llegado a enamorarse de él, sobretodo al principio tendía a despertarse pensando que no era más que un sueño. Así que tenía que esforzarse para que ese día fuera mágico, para no decepcionarle, porque en el fondo a veces tenía miedo de que algún día Hongbin simplemente se cansaría de él y no podía soportar la idea.

Volvió a concentrarse en su búsqueda, tanto que apenas se dio cuenta cuando Sangmin entró en la habitación, cotilleando por encima de su espalda.

– Oooh, “Los 10 restaurantes más románticos de Seoul” qué bonito.

Taekwoon levantó la cabeza de golpe, poniéndose de pie y girándose para tapar la pantalla.

– ¡¡Noona!!

– No te preocupes, tu secreto esta a salvo conmigo, nadie sabrá que eres el novio más atento y dedicado del mundo.

Su hermano apartó la mirada intentando disimular su vergüenza y su sonrojo, carraspeó intentando sonar serio y duro, aunque sabía que sus hermanas le conocían demasiado bien, no podía evitarlo.

– ¿Qué quieres?

– ¿Quieres ayuda? – Él se la quedó mirando con cara de incomprensión. – Con tu cita, que si quieres que te aconseje.

Iba a rechazarla pero se lo pensó mejor, realmente estaba un poco perdido con tantos restaurantes y blogs y…bueno, era Sangmin. Asintió y durante la siguiente hora y media agradeció a todos los dioses existentes en el mundo la experiencia en citas de su hermana y su sentido común que iban a salvarle la vida y la salud mental.

Justo dos semanas después Taekwoon esperaba en la calle, muerto de frío por más capas de ropa que llevara. Estaba tan nervioso que había llegado 40 minutos antes y ahora se iba a morir de frio, qué triste final.

Por suerte Hongbin llegó 10 minutos después ya que estaba tan nervioso como él y también llegaba temprano, aunque casi no reconoció a su novio debajo de la bufanda que le tapaba media cara y el gorro, la otra media.

– ¡Taekwoon-ah! – grito al reconocerle, acercándose corriendo – ¿que haces aquí tan temprano? ¿llevas mucho tiempo esperando?

Este negó con la cabeza, destapándose un poco para poder hablar.

– He llegado hace poco, tenía miedo de llegar tarde y he calculado mal…

Hongbin rio entendiendo totalmente a lo que se refería, pues si no fuera porque se había olvidado de sacar dinero y había tenido que volver atrás probablemente habría llegado incluso antes que él.

– ¿Nervioso?

Taekwoon asintió levemente, Hongbin le cogió de la mano y le dio un beso rápido en la mejilla.

– Yo también – dijo mostrando sus hoyuelos en todo su esplendor – ¡tanto secretismo me está matando de la curiosidad!

Los ojos le brillaban de emoción, con las mejillas rojas del frío y el otro no pudo evitar la tentación de sonreír y apretarle un poco más fuerte la mano. Le hubiera besado pero estaban en medio de la calle y había mucha gente, luego, luego tendrían tiempo para estar solos.

Como iban con tiempo de sobras fueron andando tranquilamente, de la mano, observando las calles iluminadas y los escaparates, las parejas y familias paseando por las calles.

Aunque Taekwoon a quien miraba sobre todo era a su novio, estaba tan guapo sonriendo.. hasta la nariz roja por el frío le parecía adorable.

– Won-ah, si me miras tan fijamente me voy a sonrojar y tu vas a chocar con alguien tarde o temprano.

No se había dado cuenta que se había quedado mirándole fijamente y enseguida se giró hacia el frente, avergonzado de que le hubiera pillado. Hongbin solo rió levemente y le dio un apretón cariñoso.

Cuando finalmente llegaron al restaurante era 10 minutos antes de la hora de la reserva y habían recuperado un poco de calor al andar. Hongbin miraba fijamente el restaurante, asombrado.

– ¿P-pero este restaurante no es muy caro?

Taekwoon se encogió de hombros.

– Es nuestro aniversario, esta justificado. Además invito yo.

– ¿eh? Pero..

– Nada de peros.

Le estiró hacia dentro de un tirón y se acercó al encargado. El chico se puso en modo servicial al verles entrar.

– Buenas noches, ¿tienen reserva?

– Si, para dos, a nombre de Jung Taekwoon.

– Enseguida.

Abrió un grueso tomo y se puso a revisar los nombres apuntados con una sonrisa pero pasaban los segundos y no parecía dar señales de encontrar su nombre y Taekwoon se impacientaba. Finalmente el chico levantó la mirada del libro.

– ¿Esta seguro? No me consta en el registro.

Taekwoon palideció.

– Estoy muy seguro, llamé hace tres días.

– ¿Recuerda quien le atendió?

– Hmm si, diría que  Lee Changsun.

El chico llamó a un muchacho que volvía con una bandeja vacía.

– ¡Changsun! ¡Ven aquí!

– ¿Que quieres?

– Este señor dice que habló contigo para reservar una mesa para hoy hace tres días pero no aparece en el registro.

El chico puso cara de sorpresa pero al ver la mirada de Taekwoon que cada vez estaba más tenso, se quedó lívido.

– No puede ser…

Dejó la bandeja para revisar él mismo el libro, con cara de estar cada vez más nervioso, hasta que finalmente habló.

– Oh…

– ¿Qué pasa?

– Esta apuntado pero…para mañana…creo que…me equivoqué de hoja.

El encargado palideció, iba a hablar para disculparse cuando un casi rugido le interrumpió.

– ¿Qué? ¿Tú te has equivocado así que nosotros no tenemos mesa? – Taekwoon hablaba con una voz, grave, baja, un susurro grave pero amenazador y una mirada que prometía un dolor terrible. – ¡Se puede saber que te has creído incompetente de mierda!

Hongbin le cogió justo a tiempo para evitar que el joven recibiera un puñetazo en la cara, abrazando a su novio por la espalda de forma que no pudiera mover los brazos.

– Taekwonnie, cálmate, no pasa nada, buscaremos otro lugar.

Él no respondió, no hizo ademán de retroceder pero tampoco de intentar deshacerse de su abrazo para matar al tal Changsun a puñetazos que para ser él, era todo un logro.

– Lo siento mucho, les daría otra mesa pero esta noche del año es imposible…

– No se preocupe, un error lo tiene cualquiera – respondió Hongbin conciliador mientras empujaba a su novio hacia la puerta. No le importaba mucho comer en una parte o otra, le importaba el gesto de su novio de haber reservado, aunque con poco éxito, en un lugar tan caro y romántico y le importaba evitar montar un escándalos y una denuncia por asalto.

Taekwoon se dejó empujar, furioso hasta llegar a fuera. Pararon a unos metros en unos bancos al lado de un enorme árbol de Navidad. Seguía ajeno a su alrededor, enfadado consigo mismo y despotricando internamente contra el inútil del restaurante.

“Nos han jodido la noche, vaya mierda, ¿y ahora qué? Podríamos ir al italiano que está aquí al lado pero también estará petado de gente… Soy un desastre, tendría que haber llamado para confirmar. Es mi culpa, debería…”

– Eh.. – un tirón en la chaqueta le sacó finalmente de su ensimismamiento. – Taekwoon-ah, no pasa nada, ya encontraremos otro sitio.

– Están todos llenos – respondió con un tono lúgubre.

– Algo encontraremos, no tiene que ser un súper restaurante de lujo. Es más, prefiero que no te gastes tanto dinero en mi, ¡me sentiría culpable durante semanas!

Él respondió con un gruñido y un encogimiento de hombros, mirando al suelo, así que Hongbin optó por cambiar de estrategia.

– Oye, mírame – le dijo levantándole la barbilla para buscar su mirada – me da igual donde comamos, como si es en el McDonald’s mientras sea contigo, ¿de acuerdo?

Esta vez se quedó callado unos segundos hasta que un sonrojo empezó a extenderse por toda su cara. Si había algo a lo que era débil era a las miradas de adoración absoluta y cariño que le ponía Hongbin cuando quería hacerle pasar el enfado. Y lo lograba. No sabia cómo ni por qué pero todo el mal humor y la inseguridad de estropear la noche habían desaparecido en un segundo.

–  Lo tomaré como un sí – afirmó Hongbin con una sonrisa después de evitar que escondiera la cara entre las manos por vergüenza. Le dio un beso rápido en los labios y le cogió de la mano para arrastrarle hacia la calle comercial – ¿McDonald’s o Burger King?

Él solo sonrió y se dejó llevar, convencido de que aunque hubiera empezado mal esa noche iba a ser la mejor del mundo.

Llegaron al KFC cuarenta y cinco minutos después, ya que en el McDonald’s había demasiada cola y el Burger King estaba cerrado por obras, pero sonrientes y con la cara roja pues entre risas y besos robados habían terminado haciendo una carrera por ver quién llegaba antes.

Ganó Hongbin simulando haberse tropezado, de forma que cuando Leo retrocedió corriendo para ver si se había hecho daño este le empujó sobre un enorme montón de nieve y salió corriendo. A Taekwoon le duró el enfado por haber perdido el tiempo que tardó en ver a Hongbin sonriendo con nieve en el pelo y las mejillas rojas.

Pidieron un menú “2gether”, un par de bebidas y helados de chocolate y salieron rápidamente debido a la insistencia de Taekwoon.

– ¿No podemos comer aquí?

– Mejor no, se esta haciendo tarde y estamos un poco lejos de… nuestro próximo destino, no quiero llegar tarde.

– ¿No vas a decirme dónde vamos?

– No, y no pongas esa cara, es una sorpresa.

Hongbin dejó de hacerle ojitos y le sacó la lengua pero finalmente le siguió fuera del establecimiento.

¿No puedes ni darme una pista?

Taekwoon negó con la cabeza.

– Porfa… – insistió tirándole de la manga.

– Cuidado, se te van a caer los helados, ¿quieres que los lleve yo?

– ¡No cambies de tema! Por lo menos dime si vamos a tener que coger el metro

Se lo pensó unos segundos y después asintió. Hongbin le pasó los helados para comprobar si tenia tarjeta de metro o tendría que comprarla y entonces paró en seco.

– Oh no…

– ¿Qué pasa? -preguntó alarmado

– Me he dejado la cartera en el restaurante…la he dejado un momento en la encimera para coger las cosas y…creo que no la he cogido

Se lo quedó mirando fijamente unos segundos, reprimiendo las ganas de gritarle, pues no quería hacerle sentir mal y sabía que tampoco había sido culpa suya. Si no le hubiese metido prisa para irse…. Suspiró, pasándose la mano por el pelo con frustración.

Hongbin le miraba expectante y preocupado, insultándose mentalmente.

– Taekwoon-ah…da igual, tampoco llevaba mucho y si volvemos atrás llegaremos tarde…

En verdad llevaba la paga de los dos últimos meses trabajando en la cafetería y todos los documentos, la tarjeta trimestral de tren… y una foto de su primera cita. Pero en ese momento prefería perder todo eso antes que chafarle el plan que hubiese preparado después del chasco del restaurante.

– No, da igual, vamos – respondió finalmente, cogiéndole de la mano para volver corriendo por donde habían venido.

Llegaron en apenas 10 minutos, también con las mejillas rojas de correr pero serios, calculando mentalmente el tiempo. Taekwoon ya sabía que no iban a llegar a tiempo; el concierto empezaba en media hora y si tenían suerte llegarían en 45 minutos, lo más probable era que no encontrasen sitio.

Por suerte la cajera les reconoció y les dio la cartera enseguida, en apenas un minuto volvían a estar en la calle.

Llegaron al metro que el tren entraba en la estación, lleno de jóvenes que iban de botellón o a otros conciertos.

Cuando bajaron en la estación pasaban 15 minutos del inicio del concierto, cruzaron la multitud de gente que andaba con parsimonia por las calles y llegaron finalmente al estadio descubierto. Se oía la música y los gritos de los fans y los focos iluminaban el parque. Taekwoon le arrastró hasta la entrada, cruzando los dedos para que por favor les dejasen pasar.

– Lo siento chicos, el aforo está completo

– Por favor – suplicó todavía recuperando el aliento – podemos estar de pie…

– No, lo siento, el aforo limitado es por un tema de seguridad, no hay excepciones.

– … Está bien, gracias…

Se alejaron de allí en silencio, todavía cogidos de las manos y con la comida ya medio fría. Todo a su alrededor, los árboles estaban cubiertos de carteles que anunciaban el concierto “Concierto de Fin Año! Para todos los públicos. Gratis. Park Hyo Shin, Brian Joo, Girl’s Day, Jung JunYoung… ¡y muchos más!”

Taekwoon con la mirada fija en el suelo, despotricando internamente contra el conductor del metro por demasiado lento, contra la dependienta por no haber visto la cartera enseguida, contra el frío, contra la chica encargada de las entradas, contra el karma y básicamente contra el universo entero.

– Lo siento… – dijo Hongbin al fin, deteniéndose y obligando a su novio a levantar la mirada – con lo mucho que te lo habías currado y la ilusión que te hacía… si no me hubiese dejado la cartera…

– Eh – le paró él, levantando su cara para mirarle a los ojos y haciendo un esfuerzo para apartar los pensamientos asesinos de su mente – no es tu culpa ¿vale? No pasa nada, tampoco me hacía tanta ilusión, era por ti, porque sabía que actuaba Park Hyoshin y que te haría ilusión.

Él sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa.

– Park Hyoshin da igual hoy, solo quería pasar tiempo contigo…

Taekwoon no pudo evitar sonreírle, asombrado de que Hongbin pudiera ser tan dulce, tan precioso y quererle solo a él.

– Entonces estamos de acuerdo, ¿que te parece si vamos a comernos ese pollo frio tan exquisito delante del rio Han?

– Oh, suena genial – Hongbin sonreía totalmente ya, sin lágrimas asomando en sus ojos, y se le agarró al brazo buscando calor mientras le daba un beso en la comisura de los labios, tentándole. Era dulce y encantador, pero también sabía perfectamente como jugar con él, sabiendo que él nunca le besaría en los labios en público pero que de esta forma tendría muchas, muchas ganas de hacerlo. Frunció el ceño para demostrarle que sabia perfectamente a que estaba jugando pero su novio solo le respondió con otra de sus sonrisas brillantes mientras empezaba a andar hacia el río Han.

Por suerte estaba cerca y apenas 10 minutos después habían podido instalarse en un banco con vistas al rio, abriendo los paquetes de pollo y comprobando los desperfectos.

– Este esta un poco chafado pero entero y este otro… bueno, ha pedido un par de trozos por dentro de la bolsa pero no es grave. ¿Y los helados?

– Están bien.

– Genial, una súper cena con vistas al rio, ¿qué más quieres?

Taekwoon sacudió la cabeza, divertido y en el fondo profundamente agradecido de que le hubiese sacado de su modo auto-destructivo y que no le culpase del desastre que estaba siendo la noche. Tenía razón, por supuesto, lo importante era estar juntos pero Hongbin merecía mucho más y le hubiese gustado poder dárselo.  “Por lo menos todavía queda una última sorpresa…”

– Taekwoonie, di “aaah” – le miraba con expectación con un trozo de pollo en la mano.

– Binnie… – respondió con tono de advertencia.

– Porfa…

– Lee Hongbin, para de usar esa cara de cordero degollado conmigo, no va a funcionar.

Hongbin puso una media sonrisa maléfica.

– Hyung… por favor…

A Taekwoon se le secó la garganta de golpe. Era casi un ronroneo. Era el tono que usaba Hongbin en privado, cuando quería conseguir algo en la cama, el único momento en que le llamaba hyung.

Abrió la boca para replicar, para advertirle de que eso era jugar sucio, con una mirada que hubiese intimidado a cualquiera; pero Hongbin solo aprovechó para meterle el trozo de pollo en la boca, con una sonrisa satisfecha.

“Eres maligno, Lee Hongbin” decía su mirada.

“Lo sé, y sabes que te gusta” respondía su sonrisa.

Ya casi habían terminado de comer después de muchas bromas, sonrisas y manchas de salsa por todas partes cuando el ruido de una pequeña explosión les sobresaltó. Levantaron la cabeza al cielo nocturno de Seoul y vieron cientos de fuegos artificiales decorando la noche.

– ¡Oooh! – Hongbin se levantó corriendo hasta la barandilla del rio, observando el cielo con la boca muy abierta y los ojos brillantes – que bonito…

En seguida notó unos brazos conocidos abrazándole por detrás, apoyando su barbilla en su hombro, protegiéndole del frio.

– Es precioso Taekwoon-ah… ¿Sabes? Prefiero mil veces estar aquí, viendo los fuegos artificiales abrazado contigo y comiendo pollo que no en un concierto o en un restaurante pijo donde hay más plato que comida.

– Te quiero, Hongbin-ah – respondió solamente, enterrando su nariz en su pelo, abrazándole más fuerte.

– Yo también Taekwoon-ah, te quiero.

Taekwoon vio como Hongbin cerraba los ojos y dejaba caer su cabeza hacia atrás, apoyándose en él, dejando sus labios muy cerca de los suyos, respirando profundamente, rápido, expectante.

No hizo intento de besarle pues aunque le frustrase respetaba que no quisiera besarse en público, sabia que era más difícil para él de afrontar al mundo en esos temas. Así que no se lo esperaba para nada cuando notó sus labios en los suyos, primero suavemente, incierto, pero más seguro cuando notó los labios de Hongbin correspondiéndole con ganas.

Le giró para poder acceder mejor, arrinconándole contra la barandilla del rio Han, disfrutando del beso y olvidándose por una vez de lo que podía pensar la gente que les viese, aislados del mundo exterior que quedaba ensordecido por los fuegos artificiales que retumbaban todavía en el cielo.

Solo cuando notó las manos de Hongbin aferrándose con fuerza a su espalda mientras pegaba su cuerpo al de él y al darse cuenta que sus propias manos habían descendido hasta agarrarle el culo con fuerza se separó.

Hongbin hizo un pequeño ruidito de frustración, con un puchero infantil en su cara.

– Vamos, queda tu última sorpresa – le dijo antes de que pudiera dejarse convencer de alguna indecencia mayor.

– Hmm esta bien – aceptó después de pensárselo unos segundos – pero prométeme una cosa.

– Lo que quieras.

– Que si por lo que sea tampoco sale bien no vas a enfadarte ni ponerte en modo homicida.

– Si tampoco sale bien será la última vez que planee algo con dos semanas de antelación…

Hongbin rió suavemente, sacudiendo la cabeza con frustración pero divertido de las salidas de su novio.

– Esta bien, aunque dudo que seamos tan gafes, es por si acaso.

– Con la noche que llevamos… con un poco de suerte habrá un incendio o un ataque terrorista o algo así.

Esta vez si que rió con ganas.

– Vamos, vamos, gran gruñón.

Cuando Hongbin, un rato después, vio que se detenían delante de las puertas del Hotel Astoria se quedó boquiabierto, mirando al hotel y a su novio sucesivamente, planteándose si matarle por hacer una cosa tan cara o comérselo a besos por haberle traído a un hotel donde podrían tener mucha más intimidad y tranquilidad que en casa de cualquiera de los dos.

Al ver que no parecía tener demasiadas ganas de moverse del sitio donde se había quedado clavado Taekwoon le arrastró hacia la entrada del hotel, orgulloso de ver la mirada que se le había quedado.

Cruzaron el recibidor exquisitamente decorado con Hongbin todavía deslumbrado, mirando a todas partes, a los empleados con sus uniformes y las luces y decoraciones doradas que cubrían las paredes, dejándose arrastrar por su novio sin mirar donde iba hasta que llegaron al mostrador, a esperar para ser atendidos detrás de una pareja que parecían vestidos para ir a la Ópera.

– ¿En serio has reservado una habitación aquí? – dijo finalmente apartando la mirada de las paredes para mirar a su novio. Él asintió con una pequeña sonrisa.- Eres increíble, no quiero saber cuanto cuesta pero… una noche de hotel… – le miraba con una mezcla de adoración y deseo. Se mordió el labio, muriéndose de ganas de comérselo allí mismo pero se retuvo, optando por simplemente aferrarse a su brazo y susurrarle al oído – pienso recompensártelo con creces.

Taekwoon intentó disimular el sonrojo que empezaba a expandirse por su cara, maldiciéndole por decirle esa clase de cosas en público donde no podía actuar consecuentemente e intentando no pensar en toda la clase de cosas que sugería esa recompensa cuando de repente se dio cuenta de la cara con la que los miraban los trabajadores del hotel, especialmente la recepcionista.

“Mierda.”

Se recompuso y apartó un poco a Hongbin que seguía aferrado a él y avanzó hacia el mostrador, pues ya habían terminado de atender a la pareja anterior.

– Buenas noches, ¿que desean?

La chica les atendió con una mirada que escondía disgusto detrás de esa sonrisa servicial para atender a clientes.

– Tenemos una habitación doble a nombre de Jung Taekwoon.

– Lo siento, no hay habitaciones – respondió sin tan solo comprobar el nombre en la pantalla.

– ¿Q-qué?

– Ya se sabe, esta época del año…

Era una mentira, una mentira muy gorda, y Taekwoon lo sabía. Había temido algún problema o malas miradas por ser dos chicos en una habitación doble pero nada hasta ese nivel. Durante unos largos segundos de silencio incómodo se planteó denunciarles, amenazarles… pero sabía que no serviría de nada. Aún así no tenía intención de irse sin más, de aceptar la derrota, de dejar que provocaran que Hongbin dejara de sonreír con esa mirada de adoración sin luchar.

– Querrá decir que no quieren parejas como nosotros en el Hotel

La recepcionista se quedó desconcertada por unos momentos, sorprendida de que se hubiera atrevido a ponerlo en palabras.

– No, bueno…

– No hace falta que lo niegue, y no se preocupe, ya nos vamos, tampoco tengo ningunas ganas de quedarme ni un minuto más en un hotel lleno de ¡¡gentuza homofóbica!! – respondió con mala leche, subiendo de tono hasta casi terminar gritando. – eso si – añadió antes de darse la vuelta para irse de allí – espero que por lo menos me devuelvan el dinero o les meteré una denuncia.

Y salió de allí a grandes zancadas, arrastrando a Hongbin detrás suyo y mandando miradas asesinas a cualquiera que se cruzase por su camino.

Siguieron andando un buen trozo en silencio y a grandes zancadas, Taekwoon dejando que la ira se fuese apoderando de él hasta que llegaron a una plaza, a esas horas ya prácticamente vacía.

– ¡Joder! – gritó finalmente soltándole la mano a Hongbin y descargando toda su frustración en un puñetazo a la pared más cercana.

– ¡Taekwoon! – Hongbin corrió a cogerle las manos para evitar que hiciese alguna otra estupidez, mirando su mano por todos los lados para asegurarse de que no se había hecho demasiado daño. – ¿Es que no hemos sido suficientemente gafes ya como para que ahora te rompas una mano?

Él solo apartó la mirada, todavía furioso, pero sin apartar la mano herida de las cálidas manos de Hongbin. Le dolía pero sabia que no estaba rota y necesitaba desahogar su frustración en algo que no fuese Hongbin.

– Lo siento, ha sido culpa mía – continuó este con un tono mucho más apagado – tanto el llegar tarde al concierto como esto, si me hubiese comportado más fríamente probablemente no nos habrían echado…

Taekwoon seguía sin decir nada, no quería darle la razón ni hacerle sentir mal pero estaba demasiado enfadado y no confiaba en su capacidad de tragarse todo ese mal humor y no decir ninguna estupidez. Pero el silencio era otra forma de darle la razón.

– No, no es tu culpa…

Pero no sonaba muy convincente.

– Si, ¡si que lo es! Soy estúpido…

– No, no digas eso – levantó la mirada de golpe, pues si algo no iba a permitir era a la joya que tenia por novio llamándose estúpido, y entonces fue cuando vio como tenia los ojos rojos e intentaba reprimir sin mucho éxito las lágrimas que empezaban a asomarse. Y el terror a verle llorar, a hacerle sentir mal fue mas fuerte que todo el enfado. – Binnie… no llores…. – le dijo suavemente, levantando su cara y secando sus ojos con los pulgares.

– Pero…lo he fastidiado todo…

– No, no es verdad – le cogió la cara con las dos manos para obligarle a mirarle a los ojos – no has fastidiado nada, ¿de acuerdo?  Tú mismo lo has dicho, da igual donde vayamos o lo que hagamos mientras estemos juntos ¿no?

Él asintió con la cabeza, un poco más tranquilo.

– Es lo único importante y no vamos a dejar que un par de subnormales nos jodan la noche ¿vale?

– Vale…

Le besó en la frente y le abrazó, ya muy lejos de las ansias homicidas y solamente con ganas de abrazarle y protegerle para siempre.

– Taekwoonie…

– ¿Hmm?

– Te sigo debiendo una recompensa por todos los esfuerzos…

– ajá – se separó para poder mirarle, con todas las alarmas puestas al detectar el cambio de tono de su voz, de algo inocente a algo…seductor.

– Y aunque no sea tan genial como un hotel… mis padres no están en casa y mis hermanas tampoco creo que vuelvan hasta mañana. Podemos ir.. – le susurró al oído, agarrándose a las solapas de su chaqueta para poder acercarle a su cuerpo – y pasamos tiempo juntos recompensándote por todos tus esfuerzos…

Taekwoon sintió como el calor se extendía por todo su cuerpo, olvidándose del frio, del mal humor y de la frustración y llenando su mente solo del aliento caliente de Hongbin en su oreja, de sus manos en su pecho y de los recuerdos de todas las noches que ya habían pasado juntos, dándole muchas muchas ideas de lo creativo que podía ser Hongbin cuando se trataba de recompensas.

– Me parece un muy buen plan.

 

KUROKO